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Jaque mate/El gran fracaso

Sergio Sarmiento

“Reconózcanlo: si los

deportes fueran realmente tan apasionantes, nadie

tendría que enviar

payasos a Atenas”.

Fernando Rivera Calderón

No entiendo muy bien por qué se ha registrado tanta sorpresa por el desempeño de nuestros atletas en los Juegos Olímpicos de Atenas. Una somera revisión previa de los tiempos y resultados de nuestros competidores habría revelado que en realidad no podíamos esperar demasiado.

Sin embargo, cada cuatro años repetimos la misma experiencia. Dejamos crecer las expectativas a niveles irracionales y cuando llega el momento nos sorprendemos de lo magro de los resultados. Pero éstos no pueden ser diferentes. No estamos aplicando las estrategias que en otros países han demostrado ser las adecuadas para generar programas de éxito en el deporte de alto rendimiento.

Todos los países que logran buenos desempeños en las competencias deportivas dedican recursos —gubernamentales o privados— a la generación de una gran cantera de jóvenes promesas. Un Michael Phelps sólo surge muy de vez en cuando, pero cuando hay una generación constante de nuevo talento las posibilidades de encontrar atletas triunfadores aumenta de manera muy importante. El hecho es que, aun sin Phelps, Estados Unidos habría dominado la natación olímpica.

Poco importa el sistema que se emplee para desarrollar deportistas: la cantera debe basarse en las escuelas. Tanto en el sistema cubano o el chino, que recurren a una intervención directa del Estado en la selección y preparación de atletas con perspectivas de triunfo, como en el estadounidense, el japonés o el australiano, que se erigen sobre un esquema de libre competencia, el semillero es fundamentalmente la escuela. Virtualmente todos los grandes atletas de los países más destacados en los Olímpicos empezaron su preparación deportiva en escuelas comunes y corrientes. Sólo después, cuando se descubrió su talento, pasaron a instituciones más especializadas.

En México no hay realmente una cantera deportiva. La preparación para el deporte de alto rendimiento debe empezar desde la escuela primaria, pero las escuelas públicas de nuestro país -que son la enorme mayoría- rara vez cuentan con las instalaciones necesarias para la práctica de algún deporte. Las clases de educación física, cuando las hay, se limitan a meras prácticas de calistenia o a cascaritas de futbol.

Esta falta de cantera se nota en todos los deportes, pero es especialmente lamentable en el futbol. Los grandes equipos profesionales, que son los que deberían tener el incentivo de generar nuevos jugadores, prefieren hacer contrataciones de jugadores ya consolidados. Si no hubiera límites al número de extranjeros que pueden participar en la liga, seguramente todos los planteles estarían formados por importaciones. Sólo los Pumas de la UNAM y el Atlas han hecho el intento de construir una verdadera cantera de talento.

El Centro Deportivo Olímpico Mexicano, el CDOM y el llamado Compromiso Integral de México con sus Atletas, CIMA, han proporcionado instalaciones para la práctica del deporte y recursos para apoyar a aquellos atletas que han alcanzado ya un nivel competitivo. Esto es positivo, por supuesto, pero no resuelve el problema fundamental de la falta de una cantera de niños y jóvenes. Los pocos triunfos que los mexicanos logran en Juegos Olímpicos u otras competencias internacionales suelen ser producto de un esfuerzo individual a lo largo de toda una vida y no de una política diseñada para generar buenos resultados.

México sigue siendo un país que manda delegaciones relativamente numerosas a los Juegos Olímpicos. Este año en Atenas hemos sido representados por 114 atletas. Desde el principio, sin embargo, las perspectivas reales de medallas eran pequeñas. Rodrigo González, subdirector de Calidad en el Deporte de la Conade y director de CIMA, señalaba con anterioridad que la delegación podría obtener un máximo de siete medallas de distintos niveles, una más que las seis (una de oro, dos de plata y tres de bronce) de los Olímpicos de Sydney en 2000. Todo parece indicar que quedaremos lejos de ese objetivo máximo. Si bien Ana Guevara puede conseguir una presea y quizá algún marchista sorprenda con otra, es posible que nos vayamos en blanco.

Pero la culpa no es de los dirigentes ni de los entrenadores ni de los atletas. Si de verdad queremos tener éxito en el deporte de alto rendimiento, necesitamos una cantera que produzca un número suficiente de jóvenes promesas. Todo lo demás es demagogia.Medallero.

En el momento de escribir este artículo 47 países han obtenido medallas olímpicas. China y Estados Unidos pelean el primer lugar entre naciones. Lo sorprendente es que Australia, con menos de 20 millones de habitantes, se encuentra en cuarto lugar, con 19 medallas, siete de ellas de oro.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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