“Hay que respetar la institución. No hay que astillar la silla... porque si no, nadie
se va a poder sentar en ella después”.
Andrés Manuel López Obrador
No hay duda de que el poder modera. Si no me cree usted, vea por favor la posición del tabasqueño jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, ante la invasión del rancho de doña Mercedes, la madre del presidente Vicente Fox, ocurrida este pasado fin de semana.
En su habitual conferencia de prensa matutina de este domingo nueve de febrero, López Obrador cuestionó la invasión del rancho. De hecho, quizá fue incluso más vehemente que el propio presidente Fox en sus declaraciones tras acudir a misa en San Francisco del Rincón. “No debemos festinar estos actos -dijo Andrés Manuel-porque no es a través de ellos como se resuelven los problemas.” Y continuó: “Lo que está mal es el modito. No está bien. Lo mejor es el diálogo.”
A nadie debería sorprender que un político cuestione la invasión de un rancho privado para presionar a un funcionario público que no tiene nada que ver con la resolución de un problema. Tal es el caso del Presidente -o, peor aun, de doña Mercedes, quien ni siquiera es funcionaria- en un asunto en que es el Gobierno de los Estados Unidos el que ha dejado de cumplir con un compromiso contraído con los trabajadores del programa de braceros de 1942 a 1964. Lo sorprendente es que el político que hoy pide madurez en este tema es el mismo que en 1995 dirigió el bloqueo pozos petroleros de Pemex en Tabasco para protestar por un resultado electoral con el que no estaba de acuerdo. La protesta puede haber sido correcta, pero el “modito” es lo que estaba mal.
Hay dos factores que han llevado al cambio de actitud de Andrés Manuel ante las protestas sociales o de grupos políticos que se llevan a cabo violando los derechos de terceros. Uno de ellos es, por supuesto, la muy presente posibilidad de que pueda ganar los comicios presidenciales del 2006. Previendo las dificultades que tendrá para gobernar, especialmente en un país en el que el PRD y varias organizaciones afines a este partido han encontrado un modus vivendi en la realización de protestas que violan los derechos de terceros, Andrés Manuel quiere evitar que le “astillen la silla presidencial”, porque si no nadie se va a poder sentar en ella en el futuro.
El otro factor de moderación es el ejercicio del poder. No es lo mismo gobernar que participar en protestas públicas. Quienes gobiernan tienden a dejar atrás las posiciones radicales que pudieron haber asumido en el pasado y que incluso les facilitaron el acceso al poder. Esto ocurre por igual en la izquierda que en la derecha. Luiz Inácio Lula da Silva, por ejemplo, ha sido un presidente de Brasil mucho más moderado de lo que podíamos suponer por su retórica de décadas en la oposición. Ariel Sharon, como primer ministro de Israel, ha dejado de buscar ese Yeretz Yisrael -ese Gran Israel que incluiría los territorios de Judea y Samaria en Palestina- que promovió cuando estuvo en la oposición.
El propio presidente Fox es hoy un político mucho más moderado que el que estuvo en la oposición. No podemos olvidar que Fox se colocó una vez unas orejas de burro para burlarse del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. También se levantó y se salió con grandes aspavientos durante la lectura del quinto informe de gobierno de Ernesto Zedillo y les explicó a los reporteros en el atrio del Palacio Legislativo que se iba porque tenía mejores cosas qué hacer. De hecho, bien podemos imaginarnos cuál habría sido la actitud de Fox si alguno de sus dos predecesores hubiese promovido a su esposa para sucederlo como Presidente de la República. Hoy, sin embargo, Fox es un presidente que constantemente pide a las oposiciones responsabilidad para sacar al país adelante.
Hay algo positivo en la moderación que hemos visto en los últimos meses en López Obrador. Nos demuestra que incluso los políticos que han asumido posiciones más radicales en el pasado pueden volverse moderados en el momento de ejercer el poder. Y ésta es una buena noticia para los mexicanos. Después de todo, la experiencia en México y en otros países del mundo nos señala que el radicalismo no ayuda a la gente del pueblo y en cambio sí puede generar un deterioro marcado en la economía de un país.
Transparencia
Rosario Robles tiene razón en exigir que se realice y se dé a conocer una auditoría externa e imparcial sobre su gestión como presidenta del PRD. Si se ataca su integridad, tiene derecho a conocer cuáles son las bases para ese ataque. Pero también los ciudadanos comunes y corrientes tenemos derecho a conocer esa auditoría, porque finalmente somos nosotros los que pagamos el gasto de los partidos políticos.
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