“El que parte y comparte se queda
con la mayor parte”.
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México no es el único país que está tratando de modificar un sistema de pensiones que no es sustentable en el largo plazo. En todo el mundo las empresas y Gobiernos se han dado cuenta de que los tradicionales sistemas de reparto simplemente no pueden sobrevivir y deben ser reemplazados por cuentas individuales.
En los regímenes de reparto, las aportaciones de trabajadores y patrones se acumulan en una reserva central y el dinero después se reparte entre quienes se van retirando. Este sistema tiene varios problemas. Uno de ellos es su falta de “portabilidad”: quien trabaja en una empresa no puede llevarse su pensión a otra firma. Pero el problema fundamental es la dificultad de mantener financieramente sanos estos sistemas cuando el número de pensionados aumenta el incrementarse la edad promedio de la fuerza trabajadora.
Hace apenas unas semanas United Airlines, la aerolínea estadounidense que está tratando de resurgir de una bancarrota formal, decidió dejar de aportar dinero a su fondo de pensiones. El pasado mes de julio omitió un primer pago de 100 millones de dólares; en septiembre dejará de realizar otro de 500 millones y en octubre uno más de 100 millones. Es muy probable, de hecho, que la aerolínea termine por eliminar completamente su sistema de pensiones. El pasivo actual por este fondo es de 7,500 millones de dólares: suficiente para destruir definitivamente a la empresa.
Muchas firmas de larga trayectoria, de hecho, están teniendo problemas serios para financiar sus fondos de pensiones. Se calcula que el déficit total de estos sistemas sólo en las empresas de Estados Unidos asciende a 300 mil millones de dólares, casi la mitad del producto interno bruto anual de México. Una de las razones por las cuales las firmas tradicionales no pueden ya competir en muchos campos con sus nuevos rivales es por el costo de estos fondos. General Motors, Ford, United Airlines e IBM son sólo algunos de los grandes consorcios que han perdido competitividad por sus pensiones.
En contraste las nuevas empresas, las que están marcando la pauta de competitividad en la nueva economía, están adoptando sistemas de pensiones individuales. Empresas como Microsoft, Dell y Southwestern Airlines se caracterizan todas por contar con ellos. Tanto el trabajador como la empresa aportan recursos a un fondo, pero éste le pertenece en lo individual al trabajador. Con esto se resuelven dos problemas. Por una parte el trabajador puede llevarse su fondo de pensiones a un empleo nuevo si así lo desea: rompe así con las cadenas que lo ataban a su patrón. Pero lo más importante es que este sistema no genera pasivos contingentes: el dinero que se deposita en la cuenta individual es un ahorro que ya existe. El trabajador no tiene que rezar para que su compañía no quiebre, con todo y su fondo de pensiones.
Chile tomó la delantera en la individualización de las cuentas desde los años ochenta y su experiencia ha sido realmente positiva: no solamente el sistema ha aumentado de forma dramática el ahorro y la prosperidad del país sino que los trabajadores han acumulado sus pensiones sin la incertidumbre de un sistema que podría quebrar. México le ha dado este sistema de cuentas individualizadas, en lo que hoy conocemos como Afores, también a los 12 millones de trabajadores afiliados al Seguro Social.
El problema es que los trabajadores y empleados del sector público mexicano siguen teniendo un sistema de reparto que, además, no está adecuadamente financiado y que por lo tanto se encuentra virtualmente quebrado. La gran disputa política que hemos visto en los últimos meses sobre las pensiones de los trabajadores del IMSS tiene qué ver directamente con la quiebra de un sistema tradicional. Pero la situación es similar, o incluso peor, en los sistemas de pensiones del ISSSTE, Pemex, la Comisión Federal de Electricidad, la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, la banca de desarrollo y muchas otras instituciones gubernamentales.
En México debemos entender que el sistema de reparto ha resultado un fracaso: es, de hecho, un gran fraude a los trabajadores, a quienes se les ha hecho creer que hay dinero en algún lugar para pagar sus pensiones cuando llegue el momento de su retiro. El sistema de cuentas individuales, el de las Afores, debe ser adoptado lo antes posible para todos los trabajadores del sector público. Y deben buscarse, además, formas para incorporar a él a los trabajadores del sector informal de la economía.
Comisiones
Es verdad que muchas Afores cobran comisiones injustificadas. Pero éste es un problema que se puede corregir con mayor información y transparencia. Si la gente sabe realmente qué Afores le cobran menos comisión, tenderá naturalmente a colocar su dinero en ellas.
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