EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Jaque mate/George W.

Sergio Sarmiento

“Tras ser atacados

por Al Qaeda, el que

bombardeáramos Irak

en respuesta es como si

hubiéramos invadido

México después de que los japoneses nos atacaron

en Pearl Harbor”.

Richard Clarke

George W. Bush tenía todo para haber sido un magnífico Presidente de los Estados Unidos. Heredó en el año 2000 un país convertido en la única gran potencia militar del mundo y también una economía boyante y sólida, sostenida por un superávit de presupuesto de 200 mil millones de dólares, el mayor de la historia.

Es verdad que el 11 de septiembre de 2001, apenas ocho meses después de asumir el poder, la Unión Americana sufrió el mayor ataque terrorista en su historia. Pero incluso ese acto de violencia pudo haber servido para unir al país y fortalecerlo.

En lugar de aprovechar esa singular oportunidad, el presidente Bush se lanzó a un esfuerzo sistemático por debilitar a su propia nación. Y cuatro años después es evidente que lo ha logrado. En materia de seguridad nacional hoy Estados Unidos es un país mucho más vulnerable al terrorismo que cuatro años antes.

En su libro Against All Enemies (Contra todos los enemigos) Richard Clarke, ex jefe del grupo antiterrorista de la Casa Blanca, ha revelado cómo el Gobierno de Bush, a pesar de que todos los indicios planteaban que el gran riesgo a la seguridad del país provenía de Osama bin Laden y la red terrorista Al Qaeda, insistió en dirigir su atención a una supuesta amenaza por parte del régimen iraquí de Saddam Hussein.

Esta amenaza nunca estuvo sustentada por información real y distrajo grandes cantidades de recursos que pudieron haberse dedicado a combatir a Al Qaeda y Bin Laden. Al final, quizá, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 eran imposibles de detener. Pero la respuesta del presidente Bush de invadir Irak era tan ilógica —en las palabras de Clarke— como si los Estados Unidos hubieran invadido México por el ataque japonés contra Pearl Harbor.

La guerra contra Irak no se ha podido justificar. Hussein no colaboraba con Al Qaeda, tampoco tenía armas de destrucción masiva y no representaba una amenaza inminente a Estados Unidos. Al final sólo queda como excusa el hecho de que Hussein era un dictador. Pero el mundo está lleno de dictadores y Estados Unidos no invade por ello sus países.

Lo peor de todo es que el mundo y los Estados Unidos hoy son más peligrosos debido a la guerra con Irak. Esta invasión ha unido a grupos nacionalistas árabes y a islamistas radicales que antes ni siquiera se hablaban. En consecuencia han aumentado los riesgos de ataques terroristas, como los que hemos visto en Bali y en Madrid.

En materia económica el Gobierno de Bush ha sido igualmente desastroso. Si bien se presentó en su campaña de 2000 como un republicano sensato dispuesto a luchar en contra del populismo de los demócratas, ha sido el Presidente estadounidense más populista de la historia. Heredó una economía en expansión, con un superávit de presupuesto de 200 mil millones de dólares al año y tras malversar ese dinero hundió a su país en una prolongada recesión con un déficit de 500 mil millones de dólares anuales. El déficit lo produjo Bush al recortar impuestos a los ricos sin reducir los gastos gubernamentales y sobre todo, sin hacer las Reformas Estructurales que habrían simplificado el sistema fiscal para promover un aumento natural de la recaudación.

Ni siquiera en comercio exterior ha aplicado el Gobierno del presidente Bush medidas sensatas. El arancel especial que impuso al acero favoreció a las empresas siderúrgicas nacionales, pero costó cientos de miles de empleos a las empresas de productos terminados que tuvieron que pagar más por el acero y cuyos productos no fueron ya competitivos. Aumentó en vez de reducir los onerosos subsidios al campo. Y cuatro años después del inicio de su mandato los camiones mexicanos siguen sin poder entrar en territorio estadounidense, a pesar de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte lo permite desde 1997.

Es difícil pensar en un Presidente de cualquier lugar del mundo que haya heredado tantas ventajas y las haya no sólo desperdiciado sino convertido en punto de partida de un desastre en seguridad nacional y economía.

Lo peor de todo es que las encuestas de opinión sugieren fuertemente que Bush será reelecto hoy. El daño a los Estados Unidos y al mundo, al parecer, va a continuar.

Día de muertos

“Si la muerte pisa mi huerto ¿quién firmará que he muerto de muerte natural? ¿Cuál de todos mis amores ha de comprar las flores para mi funeral?... ¿Quién se acostará en mi cama, se pondrá mi pijama y gozará a mi mujer?... ¿Quién pondrá fin a mi diario, al caer la última hoja en mi calendario?” Joan Manuel Serrat.

Correo electrónico:

sergiosarmieto@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 117355

elsiglo.mx