EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Jaque mate/Indocumentados

Sergio Sarmiento

“Pues aunque aquí me tratan mal,

me siguen tratando mejor que allá”.

Francisco López

LOS ÁNGELES, California, EUA.- Este viernes pasado en México el secretario de seguridad interna de los Estados Unidos, Tom Ridge, firmó un acuerdo de repatriación de trabajadores mexicanos con el secretario de gobernación de México Santiago Creel. El convenio establece reglas para garantizar el respeto a los derechos de los mexicanos repatriados. Pero aquí en Los Ángeles, el mayor destino de indocumentados mexicanos en Estados Unidos, nadie parece estar enterado del acuerdo que noticia de primera plana en México ni a nadie parece interesarle.

La razón es muy sencilla. La repatriación es la peor pesadilla para cualquier mexicano en la Unión Americana. Poca atención generan las reglas para esta medida. Lo más importante para los mexicanos en Los Ángeles es no ser repatriados. Ése es el castigo más temido, no la manera en que el acto se lleva a cabo.

Nadie conoce exactamente las cifras, porque nadie puede censar a los indocumentados, pero se calcula que el número de mexicanos indocumentados en Estados Unidos oscila entre seis y diez millones. Si se añaden aquellos que ya están legalizados, así como sus descendientes, la cifra se eleva a 20 millones. Estamos hablando de casi un 20 por ciento de los 104 millones de mexicanos que residimos en México. Éste es quizá el fenómeno migratorio más importante de la historia de la humanidad. Si el exilio de una décima parte de la población de Cuba ha sido considerado como una prueba del fracaso político y económico del régimen de Fidel Castro, ya podremos ir sacando cuentas de lo que significa haber expulsado al 20 por ciento de nuestra población.

Lo peor de todo es que nuestros indocumentados arriesgan vida y salud para buscar una existencia más digna que, de haber aplicado nosotros políticas económicas más adecuadas, podríamos tener en México. La pobreza de nuestro país no es un producto de nuestra cultura ni de un mal karma. Es consecuencia de una estrategia económica errónea aplicada durante décadas o quizá siglos.

Estados Unidos y México comparten un mismo territorio en Norteamérica. Las riquezas naturales a ambos lados de la frontera son, si no iguales, cuando menos similares. Pero hace 300 años el ingreso promedio de los habitantes de la Nueva España y de las colonias británicas de Norteamérica era razonablemente similar, mientras que para fines del siglo XIX ya el estadounidense promedio era dos veces más rico que el mexicano. Y la brecha se sigue ampliando. Hoy el ingreso promedio de un estadounidense es seis veces superior al de un mexicano.

Hay muchas diferencias entre las políticas económicas de México y las de Estados Unidos y otros países que han alcanzado altos niveles de prosperidad. Pero quizá la más notable es la apertura económica. Estados Unidos es un país en el que la libertad de comercio y de inversión ha sido siempre uno de los cimientos de la actividad económica. En México desde tiempos de la colonia, o quizá más bien desde la era prehispánica, el Estado ha mantenido un control estrecho sobre la actividad económica privada.

Los políticos nos dicen que esto es consecuencia de la naturaleza misma de los mexicanos. Según ellos nuestros compatriotas no están preparados para un mercado abierto ni quieren un país en el que imperen las reglas inmisericordes de la oferta y la demanda. Pero si esto es verdad, cómo se explica que una quinta parte de nuestra población haya arriesgado la vida y la salud para buscar mejores oportunidades de vida en un país que se caracteriza, precisamente, por tener ese sistema económico que supuestamente rechazan los mexicanos. Nuestros compatriotas claramente han votado con los pies por un sistema económico de mayor apertura que el que tenemos en nuestro país.

Me parece maravilloso que el Estado mexicano tome medidas para proteger los derechos de los infortunados migrantes mexicanos que son capturados y repatriados a nuestro país. Qué bueno que se les respete y que no se abuse de ellos. Pero la verdadera solución al problema no radica en garantizar los derechos de los repatriados sino en tomar medidas para que en México tengamos un nivel de vida que le ofrezca a los mexicanos un nivel de vida razonable, para que no tengan que buscar en otros lugares el sistema económico que el Estado mexicano les ha negado.

Nader

Ralph Nader es el típico radical progresista que debe imponer su verdad a la sociedad a cualquier costo. Ahora el candidato independiente a la presidencia de Estados Unidos, que en el año 2000 fue postulado al cargo por el Partido Verde de ese país, bien puede conseguir lo que se pensaba ya difícil: garantizar, por segunda vez, la elección del republicano George W. Bush.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 75419

elsiglo.mx