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Jaque mate/Invención de Dios

Sergio Sarmiento

“Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo”.

Voltaire

Todas las sociedades del mundo -sin importar su avance o retraso, su ubicación geográfica o en el tiempo- han tenido un concepto de Dios y todas Le han rendido culto.

Esta sorprendente unanimidad ha sido vista como un argumento a favor de la existencia de Dios. Se trata de una variante del razonamiento de las ideas innatas de René Descartes, el filósofo francés, quien se preguntaba: Si Dios es un ser que por su naturaleza trasciende mi capacidad de entendimiento, ¿cómo puedo albergar una idea de Él? Solamente si Él mismo la implantó en mi mente. De la misma manera, ¿cómo pueden tener sociedades tan distintas el concepto de Dios? Sólo si Él mismo la infundió.

Lejos de la idea de que la ciencia moderna se aleja cada vez más de Dios, muchos científicos modernos se acercan a Él. Muchos físicos y químicos de las últimas décadas usan una terminología que se parece cada vez más a la de la metafísica o incluso a la de la teología. Comparten el asombro de Aristóteles quien, al contemplar la inmensidad del universo, llegó a la conclusión de que se necesita una causa prima, una primera causa, para explicar su existencia. El todo no puede surgir de la nada. Tiene que haber una creación.

Los químicos y los biólogos, por otra parte, han logrado entender que la vida es fundamentalmente una combinación de moléculas de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Pero se dan cuenta también que el simple hecho de colocar juntas algunas moléculas de este tipo, bajo cualquier condición ambiental, no resulta en la creación de vida. Hay algo adicional, algo inexplicado, en la mezcla que permite el surgimiento de la vida. Y a ese elemento, algunos, tímidamente, le han llamado Dios.

Hay una gran diferencia, sin embargo, entre el Dios de la religión natural y el de las religiones organizadas. Los seres humanos, a pesar de creer en un ser que por su propia naturaleza rebasa su comprensión, Le han atribuido sus propias ideas e incluso sus prejuicios.

Por eso, aunque hay una sorprendente unanimidad entre los pueblos de la humanidad por su creencia en Dios, los detalles de las teologías y los esquemas de valores surgidos supuestamente de Dios son absolutamente distintos.

A lo largo de la historia el nombre de Dios se ha utilizado constantemente para justificar guerras y abusos a los derechos individuales. Tanto los musulmanes como los cristianos enfrentados en las cruzadas aseguraban tener la bendición de Dios. Protestantes y católicos en las guerras europeas de religión de los siglos XVII y XVIII compartían esa misma convicción mientras se mataban unos a otros.

Los ministros protestantes puritanos y los sacerdotes de la Inquisición católica afirmaban estar haciendo el trabajo de Dios cuando quemaban vivas a mujeres a las que llamaban brujas.

Las cosas no han cambiado demasiado. En México, las comunidades indígenas católicas expulsan a quienes se convierten al “cristianismo”. George W. Bush, un cristiano vuelto a nacer, ordenó la invasión de Irak porque Dios le ordenó derrocar al perverso Saddam Hussein.

Osama bin Laden sintió justificados los ataques en contra de las torres gemelas de Nueva York porque Dios quería castigar al imperio americano, al imperio del mal.

La religión natural nos sugiere que hay un orden en la naturaleza establecido por Dios. Las religiones organizadas nos dicen que Dios rompe sus propias reglas a través de los milagros. La religión natural nos sugiere que los humanos no podemos conocer los designios de Dios. Las religiones organizadas nos dicen que Dios mandó grabar unos mandamientos éticos en unas tablas de piedra, que Dios quiso tener un hijo humano con una mujer cuya virginidad conservó después del parto o que Dios permite que un hombre pueda tener cuatro esposas pero no deja que una mujer tenga cuatro esposos.

No hay soberbia peor que la de los sacerdotes de las religiones organizadas cuando afirman que ellos sí conocen los designios de Dios. Para ellos Dios, más que un ser inescrutable e incognoscible, es el cómplice de las decisiones que les convienen.

La Navidad, uno de los grandes festejos del cristianismo, debe servir para reflexionar sobre Dios. Pero sería bueno que pensáramos en ese Dios de la religión natural que los filósofos y los científicos han considerado indispensable y no tanto en el que las religiones organizadas han inventado para su propia conveniencia.

Partidocracia

En México no es suficiente tener más el mayor número de votos. José Hernández Mendoza recibió más sufragios que nadie en las elecciones para presidente municipal de Las Vigas, Veracruz, el cinco de septiembre. Pero sus votos fueron anulados porque no lo postuló ningún partido. Sin duda vivimos, más que en una democracia, en una dictadura de partidos.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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