EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Jaque mate/La verdad

Sergio Sarmiento

“Nunca es triste la verdad.

Lo que no tiene es remedio”.

Joan Manuel Serrat

Nuevamente es 23 de marzo y una vez más se escuchan las voces que exigen la verdad sobre la muerte de Luis Donaldo Colosio. Sólo que esta exigencia se detiene siempre ante las puertas de la verdad. Se demanda la verdad, pero sólo si se ajusta a una idea previa de ella.

Ésta ha sido la gran tragedia de las investigaciones sobre el caso Colosio. Cuatro fiscales especiales bajo cuatro procuradores de justicia estuvieron a cargo de la investigación. Los cuatro recibieron instrucciones de buscar una conspiración, porque eso era lo que convenía políticamente. Tres de ellos -Miguel Montes, Olga Islas y Luis Raúl González Pérez— tuvieron el valor de aceptar que las pruebas no se amoldaban a esa visión previa de la verdad. Sólo uno, Pablo Chapa Bezanilla, llevó la teoría a una acusación concreta: contra Othón Cortés por ser supuestamente el segundo tirador en contra de Colosio. El juicio y la apelación ratificaron, sin embargo, lo que demostraban las pruebas periciales: los dos disparos al candidato fueron hechos por Mario Aburto.

En Aburto se encuentra la clave de lo ocurrido el 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas. El entonces obrero de maquiladora tenía 23 años de edad y una personalidad desequilibrada. Para el atentado usó un viejo revólver Taurus con sólo cuatro balas en un cargador de seis. ¿No le alcanzó el dinero para una mejor arma o siquiera para comprar otras dos balas?

Aburto, es cierto, vivía en la pobreza. Su salario era tan escaso como el de cualquier obrero de maquiladora. Quizá el asesinato de Colosio era la forma de obtener dinero adicional de algún potentado que quería matar al candidato del PRI a la Presidencia. Pero en una tierra donde abundan los matones profesionales, Aburto era un sicario cuando menos inusitado para un trabajo tan importante. No sólo no tenía experiencia en la materia, sino que su desequilibrada personalidad lo hacía un sujeto poco confiable que podría revelar los detalles de la conspiración.

El día en que debía llevar a cabo el trabajo más importante de su vida, el asesinato de Colosio, Aburto se presentó a trabajar normalmente en la planta de Camero Magnéticos de Tijuana. Entró a las 5:45 de la mañana y salió a la 1:59 de la tarde, como lo registra su tarjeta de asistencia. Si Aburto estaba contratado para un asesinato tan importante, ¿para qué cubrir su jornada normal de trabajo? ¿Estaba tan desesperado que necesitaba ganarse su jornal? ¿Era tan pobre la conspiración que no podía compensarle siquiera el sueldo de un día como trabajador de maquiladora?

La supuesta conspiración ciertamente tomó el camino más incierto y arriesgado para matar al candidato. Un francotirador profesional habría podido ultimar de un disparo a Colosio desde las alturas de la hondonada de Lomas Taurinas sin que nunca se volviera a saber de él. Sin embargo, los conspiradores pensaron que un pistolero sin experiencia podría avanzar a empujones entre una caótica multitud y entre los escoltas hasta dispararle a quemarropa al candidato. En un atentado así era virtualmente imposible, por supuesto, la escapatoria del sicario. Pero los conspiradores tuvieron plena confianza de que Aburto nunca diría nada, aun si era sometido a tortura -cosa que ocurrió-o si se le inyectaba alguna droga. A diez años de distancia, de hecho, Aburto ha mantenido silencio. Es verdad que ha cambiado varias veces su versión de los hechos, pero nunca ha traicionado la supuesta conspiración. Para resolver los crímenes pasionales Alexandre Dumas sugería: cherchez la femme (“buscad a la mujer”). En otros tipos de crímenes la admonición natural es: cherchez l’argent (“buscad el dinero”). Lo paradójico de este caso, sin embargo, es que el dinero no aparece por ningún lado. Nunca se ha logrado relacionar una cuenta bancaria con un monto significativo a Aburto. En diez años de aislamiento en Almoloya el sicario no ha recibido ningún tipo de beneficio por haber matado al candidato del PRI. Pero tampoco su familia. Los Aburto siguen viviendo en la misma pobreza de hace diez años. ¿Está el pistolero esperando salir de la cárcel para disfrutar de un dinero oculto? Tal vez. Sólo que entonces tendrá 68 años de edad.

Por respeto a Colosio hay que exigir la verdad. Pero realmente la verdad. No una que se ajuste a una visión políticamente correcta.

El estrado

Sólo Santiago Creel y el presidente estaban programados para hablar ayer en la presentación de la Iniciativa presidencial de Reforma Electoral. Dante Delgado de Convergencia rompió el protocolo y, tras pedirle permiso al Presidente, tomó el estrado. Fox reaccionó abriendo el micrófono a los demás partidos. Se generó así el primer debate de un tema que dará mucho de qué hablar.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 79939

elsiglo.mx