“El que por la mañana ha conseguido
conocer la verdad, ya puede morir
por la tarde”.
Confucio
La compra irregular de dos barcos petroleros cuando era director general de Pemex llevó a Jorge Díaz Serrano a la cárcel durante cinco años. Este viernes pasado, el 20 de febrero, el ex funcionario afirmó por primera vez de manera pública que el entonces presidente José López Portillo le pidió directa y verbalmente que hiciera esa adquisición.
Esta afirmación la hizo Díaz Serrano en una entrevista para televisión que grabé el viernes por la mañana y que se transmitió en la noche. Lo que nos cuenta el ex director de Pemex parece ratificar la imagen popular de cómo se hacían las cosas en el México de aquel entonces. El Presidente de la República sólo tenía que darle una instrucción al director de la paraestatal para que se hiciera una millonaria compra irregular.
Díaz Serrano me dijo el viernes que él aceptó la instrucción presidencial y se mantuvo en silencio desde entonces a pesar de que tuvo que pasar cinco años en la cárcel como consecuencia de la operación: “Estaba yo chapado a la antigua. Ya no”, afirmó. Paradójicamente Díaz Serrano continuó siendo amigo de López Portillo “hasta el último momento”. En los años subsecuentes a su excarcelación, según el ex director de Pemex, hablaron “muy poco” sobre aquella fatídica instrucción: “Yo no lo iba a provocar nunca, porque yo lo había decidido así... (Y) él nunca sacó a colación el tema”. ¿Por qué revelar el hecho después de tantos años? Díaz Serrano me dijo: “Esto tenía que salir a la luz. Pero mientras él viviera, no... Por respeto a él. Sabía que le iba a costar la muerte si yo decía lo que acabo de decir”.
La acusación de Díaz Serrano, sin embargo, me trae a la memoria unas palabras que dijo Francisco Labastida este 18 de febrero cuando acudió al velorio de López Portillo. Labastida se negó a hacer un juicio sobre el ex presidente ante la prensa porque dijo que no es correcto hablar mal de alguien al morir cuando no se ha tenido el valor de criticarlo en vida. Hoy Díaz Serrano afirma que recibió una instrucción directa y verbal de López Portillo para comprar a un precio inflado aquellos dos barcos petroleros que serían la razón posterior de su encarcelamiento. Pero su palabra no puede ya contrastarse contra la de nadie más. Cabe suponer que en un caso tan delicado como ése, en el que aparentemente se estaba dando la orden de hacer una compra millonaria irregular, el Presidente no le habría comunicado la información a nadie más que a la persona encargada de operar la transacción.
Si Díaz Serrano hubiese argumentado tal instrucción en su defensa, la verdad jurídica habría tenido que definirse entre su palabra y la del ex presidente. Pero hoy ya sólo queda un testigo de aquella orden y es la de un testigo interesado en limpiar su nombre. Díaz Serrano ha afirmado ahora y en el pasado que su encarcelamiento fue producto de una persecución política ordenada por Miguel de la Madrid. La conversación que tuve con él este viernes, sugiere que él mismo se da cuenta de que hubo pruebas suficientes para procesarlo por la compra de esos buques. Pero el problema es que no pudo o no quiso revelar que había recibido una orden del Presidente para adquirirlos.
¿Por qué guardar silencio tantos años? Porque así se hacían las cosas antes, sugiere Díaz Serrano. Un periodista amigo plantea otra posibilidad: que López Portillo tenía también información sobre ilícitos de Díaz Serrano y por eso calló hasta que el ex presidente ya no podía hablar. Al final, sin embargo, todo queda en especulación.
No deja de ser curiosa, la trayectoria de estos dos hombres, amigos desde los 13 años y colaboradores en un momento crucial en la historia de México. La imagen de corrupción del sexenio de López Portillo se ha nutrido en buena medida de ellos. Pero ambos parecen haber llegado al final de su vida sin las grandes fortunas que se les sospecharon. López Portillo aparentemente vivió sus últimos años sólo de los recursos que le proporcionaba su pensión como ex presidente. Díaz Serrano reside en una casa relativamente modesta de la colonia Anzures en la ciudad de México. ¿Quién se benefició entonces de la compra de esos dos barcos cuya memoria el tiempo no ha podido borrar?
Estacional
Sin citarme por nombre, el presidente Fox parece haber hecho mención en su conferencia de prensa del viernes en Monterrey a mi artículo de ese día “¿Cien mil empleos?” El Presidente reiteró que el aumento de 100 mil empleos formales entre el 15 de enero y el 15 de febrero es real. Pero reconoció, como argumenté en este espacio, que hubo una disminución anterior en el empleo y que el fenómeno es, hasta el momento, estacional. Aun así, dijo, hay ya una tendencia a mejorar.
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