“Ninguna mujer en mi tiempo
será primera ministra”.
Margaret Thatcher en 1969
Algo extraño ocurrió en la cuidad de Chihuahua en estas elecciones del pasado cuatro de julio. El candidato del PRI al Gobierno del estado, José Reyes Baeza, alcanzó un holgado triunfo en la ciudad frente a su rival panista-perredista Javier Corral. Los candidatos priistas a las diputaciones estatales en los distritos de la ciudad también consiguieron el triunfo.
Y, sin embargo, el PRI perdió la elección para la presidencia municipal.
Los electores de la ciudad de Chihuahua ejercieron así un voto notablemente diferenciado. Para gobernador y para diputados votaron por la Alianza con la Gente que incluía al PRI, pero para presidente municipal lo hicieron a favor del candidato de la alianza Todos Somos Chihuahua del PAN y el PRD.
Lo que ha generado preocupación en este caso es que el voto diferenciado afectó directamente a una mujer, a la priista Martha Laguette, candidata de la Alianza con la Gente a la presidencia municipal de Chihuahua.
La jornada del cuatro de julio fue importante en nuestra historia política porque la perredista zacatecana Amalia García se convirtió en la primera mujer en ser electa gobernadora de un estado en unos comicios realmente democráticos. La gran pregunta es si en esa misma jornada, a cientos de kilómetros al norte otra mujer, Martha Laguette, fue derrotada en una elección por el simple hecho de ser mujer.
Es difícil saber a la distancia y sin el apoyo de encuestas de salida que hubiesen indagado las razones del voto, cuál fue realmente la razón de la derrota de Martha Laguette. La explicación de que el voto diferenciado fue producto del hecho de que Laguette es mujer ha sido tomada con irritación por algunos políticos, pero con un guiño de entendimiento por otros.
Hace ya tiempo una priista importante me decía que, desde que empezaron los procesos internos del PRI, no ha habido una sola mujer candidata a un Gobierno estatal en su partido. Hay candidatas a cargos legislativos, es cierto, pero en parte porque las imponen las cuotas. Cuando se juegan puestos ejecutivos el conservadurismo se vuelve mayor.
Por esta razón sería realmente preocupante que Martha Laguette hubiese sido derrotada por el simple hecho de ser mujer. Sería un mensaje a los operadores políticos en el sentido de que una mujer debe enfrentar todavía un porcentaje significativo de voto negativo por pertenecer a su género. Esto cerraría las puertas a nuevas candidaturas de mujeres.
Muchos priistas aún recuerdan el caso de Margarita Ortega, candidata del PRI al Gobierno del estado de Baja California, que fue derrotada por el panista Ernesto Ruffo Appel en 1989. Este proceso abrió las puertas al primer Gobierno de oposición en cualquier entidad del país en la era del PRI. Y si bien no era políticamente correcto decirlo abiertamente, muchos priistas en Baja California atribuían la derrota, más que a errores propios, al hecho de que la candidata había sido una mujer.
Quizá el tema debió haberse discutido de manera más abierta entonces, porque en realidad había otros factores importantes que explicaban el triunfo del PAN. Uno de ellos era el simple hecho de que Ruffo tenía un arraigo real en el estado, donde acaba de ser presidente municipal de Ensenada, mientras que Margarita Ortega había hecho su carrera política en la ciudad de México. Otro factor que afectó el resultado de esa elección, sin duda, fue el desprestigio del PRI después de varios Gobiernos marcados por la corrupción y la insensibilidad política.
Hoy hay que hacer también un análisis serio de la derrota de Martha Laguette en Chihuahua. Su género pudo haber sido un factor en contra, pero hay otros que deben examinarse también. Juan Blanco, el candidato de oposición, es un empresario surgido de la Coparmex y sin experiencia política previa. Y en varias entidades del país se ha demostrado que los empresarios no manchados por la actividad política pueden tener una gran aceptación. Está ahí el caso de Felipe González en Aguascalientes en 1998.
Lo peor que podemos hacer es cerrar los ojos a lo que ocurrió en Chihuahua. Es un hecho que hubo en esa ciudad un voto diferenciado. Lo importante es entender si fue un voto en contra de Martha Laguette por ser mujer, o quizá por ser política profesional, o a favor de Juan Blanco, por su popularidad personal y por el hecho de que, al no tener experiencia política previa, no estaba afectado por el desprecio que los mexicanos sienten por sus políticos.
Última vez
La última vez que un no priista ocupó la presidencia municipal de Chihuahua fue en 1983. En ese año don Luis H. Álvarez triunfó en los comicios municipales al tiempo que Francisco Barrio ganaba la alcaldía de Ciudad Juárez.
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