“Hay una violencia indispensable:
la violencia contra la violencia”.
André Maurois
Ciudad Juárez, Chihuahua.- En la noche del 29 de abril, después de terminar de grabar una entrevista para la televisión, le digo a mi equipo de trabajo: “Mañana salgo temprano para Ciudad Juárez”. Mi productora ejecutiva, sorprendida, me pregunta en automático: “¿No te da miedo?”
En esta frase se plasma uno de los problemas fundamentales de una ciudad que hasta hace unos años era una de las más pujantes de nuestro país. Hoy Juárez se encuentra sumida en una terrible crisis económica. Más de la mitad de los empleos que ha perdido la industria maquiladora en los últimos años se encontraban ahí. Y uno de los factores cruciales ha sido la reputación de violencia que agobia a la ciudad.
El que al llamado cártel de Juárez se le conozca con este nombre ha contribuido sin duda a esta imagen. Más devastador ha sido, sin embargo, el caso de las muertas de Juárez.
Si bien la mayoría de las historias periodísticas sobre las muertas de Juárez parten de la idea de que nadie ha prestado suficiente atención a la violación y homicidio sistemático de mujeres en esa ciudad, la verdad es que ningún tema ha tenido una atención tan intensa de los medios de comunicación a lo largo de toda una década.
Quizá el problema mayor de esta cobertura es que se ha basado en un mito que muy pocos se atreven a desmentir. La afirmación de que a lo largo de una década un grupo de asesinos seriales ha violado y matado con sadismo a más de 300 mujeres en Ciudad Juárez y que lo sigue haciendo, es cuando menos una exageración.
Según la llamada “auditoría periodística” llevada a cabo por Elías Montañez, Francisco Javier Pizarro y Arturo del Hierro para el Instituto Chihuahuense de la Mujer, un total de 321 mujeres fueron asesinadas en Ciudad Juárez entre marzo de 1993 y julio de 2003. De éstas, 90 fueron objeto de ataques sexuales. Las demás murieron por razones pasionales (53), venganzas (45), riñas (30), narcotráfico (24), robos (22), violencia intrafamiliar (18) e imprudencia (13). Veintiséis casos no han quedado clasificados en ninguno de estos grupos.
Podrá cuestionarse la precisión de estas cifras. Amnistía Internacional afirma en su informe sobre el tema que han sido 370 las víctimas, si bien reconoce que esto es una estimación; plantea además que 134 sufrieron agresiones sexuales. Pero independientemente de las cifras precisas, es incorrecto pretender que todo homicidio de una mujer en Ciudad Juárez en la última década ha sido producto de un grupo de asesinos seriales que primero viola y después mata a sus víctimas.
Hay razones para pensar que, efectivamente, hubo uno o varios grupos de asesinos seriales entre 1993 y 1998. En esos años se acumulan la mayor parte de las víctimas de casos sexuales y se encuentran numerosos casos de homicidios de extraordinario sadismo que responden a un patrón serial. Las muertes de los últimos años, sin embargo, muestran otras motivaciones y formas de actuación.
Ningún homicidio de una mujer -o de un hombre- debe quedar impune. Quizá lo que más irrita es que, a pesar de que se ha encarcelado a numerosas personas por participar en algunos de estos homicidios (las autoridades judiciales de Chihuahua afirmaban el año pasado que de los 90 homicidios sexuales 35 estaban resueltos), la mayoría permanecen impunes. Pero éste no es un problema que se limite a Juárez. Más del 90 por ciento de los homicidios en nuestro país nunca son castigados.
En Ciudad Juárez se han registrado en promedio más de diez homicidios sexuales de mujeres al año en la última década. Esta es una cifra terrible, pero no única. Tan sólo en el Distrito Federal se registran más de 700 homicidios al año. Si bien las cifras que la Procuraduría del Distrito Federal publica en Internet no distinguen entre hombres y mujeres ni detallan las razones de los hechos, cabe suponer que el número de homicidios sexuales de mujeres en la capital del país es superior al de Juárez. De hecho, Ciudad Juárez tiene una tasa de 31.6 homicidios por cada 100 mil personas, el cual es más bajo que los de Guadalajara (114.1), Ciudad Nezahualcóyotl (40.5), Nuevo Laredo (37.0), Puebla (35.4) y Ecatepec (33.0).
El que la historia de las mujeres de Juárez haya sido exagerada por los medios informativos no le quita importancia. La principal función del Estado es proteger la seguridad de los gobernados. En esto los gobiernos mexicanos han fallado dramáticamente. Pero el problema no es sólo de Juárez, sino de buena parte del país.
Investigadores
María López Urbina es hoy fiscal especial de la PGR para las muertas de Juárez. Tiene un presupuesto de 70 millones de pesos al año y 50 funcionarios. Gobernación nombró comisionada a Guadalupe Morfín. También investiga, por supuesto, la procuraduría del estado de Chihuahua.
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