“Debemos apoyar cualquier cosa a la que se oponga
el enemigo y oponernos
a cualquier cosa que
apoye el enemigo”.
Mao Zedong
Si alguna duda teníamos que a los legisladores no les importa el dinero de los contribuyentes, ahí queda como ejemplo el punto de acuerdo de la mayoría opositora que conforman el PRI y el PRD en la Comisión Permanente del Congreso. Estos dos partidos se unieron para rechazar, antes incluso de que exista una iniciativa formal, la propuesta fusión entre Nacional Financiera (Nafin) y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). La fusión de instituciones que llevan a cabo funciones iguales o similares es una manera de lograr ahorros en el gasto no sólo de los Gobiernos sino de cualquier unidad de actividad económica. Si el Gobierno de la República tiene dos financieras que hacen préstamos a empresas, como ocurre con Nafin y Bancomext, la fusión puede significar un ahorro significativo en oficinas, equipos de contabilidad y burocracia en general.
El propio Mario Laborín, director general de Nafin, señaló hace unos días, en la clausura de la Convención Nacional Hacendaria, que el ahorro de gastos por una fusión de estas dos instituciones podría ser de hasta 50 por ciento. ¿Por qué, entonces, se opusieron los legisladores del PRI y del PRD? Todos los partidos políticos, en principio, deberían aplaudir una medida que implica reducir costos de operación del Gobierno sin afectar los servicios, que en este caso son los créditos que se ofrecen a las empresas que operan en nuestro país.
Los legisladores priistas y perredistas no ofrecieron ninguna información que permita suponer que los ahorros no serán tan importantes como se supone. De hecho, ni siquiera cuentan con estudios que les permitan argumentar el caso de un lado o del otro. Su respuesta a la propuesta presidencial es simplemente política.
El objetivo es negarle al Presidente la oportunidad de hacer cualquier mejora de fondo en la operación gubernamental. El mensaje en el sentido de que el Gobierno debe buscar maneras de lograr que las dos instituciones funcionen mejor por separado es absurdo: no se puede pedir que se mejore el desempeño de las instituciones gubernamentales cuando no se aceptan las medidas concretas que permitirían que esta mejora tenga lugar. El Gobierno del presidente Fox puede argumentar que ya ha hecho un gran esfuerzo para mejorar el desempeño de estas financieras gubernamentales. Por lo pronto Nafin, que operaba hasta el sexenio pasado con pérdidas, ha pasado ya a tener números negros tras un adelgazamiento radical en personal y procedimientos. Este simple hecho es un gran logro del Gobierno y del director de la institución.
Pero no es suficiente, especialmente cuando se han identificado otras formas de lograr ahorros. ¿Por qué se niegan los legisladores a aplicar las reformas de fondo, incluso la fusión de las dos instituciones, que permitirían tales ahorros? Quizá porque no se han enterado para quién trabajan. Lo lógico sería que los diputados y senadores cuidaran los intereses de los ciudadanos. Éstos no sólo los eligieron y les pagan sus dietas y privilegios a través de los impuestos, sino que son también los verdaderos dueños de todas las empresas paraestatales. Y al pueblo de México, sin duda, lo que le conviene es que las financieras del Gobierno sigan otorgando créditos pero con el menor costo posible de operación. Los legisladores que se han opuesto a una fusión entre Nafin y Bancomext que generaría ahorros, sin embargo, piensan que en realidad trabajan para los sindicatos de burócratas y para los funcionarios de los bancos, a quienes les conviene conservar sus empleos, independientemente de qué tan productivos puedan ser.
Por lo tanto los protegen aun a costa de los intereses de los verdaderos dueños, que somos los ciudadanos. El tema de la fusión de dos instituciones del Gobierno debería estudiarse con cifras exactas del costo de la medida, de las sinergias y de los ahorros de largo plazo. Es insensato rechazar la fusión antes de que se presente formalmente. El tema debe ser pragmático y no ideológico. Los legisladores de oposición no pueden simplemente rechazar todo lo que provenga del Gobierno. Su cometido debe ser el beneficio de un pueblo que necesita que los servicios públicos se realicen al menor costo posible.
Lo sembrado
El Gobierno panista está pagando hoy lo que en el pasado sembró como oposición. Recordemos que en el sexenio de Ernesto Zedillo el secretario de hacienda, José Ángel Gurría, propuso una Reforma Fiscal no muy distinta a la que ha buscado hoy el presidente Vicente Fox. Pero los diputados del PAN, encabezados entonces por Carlos Medina, la rechazaron de tajo: “Ni un peso más al Gobierno” fue la declaración de Medina que reprodujeron los periódicos.
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