“Cualquiera puede hacer
las cosas más grandes
y complejas... Se requiere
un toque de genio -y mucho valor- para hacerlas
más sencillas”.
E.F. Schumacher
Parece que los participantes del juego político nacional han olvidado porqué necesitamos una Reforma Fiscal. No se trata simplemente de aumentar la recaudación para darle más dinero a un Gobierno que no ha demostrado saber cómo gastarlo. Tampoco mantener los privilegios especiales de ciertos grupos que han hecho tan ineficiente el sistema.
No. La razón por la cual requerimos una Reforma Fiscal es para hacer más competitivo a nuestro país. Si no tenemos un sistema más sencillo y con tasas razonables, seguiremos perdiendo terreno frente a China y otros rivales en la economía globalizada en la que nos ha tocado vivir. Las propuestas de la Convención Nacional Hacendaria no se acercan siquiera a este propósito. Aun si se aplicaran las 323, el aumento en la recaudación sería relativamente reducido. Pero lo peor de todo es que no se simplificaría el sistema ni se haría más competitiva nuestra economía. Las sugerencias más importantes de las mesas de trabajo de la Convención son la disminución del IVA federal del 15 al 10 por ciento, y del 10 al 7 por ciento en las fronteras y su reemplazo por un impuesto mercantil estatal del 3 por ciento. Esto, en vez de simplificar el actual sistema, lo complica más. Los participantes en la Convención terminaron por quedar convencidos de la propuesta que el Gobierno ha venido defendiendo desde hace mucho tiempo de aplicar alguna tasa de IVA a alimentos y medicinas.
Pero si bien en los borradores previos se proponía un impuesto del 4 por ciento, al final la cifra se dejó sin definir. Nuestros políticos simplemente no tienen el valor de ponerle un número a una reforma necesaria para el bienestar del país en el largo plazo pero impopular. Si las prolongadas y sin duda onerosas reuniones de la Convención no han servido para ofrecer propuestas que cumplan con el cometido fundamental de construir un sistema fiscal más sencillo y competitivo, ¿qué opciones deben considerar los legisladores? La experiencia internacional es contundente y nos demuestra por dónde debe ir una reforma de fondo.
Los impuestos deben tener el nivel mínimo y la mayor sencillez posibles. Deben eliminarse, además, todas las excepciones y exenciones que complican el pago y el cumplimiento de la legislación. El sistema ideal para México debe incluir una disminución radical del impuesto sobre la renta a las empresas y a las personas físicas. China, nuestro principal rival comercial, cobra actualmente un 15 por ciento de impuesto a las inversiones extranjeras, pero además les da un período de gracia renovable de cinco años. Rusia descubrió hace algunos años las ventajas de la tasa única y baja y estableció un gravamen del 13 por ciento que ha funcionado muy bien. Irlanda ha sido desde hace años el país de más rápido crecimiento en Europa por su impuesto del 12.5 por ciento.
Para ser competitivos, en México deberíamos reducir el ISR para empresas y personas físicas del 33 actual a un 15 o un 20 por ciento máximo. Para que esto funcione, sin embargo, deben eliminarse todos los tratos especiales que hoy se dan a grupos de presión -desde transportistas y agricultores hasta autores y pequeños contribuyentes- y la enorme mayoría de las deducciones. La experiencia internacional demuestra que cuando la tasa es suficientemente baja y el sistema sencillo el cumplimiento se incrementa de manera espectacular. En el IVA debemos hacer lo mismo. Hay que bajar la tasa general del 15 al 10 por ciento, pero aplicarla sin excepción a todos los productos y servicios y a todas las regiones del país. Si el IVA es razonable y el procedimiento de pago sencillo, el cumplimiento mejorará también de manera sensible. Un sistema fiscal simple y de tasas razonables hará más competitivo al país y promoverá una inversión más abundante y una mayor creación de empleos. Pero además le dará al Gobierno una mayor recaudación.
En esta discusión no podemos olvidar que la experiencia internacional demuestra que la mejor manera de lograr una mayor justicia social no es a través de la recaudación sino del gasto. En nada ayuda a los pobres exentar el IVA de los alimentos de los ricos. Pero si el dinero que se obtiene de un impuesto razonable y sencillo se utiliza para invertir en infraestructura y para ayudar a los más necesitados con programas sociales, la pobreza disminuirá y se mejorará la distribución del ingreso.
El fallo
Es inobjetable el fallo del Tribunal Electoral sobre el estatuto del PRD que buscaba cerrarle el paso a Maricarmen Ramírez como candidata al Gobierno de Tlaxcala. No se puede discriminar a una persona por sus relaciones personales. El problema no es legal sino ético.
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