“El destino tiene dos
maneras de herirnos:
negándose a nuestros
deseos y cumpliéndolos”.
Henri-Frédéric Amiel
Ante la ausencia de una Reforma Fiscal de fondo y con el propósito de elevar el gasto gubernamental en 80 mil millones de pesos, los diputados del PRI y del PRD optaron, con el voto en contra del PAN, por subir el precio estimado del petróleo y aumentar la deuda. Las dos decisiones me parecen lamentables.
Durante ya demasiado tiempo el Gobierno de México ha utilizado un recurso no renovable, el petróleo, para financiar el gasto corriente. La simple estrategia es un grave error. La decisión de subir el precio estimado de la mezcla mexicana de exportación de 23 a 27 dólares por barril nos revela que los políticos, lejos de enmendar el error, buscan profundizarlo.
El fondo del tema no ha sido bien entendido. Poco importa si efectivamente la mezcla mexicana de petróleo está cerca de los 40 dólares por barril. No se trata de hacer el cálculo más preciso sobre la evolución del siempre imprevisible mercado petrolero internacional.
El problema es de otra naturaleza. Simplemente es inadecuado que un país utilice los ingresos de un recurso natural no renovable para financiar el gasto corriente.
Tarde o temprano los ingresos petroleros van a caer, como lo han hecho después de todas las subidas pronunciadas del pasado. Cuando eso ocurra nos daremos cuenta que seguimos enfrentando el mismo problema de siempre. Como nadie se ha atrevido a hacer una verdadera Reforma Fiscal, una reforma que haga más competitiva a la economía nacional, tendremos que recortar una vez más los programas de gasto del Gobierno. Y una vez más los burócratas y los grupos privilegiados por el gasto público afirmarán que se están violando sus derechos y amenazarán a todo el país.
Aumentar la deuda no es tampoco una medida adecuada en las actuales circunstancias. Los diputados del PRI y del PRD decidieron elevar el endeudamiento neto del Gobierno federal del 0.1 al 0.3 por ciento del Producto Interno Bruto.
Vistas las cifras de esta manera -como les gusta presentarlas a los economistas del Gobierno para ocultar su verdadera dimensión- parecería que estamos hablando de una cantidad muy pequeña. Pero estas dos décimas de punto decimal significan un incremento en la deuda de 13 mil millones de pesos. A esto hay que añadirle, por supuesto, la nueva deuda aprobada para el Gobierno del Distrito federal por 1,700 millones de pesos.
Quizá lo más perverso de todo es que los políticos que hoy están aprobando este incremento de deuda son los mismos que después se quejan públicamente de que el servicio de la deuda pública es demasiado elevado.
Otras de las medidas que los diputados priistas y perredistas han ideado para “aumentar” el ingreso son meras buenas intenciones. Se está calculando, por ejemplo, un incremento en la recaudación de 12 mil millones de pesos como consecuencia del llamado censo fiscal. Por concepto de aumento en la eficiencia recaudatoria se están añadiendo seis mil millones de pesos a los ingresos gubernamentales. No digo que estos ingresos sean imposibles de materializar, pero sería mejor tenerlos en el bolsillo antes de empezar a gastarlos.
El gran problema de todos estos malabarismos financieros es que pretenden soslayar una realidad inocultable: los legisladores mexicanos no han sido capaces de llevar a cabo una Reforma Fiscal de fondo. Ésta no sólo debe aumentar la recaudación, sino que debe hacer más competitiva la economía nacional. El aumento de la recaudación debe ser consecuencia de que los gobernados tienen más dinero en los bolsillos.
Es muy triste en verdad que a dos décadas del estallamiento de la primera burbuja petrolera -la que generó la mayor crisis económica de México en la segunda mitad del siglo XX- no hayamos aprendido la lección.
Los mexicanos deberíamos estar aprovechando los actuales ingresos extraordinarios del petróleo para constituir un fondo de inversión en infraestructura que nos hiciera más competitivos en el largo plazo. Lo peor que podemos hacer es utilizar estos ingresos especiales, producto de la explotación de un recurso natural no renovable, para el gasto corriente del Gobierno.
Bush y Kerry
La carrera presidencial en Estados Unidos llega a su fin con un virtual empate en las encuestas de opinión. ¿Cuál de los dos candidatos le conviene más a México? Kerry, por su relación con los sindicatos y sobre todo con los Teamsters, tiene una tendencia proteccionista que podría ser perjudicial para nuestro país. Pero Bush ha resultado un desastre económico al acabar con un superávit de presupuesto de 200 mil millones de dólares y convertirlo en un déficit de 500 mil millones. Por otra parte, la guerra preventiva contra Irak ha sido moral y jurídicamente inaceptable.
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