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Jaque mate/¿Quiénes son?

Sergio Sarmiento

“La inmigración mexicana está llevando a la reconquista demográfica de áreas que los estadounidenses tomaron por la fuerza de México”.

Samuel P. Huntington

Una de las primeras imágenes del libro Who Are We? (¿Quiénes somos?) de Samuel P. Huntington es un juego de la Copa de Oro de futbol entre Estados Unidos y México que se jugó en el Coliseo de Los Ángeles en febrero del 2004 ante 91,255 espectadores. Las gradas estaban llenas de banderas verdes, blancas y rojas. Cuando se tocó el himno nacional de los Estados Unidos la multitud abucheó. A los jugadores estadounidenses los espectadores les arrojaban basura y tasas con un líquido que podía ser “agua, cerveza o peor”. Cuando un pequeño grupo de espectadores trató de izar una bandera estadounidense, quienes estaban a su alrededor los agredieron. “Algo anda mal cuando no puedo levantar una bandera estadounidense en mi propio país”, cita el autor a uno de los espectadores.

El libro de este profesor de Harvard, autor también del ya clásico The Clash of Civilizations (El choque de las civilizaciones), ha generado una enorme controversia en nuestro país. Muchos intelectuales y políticos mexicanos lo han denunciado con una vehemencia sorprendente, me imagino que en algunos casos sin haberlo leído. Yo he encontrado en él, sin embargo, un estudio interesante y en buena medida certera sobre la identidad de los estadounidenses y sobre lo que la mayoría de nuestros vecinos del Norte percibe como riesgos reales a esa identidad.

Huntington argumenta que la identidad de los estadounidenses se sustenta en la sociedad anglosajona y protestante de sus habitantes originales. Es verdad que Estados Unidos ha recibido millones de inmigrantes, más que ningún otro país, pero hasta hace relativamente poco -y con la excepción de la población negra que llegó esclavizada— ha logrado absorber a la enorme mayoría en dos o tres generaciones, cuando ya se sienten simplemente estadounidenses. El credo político estadounidense —con su énfasis en los derechos individuales y la democracia—, el idioma inglés y la religión han sido los elementos que han permitido esta integración.

En las últimas décadas, sin embargo, Estados Unidos ha recibido una nueva avalancha de inmigrantes, los cuales son en buena medida mexicanos y muestran una menor tendencia a integrarse que los que llegaron en el pasado. Las razones por las cuales los mexicanos no están siendo absorbidos son varias. Para empezar su número es superior al de otras corrientes migratorias del pasado. En este momento hay en Estados Unidos alrededor de 23 millones de mexicanos o descendientes de mexicanos. Por otra parte, estos inmigrantes tienden a concentrarse en unos cuantos lugares de destino, como Los Ángeles. Además, la aprobación de leyes y prácticas que permiten el uso del español en la educación y en muchos aspectos de la vida, ha obstaculizado la absorción. El número de mexicanos que se siguen sintiendo mexicanos y diferentes al grueso de los estadounidenses, aun después de dos o tres generaciones en la Unión Americana, es sorprendente.

Huntington plantea que esta avalancha de inmigrantes mexicanos que no están siendo absorbidos amenaza la identidad cultural de Estados Unidos. Uno puede escudarse en la ideología de lo políticamente correcto y decir que es falso. Pero no es necesario acudir a un juego de futbol en el Coliseo de Los Ángeles para conocer la verdad. Una visita a los barrios latinos de las ciudades estadounidenses demostrará que los mexicanos están creando ghettos en los que mantienen en buena medida su cultura.

Huntington no pide deportaciones masivas ni cacerías de mexicanos. Pero plantea que el Gobierno estadounidense debe hacer cuando menos un esfuerzo mayor para promover la absorción de los mexicanos a la sociedad estadounidense y su aprendizaje, por ejemplo, del idioma inglés. Es muy fácil pensar que esta posición de Huntington refleja una cerrazón ante un país que está cambiando por su propia dinámica para volverse más globalizado y multicultural.

Y de hecho yo en lo personal, con la convicción que he señalado en esta columna de que el nacionalismo tiene a veces más problemas que ventajas, puedo suscribir esta idea.

Pero me queda claro que si el episodio de febrero de 1998 hubiera ocurrido en México, si una muchedumbre de extranjeros hubiera abucheado nuestro himno nacional antes de un juego de futbol, nuestros políticos estarían exigiendo la aplicación del artículo 33 de la Constitución a todos los involucrados.

Reestructura

El Gobierno del Estado de México anunciará la reestructuración de sus 30 mil millones de pesos de deuda, la segunda del país después de la capitalina. El pasivo se “des-udiza” y se recontrata a tasa fija en pesos. Protego de Pedro Aspe llevó a cabo la transacción.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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