“Hay tres tipos de mentiras:
las pequeñas mentiras, las grandes
mentiras y las estadísticas”.
Popular
Hace un par de meses narré en esta columna que alguien se había metido a robar en el apartamento de mi padre. Mencioné que, después de considerar el tema, él y su esposa decidieron no presentar una denuncia por considerarla una pérdida de tiempo y una experiencia humillante. En las semanas subsecuentes me encontré, en ocasiones distintas, al secretario de seguridad pública del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y al procurador de justicia, Bernardo Bátiz. Ambos habían leído el artículo. Ebrard me dijo que podía ordenar algún tipo de protección para mi padre. Yo respondí que no tenía sentido. Bátiz me señaló lo que es sabido: que sin denuncias la procuraduría está atada de manos. Este domingo le tocó a mi hermano Antonio -coreógrafo, bailarín, astrónomo, programador de computadoras y genio excéntrico- convertirse en “una estadística más”.
Cinco individuos armados trataron de asaltarlo a bordo de su automóvil, un Neón, en la calle Eulalia Guzmán, cerca del circuito interior, en la delegación Cuauhtémoc del Distrito Federal. En circunstancias normales quizá Antonio habría permitido el asalto para no arriesgar la vida; pero se encontraba en el auto con su pareja e instintivamente, para protegerla a ella, reaccionó apretando el acelerador. A punto estuvo de atropellar a uno de los asaltantes, a quien sorprendió por su reacción, pero logró huir.
Mi hermano, como mi padre hace algunas semanas, consideró la posibilidad de presentar una denuncia. La decisión, sin embargo, fue la misma: ¿qué caso tiene? Unas semanas antes, me explicó, una amiga de él fue víctima de otro asalto. Después de hacerla esperar en una delegación, la mandaron a otra porque el asalto había sido del otro lado del Viaducto. Finalmente se desistió: el sistema está hecho para impedir que se levanten denuncias.
Cuando uno comenta historias como ésta de inmediato surgen otras más. El esposo de mi madre, arquitecto, me narra que este sábado pasado asaltaron a su encargado de obra al salir del banco y lo despojaron de la nómina. Un mes antes le robaron a él una camioneta (la recuperó después de un calvario burocrático digno de otro artículo). A un sobrino mío lo despojaron este mismo fin de semana de una bicicleta. Hace algunas semanas a mi secretaria le vaciaron su casa mientras se encontraba trabajando. El único caso en que se presentó denuncia fue el robo de la nómina.
Las autoridades del Distrito Federal mantienen una campaña para demostrar a propios y extraños que han logrado grandes éxitos en el combate contra el crimen. La información tiene un propósito claramente político. En la página de Internet de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal se presenta la información estadística por signo político. Esto es, se contrastan los datos de los regímenes perredistas con los registrados en el último gobierno priista de la capital. En esa página de Internet me entero de que el número total de denuncias presentadas ante el ministerio público durante el gobierno del priista Óscar Espinosa Villarreal fue de 719,387. Esto representa un promedio diario de 853.99 denuncias. Andrés Manuel López Obrador llevaba en sus primeros tres años de Gobierno, hasta el cuatro de diciembre del año pasado, un promedio de 477.86 denuncias diarias, lo cual quiere decir que su Gobierno ha logrado una reducción del 27 por ciento, si no de los crímenes por lo menos de las denuncias.
Si examinamos las cifras sobre robos de autos, la página de Internet de la PGJDF se precia de que en el Gobierno de Espinosa se robaban 166.88 vehículos diarios pero que esta cifra ha disminuido en 37 por ciento a sólo 97.98 diarios en los tres primeros años de gobierno de López Obrador. Yo me imagino que las cifras que se presentan en la página de Internet de la PGJDF deben tener algún sustento en la realidad.
Si bien hay muchos casos en los que no se presentan denuncias porque la gente no quiere perder el tiempo en algo que no tiene utilidad, hay otros muchos en que la denuncia es obligatoria. Doy por buenas, pues, las cifras de la Procuraduría capitalina, aunque por una extraña razón el descenso no ha beneficiado al círculo en el que yo me muevo. Quizá lo que más coraje da, especialmente en este momento en que yo, como millones de otras personas, estoy preparando mi declaración anual de impuestos, es que mientras los políticos hacen sus berrinches y se pelean unos con otros, los ciudadanos seguimos padeciendo el gran problema de la inseguridad.
Congreso
Este próximo viernes terminará el período ordinario de sesiones del Congreso de la Unión. ¿Usted recuerda una sola iniciativa importante que hayan aprobado los legisladores?
Correo electrónico:
sergiosarmiento@todito.com