“Nunca acorrales a un oponente: dale la oportunidad de salir con dignidad.”
Basil Henry Liddell hart
¿Y para qué todo este episodio tan penoso de nuestra relación con Cuba? ¿Lo hemos hecho realmente para ayudar a los disidentes cubanos? ¿En verdad sentimos que el retiro de nuestra embajadora en La Habana y la virtual expulsión del embajador cubano de México van a ayudar a aquellos cuyos derechos políticos son violados en la isla caribeña?
No me cabe duda de que la dureza de las declaraciones de Fidel Castro el primero de mayo en contra del Gobierno mexicano hacía ya muy difícil mantener como estaban las relaciones entre los dos países. Pero de alguna manera nosotros mismos fuimos buscando ese rompimiento al insistir en mantener un voto en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que el Gobierno cubano había señalado como una intromisión en sus asuntos internos. El régimen de Fidel Castro había apuntado en varias ocasiones que el voto en la Comisión de Derechos Humanos era el tema que más le importaba en la agenda bilateral con México.
Me doy cuenta de que la resolución de la Comisión en contra de Cuba es bastante blanda. No pide más que el Gobierno cubano acepte a una relatora de las Naciones Unidas para examinar el trato a los disidentes. Nosotros mismos en México le hemos dado ya la bienvenida a esos relatores. Y, sin embargo, para el Gobierno cubano es realmente importante que no se cuestione su trato a los disidentes políticos. Los problemas reales de la relación México-Cuba empezaron en febrero del 2002 cuando, en una visita a la Habana, el presidente Vicente Fox se reunió con un grupo de disidentes cubanos. Es verdad que Fidel Castro se ha encontrado en México en varias ocasiones con miembros de la oposición sin que nadie se preocupe aquí, pero las dictaduras son mucho más sensibles ante este tipo de reuniones que las democracias. El Gobierno de Fox ha mostrado un nuevo afán de convertirse en defensor de los derechos humanos en otros países, pero es una política que no se ha aplicado de manera coherente. Cuando el presidente Fox visitó China, por ejemplo, no insistió en reunirse con los disidentes políticos de ese país, a pesar de que son objeto de un trato peor al que reciben los cubanos. Fox sí suspendió un viaje a Texas en protesta por la ejecución de un mexicano, pero nuestro Gobierno no ha presentado ninguna protesta por la detención sin proceso en la base militar estadounidense de Guantánamo, Cuba, de cientos de personas capturadas en la invasión de Estados Unidos a Afganistán. Tampoco hemos protestado por las torturas y tratos vejatorios a los que las tropas estadounidenses sometieron a los soldados iraquíes capturados en la invasión de Iraq.
Quizá México tenga razones para darle a la Cuba de Fidel Castro un trato distinto, pero yo me pregunto a quién vamos ayudar con esto. Si el voto de México en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra hubiese significado una mejoría en la situación de los disidentes cubanos, yo estaría de acuerdo en pagar un precio alto por ello. Pero lejos de ayudar a los miembros de la oposición, la presión internacional ha endurecido la acción gubernamental en su contra. Parece que México y el mundo no han aprendido la lección de 40 años del boicot económico estadounidense en contra de Cuba: difícilmente el dictador habría durado tanto tiempo en el poder de no ser porque esta acción estadounidense ha unificado al pueblo cubano.
Lo curioso del caso es que cuando Vicente Fox fue a Cuba en el 2000, mientras era candidato de la Alianza por el Cambio a la Presidencia de la República, declaró que el modelo cubano era un ejemplo para los mexicanos. En ese entonces, por supuesto, buscaba el voto de la izquierda para unificar a la oposición en contra del PRI. Ahora como presidente, lejos de seguir el modelo cubano, Fox ha abandonado la tradicional neutralidad de México en el tema de los derechos humanos en Cuba. Tal vez haya razones éticas para hacerlo, pero no hay duda de que el costo político será elevado. Al votar en Ginebra contra Cuba Fox pasó por alto un punto de acuerdo de la Cámara de Diputados que le pedía específicamente no hacerlo. En estos tiempos de alta politización de cualquier tema, el PRI el PRD tienen ya una nueva excusa para rechazar las reformas que el país necesita. Y lo peor de todo es que no queda claro que alguien se beneficie de este cambio en la tradicional política mexicana frente a las violaciones de los derechos humanos en Cuba.
Abrazo a Brozo
La muerte de Carolina Padilla, esposa y productora de los programas de televisión de Víctor Trujillo, Brozo, ha entristecido a muchos de sus compañeros y ex compañeros en los medios de comunicación. A él y a sus hijas les hago llegar el más fuerte de los abrazos.
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