El ex director técnico de la Selección Mexicana ha convertido al Osasuna en sólo dos temporadas en un equipo temible.
EFE
MADRID, ESPAÑA.- Es asombroso este Javier Aguirre. Se te presenta vestido con piel de cordero hablando con seductoras palabras y, cuando te confías, enseña las fauces del lobo para robarte la vida.
Modesto y caballero como pocos en el mundo del futbol, el ex seleccionador mexicano ha convertido en sólo dos temporadas al Osasuna en un equipo temible, capaz de pasar por el Santiago Bernabeu como un ciclón y derribar las estrellas galácticas con precisión de pistolero.
Antes del partido del domingo, Aguirre se puso la piel del cordero y desgranó su fácil oratoria para deshacerse en elogios hacia el Real Madrid y reconocer que puntuar en el Bernabeu iba a ser "muy complicado".
Con el recuerdo del 4-1 de la temporada pasada, hasta estaba convencido de que era mejor un "empate horrible" a una "derrota bonita y decorosa en la que te comas cuatro".
Astuto como es, tenía previsto aguantar en la primera parte el ataque en tromba merengue y arriesgar "un poquitín más" en la segunda con el objetivo de marcar porque "si no, no aspiras a nada".
Sin que el Real Madrid lo supiera, Aguirre, ya con la piel de lobo, había ensayado con sus jugadores toda la semana el tipo de jugadas que convierte a la defensa blanca en un flan: los centros y los saques de esquina, una verdadera vía de agua por la que han entrado esta temporada 20 goles en la portería de Iker Casillas.
Lo que nadie esperaba, ni siquiera el estratega mexicano, es que Valdo, un veinteañero ex jugador del Real Madrid, marcara en el primer minuto, aprovechando un centro desde la banda. Con el 0-1, Aguirre colocó a sus huestes en el campo con la misión de presionar sin descanso para evitar que los galácticos fabricaran juego.
La táctica de Aguirre surtió efecto y las estrellas blancas no salieron del agujero negro que en las últimas semanas ha "devorado" dos de sus objetivos en materia de títulos: la Copa del Rey (derrota en la final con el Zaragoza por 3-2) y la Liga de Campeones (eliminado en cuartos por el modesto Mónaco del goleador español Fernando Morientes).
El triunfo del equipo del "Vasco" Aguirre hurgó en la herida del Real Madrid, que cerró un mes para olvidar con la pérdida del primer puesto en beneficio del Valencia, líder ahora con dos puntos de ventaja a falta de seis jornadas para el final de la Liga.
Sólo hace un mes y medio el Valencia estaba a ocho puntos de un Real que aspiraba a todos los títulos. Ahora tiembla ante la perspectiva de cerrar la temporada sin galardones.
Es la primera gran crisis del Real Madrid desde la llegada de Florentino Pérez a la presidencia en julio de 2000, en la temporada en la que aspira a ser reelegido después de sumar siete títulos en cuatro años.
Buena parte de "culpa" de la crisis corresponde a Aguirre, quien en octubre de 2003 había anticipado, en una encuesta con entrenadores, cómo había que ganar en el Bernabeu al Real Madrid.
De los siete técnicos entrevistados, Aguirre fue el que eligió la opción más arriesgada: "intentaría jugarle de tú a tú, sin complejos, tratando de tener la pelota más tiempo que ellos y de cometer los menos errores posibles en la defensa".
Dicho y hecho. Tres goles marcados y ninguno encajado. La segunda mejor defensa de Primera, con 27 tantos encajados, seis más que la del Valencia, liderada por Fabián Ayala, cerró el pasillo cósmico a las estrellas de la galaxia blanca, hoy más apagada que nunca.
Educado como siempre, Aguirre evitó presumir del enorme éxito logrado. "Defendimos siempre bien y tuvimos esa dosis de fortuna necesaria siempre en el Bernabeu. Hay que ser humildes en la victoria y en la derrota", dice quien ha ganado al Real Madrid en el Bernabeu, un éxito que nadie conseguía desde mayo de 2003 (1-5 ante el Mallorca).
Increíble este Javier Aguirre. Ha situado al Osasuna en el quinto lugar de la tabla, con sólo seis derrotas en 38 partidos y sigue dirigiendo el equipo navarro con la misma humildad de la anterior temporada cuando luchaba por escapar del descenso.