Agencias
Los Ángeles, EU.- Finding Neverland (En Busca de Neverland) es una agradable sorpresa para los fans de Johnny Depp, quien hace el papel del escritor escocés JM Barrie, el autor del clásico de la literatura infantil, Peter Pan. Sin embargo, la película explora también el lado oscuro del autor, con su fracaso matrimonial. En cualquier caso, los críticos están diciendo que ahora Johnny podría recibir el elusivo premio del Oscar.
JM Barrie (Johnny Depp) estaba pasando por un mal momento: vivía en Londres con su hermosa pero fría esposa Mary (Radha Mitchell) y se encontraba en un ocaso creativo. Sus obras teatrales iban de mal en peor, vapuleadas por el público y la crítica.
Un día, mientras buscaba inspiración en el parque, conoció a la joven viuda Sylvia Llewellyn Davies (Kate Winslet) y sus cuatro hijos. La empatía es inmediata: Barrie mira afectuosamente a los niños que juegan con su perro y entre los dos adultos hay una química inevitable.
Finding Neverland no es -o por lo menos la película dirigida por Marc Forster no lo muestra así- una historia de adulterio. En ningún momento la relación entre Barrie y Sylvia va más allá de una amistad. Intima sí, pero amistad. Sin embargo, en la sociedad inglesa de principios del Siglo XX, una amistad así entre un hombre casado y una mujer que no es su esposa, no era bien visto. El matrimonio del escritor ya estaba herido por la indiferencia y la frialdad y esto fue la estocada final. A la madre de Sylvia, interpretada por la veterana Julie Christie, tampoco le hacía gracia la amistad.
Esa relación con una familia de cuatro hijos sin padre fue lo que eventualmente inspiró a Barrie a escribir su obra maestra, Peter Pan, sobre un niño que no quería crecer. Como lo dijo el empresario teatral Charles Frohman (Dustin Hoffman), cuando Barrie llenó la sala de niños para garantizar el éxito del estreno: ?es un genio?.
Barrie encontró Neverland. No sólo para él, sino para todos los niños que creyeran el cuento. Y para su amiga la viuda. Sin necesidad de extravagantes parques de atracciones privados como el homónimo de Michael Jackson, que a fin de cuentas hizo caer en desgracia al cantante.
