México, DF.- Tuvieron que pasar 33 años de ayuno musical. Según palabras de Juan Gabriel, desde 1971 no pisaba un escenario en ciudad Neza y lo hizo fuerte con la jerarquía y el temple del que se sabe un gran artista.
El concierto inició a las 22 horas, dos horas exactas de retraso, espera compensada con un Juan Gabriel que se entregó en cuerpo y alma a un público que no dejó de interpretar sus canciones.
Era una noche gélida, por momentos los nubarrones amenazaban con lluvia, pero la gente se calentó en las tribunas haciendo la ola o intentando bailar la música previa al show; los reporteros impacientes en la cancha del estadio se paseaban tratando de descubrir personalidades que no llegaban, a las 21:15 horas iniciaron los fuegos artificiales, la gente sabía que el concierto se acercaba, a casi cero grados centígrados, a una reportera no le importó el frío y se quitó el abrigo para aparecer con una ombliguera ante las cámaras y buscar una entrevista, y en cuanto la realizó, dejó la pose y se puso un gran abrigo.
El estadio Neza 86 comenzaba a poblarse lentamente porque los accesos eran restringidos y estaban mal organizados, a las nueve horas con 50 minutos llegó Vica Andrade y Guillermo del Bosque, muy animosos, saludaron a quien lo solicitó.
Luego llegó la legendario Olga Guillot, acompañada de un contingente de policías que se quedó a hacer valla para evitar que la gente se acercara al escenario y justo a las diez de la noche estalló el estadio: el Divo de Cuidad Juárez apareció vestido con traje negro de terciopelo, camisa blanca, cinturón dorado y botines, el escenario era sencillo sólo lo adornaban una especie de lámparas blancas, dos pantallas que parecían insuficientes para el estadio -que casi se llenó- y asientos que albergaban a una gran orquesta y al fondo los coros.
Y empezó el show, Juan Gabriel animó a la gente prometiendo que sería un maratón musical, que finalmente fue de medio fondo, quizá por la fría noche, fueron tres horas con 15 minutos de concierto, aunque las más de seis horas que ha dado en algunos recitales presagiaban una noche más larga.
Y Juan Gabriel cantó, bailó, coqueteó, jugó con su pelo, se hincó, interactuó con la gente y ligó éxito tras éxito hasta que logró que la gente estuviera en su puño, sin parafernalia ni apuntadores ni rayos láser ni filigrana alguna, sólo con su voz, una gran orquesta y el mariachi hizo gritar, emocionarse y llorar a todo un estadio.
Realizó una mezcla musical por éxitos desde Querida hasta más rítmicos como el Noa Noa, tema en el que estuvo acompañado por sus coros que le prestaron unos lentes oscuros que le dieron un toque de rockero.
Para cerrar con broche de oro, interpretó más que una canción, ?una oración, de amor?: Amor Eterno, que hizo emocionar hasta las lágrimas a muchas de las 35 mil gargantas reunidas. Y regresó Juan Gabriel después de 33 años a Neza, donde vio, cantó y triunfó como los grandes.
