MÉXICO, DF.- Los miles de aficionados de la UNAM contuvieron el grito de gol por más de 120 minutos, hasta que Jaime Lozano anotó el primer gol, por la vía penal, en la definición del campeonato del futbol mexicano.
Conforme cada uno de los cobradores del cuadro auriazul anotaban su respectiva pena máxima, la tensión y el silencio eran rotos con el grito de gol pero los aficionados locales, que golpe a golpe de balón fueron acercándose al título del torneo Clausura 2004.
Después de Lozano siguieron Joaquín del Olmo, Joaquín Beltrán, Francisco Fonseca y el brasileño Aílton da Silva y con todos ellos se coreó la anotación que abrió la esperanza de coronarse.
Sin embargo, el momento en que más festejaron y elevaron los decibeles en el Estadio Olímpico Universitario, fue cuando Rafael Medina, de Chivas, falló el último penal de los diez que se ejecutaron, para darle la corona a los dirigidos por Hugo Sánchez.
A partir de ahí la cancha del Olímpico fue la locura, tanto en la tribuna como en la cancha, pues los jugadores se fundían en un abrazo y con el llanto a flor de piel para festejar la obtención del cetro que tardó 13 años en llegar.
Esa misma alegría fue transmitida a sus fieles seguidores, quienes en los pasillos de las tribunas también se abrazaban, se felicitaban y lloraban por la alegría que su escuadra les acababa de dar, sin dejar de gritar el "goya" con el nudo en la garganta por la felicidad que representa ser campeones.
Luego de la apoteósica vuelta olímpica en la que se fundieron los jugadores y aficionados, la alegría continuó por las principales avenidas que rodean a Ciudad Universitaria.
Posteriormente, con la directiva universitaria a la cabeza, se dirigieron al Ángel de la Independencia, hasta donde trasladaron su alegría, su pasión y el orgullo de ser universitarios.