El problema de la venta de droga al menudeo es mucho más complejo de lo que algunos lo ven. Sobre todo si esa visión se exterioriza con el afán de justificar acciones de corrupción que se presentan en todas las corporaciones policíacas, pero que debiendo ser las menos, en muchos casos son las más o se llevan al cabo con un gran cinismo, como acaba de descubrirse, y en las que se involucra a elementos de las policías municipal y ministerial.
Pero el combate a la corrupción no puede centrarse en uno solo de los aspectos que ésta presenta, porque la efectividad del mismo depende de una serie de factores que entrelazados deben dar un resultado positivo. De ahí que no sea lógica la justificación que da el director de Seguridad Pública Municipal, Francisco Javier Gutiérrez Pesquera, en el sentido de que los policías municipales se decepcionan y corrompen, porque después de detener a los “puchadores” advierten que éstos recobran su libertad fácilmente porque las leyes son blandas.
En ese contexto, si se endurecieran las leyes de manera que no pudiera ninguno de los que se dedica a ese ilícito comercio recobrar su libertad mediante alguna de las formas establecidas en la actual legislación, resultaría que las ya de por sí saturadas cárceles estarían repletas de delincuentes de poca monta tan sólo para orgullo de los elementos de la DSPM, lo cual no es posible, por lo que éstos deben realizar su trabajo y no apelar al eventual incumplimiento de otras instancias para justificar su deshonestidad.
La sociedad quiere ver a los elementos de las corporaciones policíacas actuando en forma coordinada y honesta, como también exige esa misma conducta de agentes del Ministerio Público y jueces federales, pues si tal fuera pocos serían los que se arriesgarían a delinquir. Pero como saben que pueden corromper a ciertos “servidores públicos” no abandonan esas ilícitas actividades confiando en que sus actos quedarán impunes.
