ATENAS, GRECIA.- La antorcha olímpica fue recibida ayer por el presidente de Grecia, Costas Stephanopoulos, en la Acrópolis de Atenas, donde pernoctará antes de emprender, hoy, su último recorrido hasta el pebetero del Estadio Olímpico.
El Presidente de la República, acompañado del Primer Ministro, Constantino Caramanlis, dio la bienvenida a la antorcha en la "Roca Sagrada" ante gran número de invitados.
Niki Bakoyianni, subcampeona olímpica de salto de longitud en Atlanta’96, fue la encargada de llevar la llama hasta el Partenón, en donde prendió un pebetero. Bakoyianni recibió la antorcha de manos del ex atleta estadounidense Carl Lewis.
Entre los asistentes al acto se encontraban el presidente del COI, Jacques Rogge; la presidenta del Comité Organizador, Gianna Angelopoulos; la alcaldesa de Atenas, Dora Bakogianni, así como líderes de los partidos políticos y el arzobispo de Atenas, Su Beatitud Christodoulos.
"Damos la bienvenida a la llama olímpica en su regreso a casa. Brillará en los corazones de toda la gente de la Tierra, y llevará un mensaje de paz y hermandad. Estamos preparados para que comiencen los Juegos", dijo en su discurso Dora Bakogianni.
Gianna Angelopoulos señaló que la llegada de la llama olímpica a la Acrópolis es una manera de "recordar al mundo que Grecia es la cuna de la democracia, la filosofía y el olimpismo". "La llama ha unido al mundo", agregó la máxima responsable de la organización de Atenas 2004.
Después de los discursos de bienvenida, los invitados pasaron al anfiteatro de Herodes Atticus para asistir a un concierto de la orquesta de Patrás dirigido por Alexandros Myrat.
La Acrópolis -de "ácron" (cima) y "polis" (ciudad)- está enclavada en el lugar donde se registraron los primeros asentamientos humanos en la zona (4000-3000 a.C.), tanto en la cima como en las pendientes noroeste, oeste y suroeste.
La roca sagrada de la Acrópolis, donde se levantó el santuario de Atenea, domina la región circundante desde una altura de entre 60 y 70 metros (156 sobre el nivel del mar). La explanada de la cumbre mide 300 metros de este a oeste y 150 de norte a sur.
Según la tradición, los reyes de Atenas habitaron la Acrópolis, seguros dentro de sus muros, hasta el 682 a.C. Tras la caída de la institución monárquica (siglo VII a.C.), la Acrópolis continuó siendo durante algún tiempo el núcleo de las actividades públicas de la ciudad.
La fortificación más antigua data de la época micénica, segunda mitad del siglo XIII a.C. A mediados del V a.C., Pericles convenció a los atenienses para comenzar un gran programa de edificación en Atenas. Las obras transformaron la Acrópolis, con tres nuevos templos y una monumental entrada.
El Partenón, uno de los edificios más famosos del mundo, se empezó a construir en el 447 a.C., diseñado por los arquitectos Calícrates e Ictinos para albergar una impresionante estatua de mármol y oro de Atenea Partenos (virgen), la patrona de la ciudad. En el transcurso de los siglos, ha sido iglesia, mezquita y arsenal.
A lo largo de su historia, la Acrópolis ha sufrido muchos daños.
Los persas la incendiaron y destruyeron en el 480 a.C., después de la batalla de las Termópilas.
Durante el sitio veneciano de la Acrópolis (1687), el general Francesco Morosini bombardeó el Partenón. Los turcos (ocupantes de Grecia de 1460 a 1810) empleaban el templo como arsenal en aquel tiempo y la explosión destruyó gran parte de éste, incluido el tejado, la estructura interna y 14 de las columnas exteriores.
La Acrópolis ha sido el solemne enclave elegido por las autoridades griegas como alojamiento de la llama olímpica la noche anterior al comienzo de los Juegos Olímpicos.