Un comentario que viene siendo recurrente en muchos ambientes mexicanos habla de la paulatina depauperación en los medios de comunicación social, presentándonos contenidos muy cercanos a lo que pudiera considerarse auténtica basura, tanto por la procacidad de muchas de las temáticas, como por la superficialidad de muchos de sus contenidos, como por la falta de un trabajo serio de investigación o de imaginación en la concreción de las temáticas que se abordan, como por la pobreza absoluta del lenguaje utilizado, al tiempo que se suple esa falta de calidad con el incremento en los niveles de grosería, banalidad, vulgaridad y agresividad contra el lector, televidente, radioescucha o cinéfilo.
Alguien podrá argumentar que estamos en una etapa de transición nacional, o incluso que a nivel mundial no vivimos en una era de cambios sino en todo un cambio de época, por lo que quizá ni las autoridades públicas, ni los ciudadanos y por ende, ni los medios informativos, ni el público que recurre a ellos para satisfacer su necesidad de estar informado, han captado a carta cabal esta nueva etapa que tiene como característica principal precisamente la de la globalización en las comunicaciones. En esta fase del proceso podemos constatar en nuestro país una crisis que está afectando la relación entre los usuarios y los medios de comunicación social; crisis que se traduce en un descenso en tirajes y ratings de muchos medios noticiosos en prensa y radio y TV respectivamente, una caída alarmante en los hábitos de lectura de diarios, revistas y libros con porcentajes que deben llamarnos la atención, dado que para una población de más de cien millones de habitantes el tiraje conjunto de los diarios de este país no debe ser oficialmente mayor a los tres millones de ejemplares diarios (son pocos los periódicos que transparentan su tiraje aunque los que no lo hacen exigen vehementemente la transparentación plena de las acciones gubernamentales) y la lectura de libros no llegue en este país al 0.8 libros per cápita al año. En este análisis alguien que no quiera entrar al fondo de la cuestión podrá aducir que la crisis económica también se está dejando sentir en el tema de la circulación de los medios impresos.
La crisis económica que ha afectado a México en los últimos tiempos puede estar impactando en el monto de los presupuestos publicitarios, pero ello pega tanto a la prensa como al radio y la TV. Si una persona deja de comprar un periódico o incluso deja de recibir prensa que gratuitamente se nos ofrece en la calle no es por el costo que pueda suponer ese ejemplar, sino porque ese potencial lector no encuentre en ese medio de comunicación el interés necesario como para dedicar unos minutos a su lectura y este fenómeno se da también en el caso de la radio o la TV que en teoría son gratuitas.
En cambio si se está dispuesto a gastar tiempo y dinero por una suscripción a un sistema de televisión restringida cuando el receptor de esa comunicación considera que vale la pena hacerlo por los contenidos interesantes que ahí podrá recibir. Por ello el problema pienso yo que no se circunscribe a los costos, sino a la calidad de los contenidos informativos o comunicacionales que se ofrezcan.