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La consideran afrodisiaca

La mejor manera de disfrutarla es con aceite de oliva, unas gotas de vinagre y sal

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MÉXICO, D.F.- Como en el amor, hay que disfrutarlas poco a poco hasta llegar a su corazón, donde está lo mejor de ellas.

Se sabe que su origen es mediterráneo, aunque su nombre es de procedencia árabe: aljarshüfah, que luego se castellanizó.

Por algunas referencias literarias, se sabe que los griegos y romanos conocieron esta hortaliza, aunque no se volvió popular entre ellos. Hay evidencias de que tal alimento fue introducido en Europa, a través de Sicilia.

Se asegura que Catalina de Medicis la llevó a Francia cuando se casó con Enrique II; ella tenía sólo 14 años de edad.

Pero en Francia el extraño bulbo formado por capas de hojas fibrosas no fue bien recibido. Primero, porque en aquel entonces resultaba ?escandaloso? que una mujer ejerciera cualquier tipo de influencia, en especial, siendo tan joven. Y después, porque la alcachofa se consideraba pecaminosamente afrodisiaca.

Se ha documentado que en una ocasión Catalina comió alcachofas hasta el punto de ?reventar?. Esto perturbó a una anciana de la Corte, que escribió: ?Si algunas de nosotros hubiésemos comido alcachofas, seguramente nos mandarían a la calle?.

La variedad más apreciada por los gourmets es la llamada globo, por su forma redonda y compacta. En nuestro país se consumen mayormente las de hojas picudas.

Para los franceses de Provance, las preferidas son pequeñas, con tonos rosados. También son muy apetecibles las ?verdes de Florencia?, de origen italiano; ambas se consumen enteras cuando son pequeñas. Por cierto, este tipo de alcachofas diminutas se agregan en paellas.

En México, una receta clásica de alcachofas consiste en cocerlas cortadas en dos partes a lo largo, rellenar sus hojas con queso, empanizarlas y freírlas.

Pero la mejor manera de disfrutar una buena alcachofa es simplemente hervida y con aderezo de aceite de oliva y unas gotas de vinagre y sal.

Los valores nutritivos de este alimento radican en su contenido de ácido fólico, hierro y potasio.

Una forma de comprobar la frescura de la alcachofa, es observar que sus hojas estén lozanas, lo mismo que su tallo.

Para cocinarlas, es importante retirar las hojas exteriores y rebanar las puntas de las hojas picudas, antes de verterlas en agua hirviendo con sal. Para conservar su color, se agregan al agua rebanadas de limón.

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