EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

La conspiración

Patricio de la Fuente

“El hombre poco claro no puede hacerse ilusiones: o se engaña a sí mismo, o trata de engañar a los demás”.

Stendhal

Sigue fuerte el asunto del “videogate” ahora con Carlos Ahumada y demás secuaces detenidos en tierras cubanas. Ni la justicia isleña, ni mucho menos la mexicana se han caracterizado por su funcionalidad hablando de tiempo, lo que hace suponer el proceso de extradición será largo y francamente fastidioso. Sí, así es, en efecto tendremos que seguirnos chutando meses enteros de cobertura mediática sobre el particular y ahora es el momento de preguntarnos de qué manera se podrían ver afectadas –para bien o para mal- las muy menguadas relaciones entre ambos países. También es menester cuestionarnos a fondo cómo y cuándo diversos pintorescos personajes de la vida política nacional aprovecharán la coyuntura para su propio beneficio.

Lo cierto es que desde que aparecieron las cintas con Gustavo Ponce como flamante protagonista, el ya de por sí tambaleante prestigio del partido del sol azteca estaba aquejado de fuertes dolencias crónicas: desinterés hacia las causas populares, una estructura plagada de corrientes imposibilitadas para lograr consensos, anacronismos propios del cardenismo de cepa que se niega a concebir un tercer milenio donde no quepa lo populachero, así como irregularidades del tipo electoral. Quizá dentro de lo poco rescatable del perredismo estaba la figura del “indestructible” Andrés Manuel López Obrador. ¡Vaya que las cosas han cambiado de forma drástica”.

AMLO es inteligente a morir. Bien sabía el tabasqueño que la presencia de su partido en distintos estados era escasa o nula y frente a la maquinaria priista –verdaderamente experimentada después de siete décadas de acarreo, alquimia electoral y demás preciosuras- y por ello buscó espacios dentro de los medios de comunicación sin caer en la exagerada y muy cuestionable campaña al estilo Rosario Robles. Las conferencias de prensa del Jefe de Gobierno han sido un elemento esencial en pos de penetrar donde las manos del hombre no llegan: el hacer ruidosas declaraciones a las seis de la mañana obliga a los distintos medios a situar como principal nota –y si no es el caso por lo menos la primera- distintas opiniones, a veces meditadas, a veces viscerales a propósito, del hoy todavía muy popular “Peje” capitalino.

AMLO sabe apelar a las distintas audiencias. Aunque ha sido eficiente para administrar, los verdaderos problemas de fondo no han sido resueltos y la ciudad de México sigue en manos del hampa y los secuestradores. López Obrador construyó una personalidad pública bien definida: se distanció de la izquierda tradicional al hacer alianzas con empresarios y clase privilegiada; a la tercera edad reparte un bono que cae como anillo al dedo; al automovilista hastiado de tráfico y manifestaciones ofrece sendo distribuidor vial y para impresionar a cualquiera planta toda clase de vegetación en calles y avenidas.

Andrés Manuel tenía como arma fundamental dentro de su personalidad mediática la honestidad a toda costa. Ello suponía marcar bien la línea, distanciarse de una clase política corrupta y ser ante todo confiable, que la gente lo supiera suyo al andar sin escoltas a bordo de un Tsuru, automóvil muy popular entre una clase media que cada día se hace más pequeña. Quizá el “affaire” del chofer y el escandaloso sueldo que devenga vinieron a mostrarnos a un López Obrador lleno de contradicciones, aquél imposibilitado para dar respuesta clara a las preguntas de los medios de comunicación. Si el Jefe de Gobierno quería cobertura a toda costa; no cabe duda que la está teniendo, sin embargo vital aseverar que tanta atención mediática es un arma de doble filo y hoy las cosas se le han revertido de una manera que nadie podía prever.

Es explicable dentro del juego político hacia 2006 que aquellos no afectos a la figura del tabasqueño busquen su popularidad caiga estrepitosamente usando diversos métodos, algunos de ellos poco éticos y si no pregúntenle a Colosio lo que puede ocurrir cuando se trastocan diversos intereses de grupo. Para hacer caer a López Obrador van a utilizar diversas técnicas y de aquí “p’al real” estaremos constatando cuán sucia puede ser la arena política cuando se busca sentarse en la silla más codiciada del país.

Andrés Manuel López Obrador ya está sufriendo las primeras etapas del presidencialismo absoluto que rigió a México por tantos años o el que siempre aquejó al pintoresco George W. Bush: ver conspiraciones en todos lados. No nos quepa duda de que de los recientes escándalos muchos se verán beneficiados, a pesar de ello los videos ahí están como muestra del mal endémico que es la corrupción en todas las instancias, a todos los niveles y a todas horas.

Insiste AMLO en la conjura y dentro de sus intervenciones matutinas busca explicarle a la colectividad que todo es culpa de Fox, Salinas, la PGR y todo aquel que enfrente se le pare, pero realmente no ha podido lograr que nos quitemos de la cabeza la imagen de un sucio Bejarano metiéndose puñados de dinero en las bolsas del saco; o a Ponce jugándose miles de dólares en flamante casino; a Rosario perdida de amor y felizmente entregando las llaves de la ciudad a su –presuntamente- joven amante.

No, López Obrador no puede articular una respuesta sincera ni convincente. ¿Qué tanto sabía de los sucios manejos de sus colaboradores? ¿Tendremos que conformarnos con un Gobierno donde la cabeza practica la honestidad como regla cardinal pero no puede lograr aquellos bajo su mando hagan lo mismo? ¿Acaso la izquierda mexicana está igual de marchita que el discurso revolucionario del PRI? ¿Terminará Carlos Ahumada repartiendo autógrafos en las calles a la usanza de “El Divino” y demás ratas que inundan la clase empresarial mexicana? ¿Si el político más popular a nivel nacional se ha vuelto un ente incapaz de hablar con la verdad qué se puede esperar de los demás?

La responsabilidad de la prensa es cubrir el enredo con imparcialidad, a toda hora ser críticos pues de ello depende nuestra credibilidad. Yo me pregunto si a lo mejor no estaremos contribuyendo a atizar el fuego de un espectáculo de poca monta que tiene en vilo a la nación, pero rápidamente llego a intuir que la política toda se ha degradado a niveles insospechables, por ello nadie –ni nosotros menos- podemos ponernos los moños y calificar cuáles sucesos dan categoría al emisor y cuáles no. Nuestra respuesta, por ende, será ofrecerle al lector el mejor asiento para observar.

Y digo observar pues ya todo está tan enredado que ni siquiera los especialistas saben dónde empieza y dónde termina esta maraña de quinta. Yo a Andrés Manuel no le creo tanto. ¿Se puede creer poco o mucho o no caben las medias tintas?

Correo electrónico: pato1919@hotmail.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 85007

elsiglo.mx