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La corrupción/Las laguneras opinan...

Ana Isabel Cobo Celada

México, país maravilloso, que se encuentra en los primeros lugares a nivel mundial en cultura, pintura, música, literatura y gastronomía, está pasando días tenebrosos. La corrupción nos está ahogando. La misma corrupción que ha impedido que al igual en riqueza no nos encontremos en los primeros lugares donde debiéramos estar. ¿Qué país aguanta o ha aguantado la corrupción que nosotros desde siempre hemos padecido?

Al hablar de la corrupción, que se define en el quehacer humano como “vicio y abuso”, debemos aclarar, que la encontramos en la política, en la economía, en los medios, en la iglesia de los hombres, en la sociedad; la encontramos por doquier a través de intenciones, omisiones y acciones corruptas relacionadas con el quehacer de cada uno.

Afortunadamente nuestra historia y nuestra vida diaria nos dicen que no todos los mexicanos han sido o son corruptos. Igual nos dicen que paradójicamente, los más corruptos han sido los que más tienen dinero y poder, o ambición de dinero o poder.

En este momento sin embargo, la corrupción política se lleva las palmas; desde el Presidente es corrupto. Como coordinador no ha puesto orden, no ha sabido cómo y no lo reconoce, tan sólo nos dice día con día, que lo que estamos viviendo es democracia.

Un país tiene que ser gobernado con la agenda diaria de las necesidades reales y presentes y el Presidente no ha llevado la agenda; ha dejado los espacios vacíos y éstos por inercia, por no poder estar en esa condición, han sido llenados por otros actores políticos. Actores políticos ambiciosos de poder, que han vuelto el tema del país “la sucesión” de 2006; tema que causa desorden y malestar habiendo tantos problemas qué resolver.

Uno de estos actores es su señora Marta, corrupta mujer que se introdujo en Los Pinos y que tanto daño ha causado. Me atrevo a afirmarlo, porque hasta las plumas más serias, veraces y plurales del país, se han manifestado indignadas por sus acciones. El desgaste de la última discusión Constitucional de si puede o no puede ser la “sucesora” es inadmisible. No necesitamos interpretar la Constitución para saber que de ninguna manera, puede ser “la sucesora”; la lógica elemental nos lo dice. La posición en que se encuentra y su nula preparación se lo impiden, sin embargo, la locura que la afecta derivada de su ignorancia y empoderadamiento en Los Pinos, la hace alucinar pensando que “sí se puede”. Ella tiene todo el derecho a desearlo, eso no está en discusión, pero en el secreto de su almohada; es corrupta al utilizar su posición y los medios para hacernos saber sus deseos, que por cierto a muchos además nos asustan.

En la corrupción política igual se encuentran en este momento inmersos todos los partidos políticos. Lo que hemos vivido con todos ellos, en los últimos meses, es como la Apocalipsis. ¿Qué nos irá a pasar? ¿Qué nos faltará por ver? ¿Qué está realmente sucediendo? Pienso que en este momento, la mayoría no vemos con claridad. No sabemos cuánto de lo que está sucediendo es real o es ficción por aquello de “la sucesión”.

No sabemos cuánto es verdad o cuánto es mentira, porque primero los medios de comunicación nos muestran los hechos de corrupción filmados por otros corruptos y después los protagonistas de los mismos, se nos aparecen en los mismos medios dando explicaciones con cara de santos ofendidos, solicitando nuestra piedad. Nos confunden ambos, los hechos y los protagonistas. La contienda de López Obrador con Salinas de Gortari el corrupto entre los corruptos y además perverso, es sumamente peligrosa, para López Obrador y para el país y nadie puede contenerla.

Necesitamos que se salve el país ¿quiénes y cómo podrán salvarlo? Necesitamos más que nunca que el Santos sea de Torreón, ¿no podrán nuestras grandes empresas, entre todas, salvarlo y adquirirlo? Pero sobre todo necesitamos invertir más en educación. A través de la educación, lograremos tener un mejor país y ser mejores ciudadanos. A través de ella, la cultura de la legalidad germinará en cada uno de nosotros y tendremos mejores líderes y gobernantes. La educación permitirá que seamos mejores electores y sepamos distinguir y exigir lo que se nos propone.

La educación permitirá tener instituciones más sólidas, porque éstas, nos dijo Voltaire, siguen la naturaleza de los hombres. La educación igual permitirá que aún seamos mejores padres, cualidad primordial si reconocemos que somos los primeros maestros, los que enseñamos casi todo, pero sobre todo, somos los que enseñamos a distinguir para el resto de la vida de un ser humano, la moral como parámetro de las acciones. Necesitamos educación, mucha educación, pero en vez de preocuparnos, ¿por qué mejor no nos ocupamos?

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