Vamos subiendo la cuesta Que arriba en mi calle
se acabó la fiesta. Joan Manuel Serrat
Debe ser por la postración emocional que nos deja diciembre con sus fantasiosas promesas de felicidad casi siempre incumplidas y el abultado crédito de las tarjetas cuyo plazo se cumple con toda puntualidad, por lo que cuesta tanto volver a coger el paso para retomar el ritmo de la vida real.
Siempre he pensado que el año debería empezar en Marzo con los primeros guiños de la primavera, para no tener que remontar enero entre estornudos, cuentas por pagar y un panorama de pinos muertos que asoman las patas tiesas entre los pedazos de piñata y las botellas vacías que desbordan los camiones de basura.
Por si esto fuera poco para bajarme los ánimos, mis preciosas nochebuenas que tan valientemente resistieron los fríos decembrinos, esta mañana amanecieron congeladas y mi alterada cibercorresponsal ha vuelto a zarandearme: “Adela, qué fácil hablar de la batalla del día con día que según usted debe dar la sociedad. Me gustaría que dijera qué otra cosa podemos hacer las mujeres además de trabajar de Sol a Sol, sacar adelante con muchos sacrificios a los hijos y pagar impuestos toda la vida sin que veamos nunca ninguna mejoría, ni personal ni del país. Me parece que usted nomás habla de puras teorías pero no sabe nada de la realidad”. Lo dicho, enero es una cruel cruda, pero ni modo, hay que pasar por aquí si queremos ver la primavera.
Conste que no soy respondona pero respondo: Alteradísima cibercorresponsal: tiene toda la razón, conozco muchas teorías que nunca he puesto en práctica pero conocerlas es ya un adelanto y créame, no hablo irresponsablemente como usted afirma, estoy convencida de que es la sociedad civil la única que puede cambiar este país. Me atrevo a asegurarle que ya lo estamos haciendo. Usted escribe se enoja, me regaña y mire lo que son las cosas, no es que me gusten las zarandeadas que me pone, pero lo que usted hace es ya una forma de dar la batalla del día con día. Mantenernos alertas, inconformarnos, levantar la voz, gritar si es necesario cuando las cosas no van como debieran; es el único camino.
Cada uno de nosotros pertenece a varios círculos: familia, barrio, asociación, grupos profesionales, nación. Las ideas que expresamos en forma y lugar adecuados, traspasan los grupos y se desarrollan hasta modificar comportamientos y estructuras. Según Jorge Bernanos las palabras son el viento que empuja al mundo y yo diría que hay que ser muy cuidadosos para empujarlo hacia donde queremos y no en sentido contrario. Y señora mía, estamos empezando el año, ya no haga tantos corajes.
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