La salud de aproximadamente 45 millones de mexicanos y las pensiones de más de 15 millones de derechohabientes dependen del Instituto Mexicano del Seguro Social, sin embargo un sindicato que ha impuesto reglas de conveniencia solamente para los trabajadores de ese organismo descentralizado y que a través del régimen de pensiones a futuro de los trabajadores del IMSS, está poniendo en grave peligro el futuro de esta institución, boicoteando la reforma a la legislación correspondiente para con ello seguir manteniendo el control político de todos sus afiliados.
El Instituto Mexicano del Seguro Social se creó en 1943 sobre la base de ser un organismo tripartita con participación del Gobierno, las empresas y los trabajadores. El Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), se ha empecinado desde hace varios meses a no ceder un ápice en la serie de reivindicaciones que están haciendo financieramente insostenible la supervivencia del IMSS. Por ello el Congreso de la Unión ha procurado sacar adelante una reforma a la Ley del Seguro Social que impida la quiebra técnica del instituto a costa de reducir las canonjías de que disfrutarían exclusivamente los sindicalizados a contratarse en el futuro.
Los 375 mil trabajadores en activo y 110 mil jubilados de esta institución gozan de una serie de prerrogativas que ni por asomo son atribuibles a aquellos 15 millones de derechohabientes directos a los que se deduce puntualmente de su sueldo la cuota correspondiente. Por ejemplo los derechohabientes se jubilan a los 65 años de edad en cambio los trabajadores del IMSS a los 53 en promedio.
Los derechohabientes jubilados reciben una porción del sueldo que ganaban cuando laboraban; los sindicalizados, lo reciben completo más las prestaciones que percibían en activo. Pero además, con la inversión de la pirámide poblacional que se está operando en México, constatamos en el IMSS lo que sucederá a nivel nacional: En 1976 por cada 16 trabajadores en activo había un jubilado; hoy son tres en activo por cada pensionado; para la próxima década habrá un trabajador por cada jubilado.
Contablemente el Seguro Social está quebrado, su patrimonio era ya negativo en 153 mil 695 millones de pesos a fines de 2002, sumándose un déficit de operación de 22 mil 121 millones de pesos en 2003, por lo que de no ponerle un remedio legislativo, su quiebra financiera creará la crisis social y política más impresionante de la historia de México. Pero ello no lo quieren aceptar los señores dirigentes sindicales, con tal de mantener prebendas de poder. Y su actitud es doblemente agraviante puesto que la calidad del servicio que brindan los sindicalizados es pésima en general.
Con ello la molestia de los derechohabientes es doble: No sólo no trabajan como debieran en un ámbito tan sensible como es el de la salud, sino además en su egoísmo están dispuestos a acabar de destrozar financieramente a esta institución crucial para el bienestar de la nación.