EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

La doctora/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio”. Joan Manuel Serrat

Una doctora del Instituto Mexicano del Seguro Social habló conmigo por teléfono hace un par de días gracias a la intervención de un entrañable amigo. Ella quería conversar sobre mi artículo “Quiebra del IMSS” que se publicó el 15 de abril.

“No es justo -me dijo— que nos estén echando la culpa a nosotros los médicos y trabajadores de la situación del Instituto. Nosotros trabajamos con sueldos bajos y en condiciones muy adversas. Son los funcionarios, como Santiago Levy, los que tienen sueldos altos”.

Y sí, quizá el sueldo del director general del IMSS Santiago Levy es demasiado alto, pero ahí no radica el meollo del asunto. Ojalá que se pudiera resolver la situación del IMSS bajándole el sueldo al director o a los demás altos funcionarios de la institución. Pero la triste verdad es otra. El Seguro Social no sólo se encuentra ya en quiebra contable sino que su quebranto es de una magnitud impresionante. Reducir el sueldo de mil o dos mil funcionarios no le haría mella. En 2002 los pasivos de la institución eran superiores a sus activos en 159 mil millones de pesos. Esto significa que si alguien quisiera comprar la institución no sólo no tendría que pagar sino que se le tendría que dar esa cantidad para que se hiciera cargo de ella. Y lo peor de todo es que este quebranto crece a cifras cercanas al 30 por ciento anual. En la quiebra del IMSS han pesado hasta cierto punto las malas administraciones y el uso de recursos para propósitos —estadios de beisbol, equipos de futbol, teatros y canonjías para funcionarios y líderes sindicales— que no han tenido nada qué ver con el objetivo fundamental de otorgar servicios de seguridad social a los derechohabientes.

Pero la razón real de la quiebra es el Régimen de Jubilaciones de los Trabajadores del Seguro Social, para el cual nunca se crearon las reservas necesarias. Poco importa si son justas o no las reglas de jubilación de los trabajadores del IMSS (que a mi juicio no lo son comparadas con las del grueso de los trabajadores del país). El problema es que los directores del IMSS nunca elevaron las cuotas para crear las reservas que habrían permitido pagar las jubilaciones.

Los políticos que tuvieron a su cargo el IMSS siempre pensaron políticamente: a otro presidente de la República o a otro director general del Seguro le tocaría encontrar los recursos para las jubilaciones. Nunca nadie quiso tomar las medidas difíciles del presente para garantizar el futuro. Establecer una edad mínima de retiro para los trabajadores del IMSS de 65 años, como la que tiene la mayoría de los trabajadores del país, es una medida necesaria para evitar la quiebra formal de la institución.

Si esto no se hace, o si no se consiguen ingresos significativamente mayores, será inevitable que alrededor del año 2012 el Seguro se quede sin recursos para proporcionar servicios médicos a los derechohabientes. Me queda muy claro que la responsabilidad no es de los médicos y trabajadores, los cuales han hecho funcionar al Seguro durante décadas en medio de una gran precariedad de recursos. Pero la verdad no se puede borrar con buenas intenciones.

El Seguro simplemente no tiene dinero para cubrir las jubilaciones de sus trabajadores y seguir ofreciendo servicios médicos a los derechohabientes. La doctora a la que he hecho referencia me dice que hasta hace algunos años el sindicato les recordaba constantemente a los trabajadores con más de 27 ó 28 años en el Seguro que ya debían retirarse. Incluso en las tarjetas de registro de asistencia se les decía que si se jubilaban ganarían más dinero que trabajando.

“Pero muchos de nosotros -me dice— sentimos que teníamos que seguir trabajando porque veíamos la necesidad de nuestros servicios”. Y tiene razón esta mujer que ya tiene los años de labor para jubilarse. Al sindicato le conviene retirar a los trabajadores en activo porque así obtiene nuevas contrataciones y nuevos afiliados, que son la base de su riqueza y poder político. Pero lo que le conviene al sindicato daña a la institución. El Seguro Social necesita a cada uno de sus colaboradores con experiencia: los que pueden aportar conocimientos y trabajo al cuidado médico de la población trabajadora de nuestro país. El Seguro Social es una de las mejores instituciones del Estado mexicano. Por eso me parece tan trágico que por preservar los privilegios de un sindicato se la destruya.

Cruceros

Nueva York acaba de firmar un acuerdo para mejorar su terminal de cruceros. El acuerdo generará 200 millones de dólares al puerto y llevará a Nueva York 13 millones de pasajeros de aquí a 2017. En México, sin embargo, una alianza miope entre hoteleros y autoridades impidió la construcción del puerto de cruceros de Cancún.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 84680

elsiglo.mx