Diario de Yucatán-AEE
Mérida, Yucatán.- Luciendo un traje sastre con tonalidades rosa, Patricia Espinosa Torres analiza las cifras que conforman la radiografía actualizada de la mujer en México e inevitablemente piensa en sus cuatro hijos, en su divorcio, en su papel como docente y promotora de la participación femenina.
-Estamos trabajando fuerte para no ser un país de Pedros Páramos y mujeres abandonadas. Necesitamos construir un país con familias sólidas -recalca la directora del Instituto Nacional de las Mujeres.
Expone: en educación, la tasa de analfabetismo en las mujeres es del 9.3 por ciento, casi dos puntos superior al de los varones. En el aspecto laboral, la mujer recibe en promedio $18 diarios, $2.50 menos que el hombre. En salud, duda en presumir que la mujer tiene un promedio de vida de 77.4 años, cinco más que los mexicanos.
"Sí, son cinco años más, pero son años difíciles, de enfermedades, sin una calidad de vida. Es un lustro en el que pagamos el alto costo de las jornadas dobles y hasta triples de trabajo, de una salud mental y física minada por luchar en condiciones de inequidad. Por eso cada vez hay mayor casos de estrés, alcoholismo y drogadicción entre las madres mexicanas", indica.
Práctica, considera que la fórmula para revertir esos indicadores es más simple de lo que muchos suponen. Para combatir la discriminación y la desigualdad social y política, el secreto está en la familia, en ningún otro lugar, sostiene.
-El día que los varones asuman su espacio doméstico como un compromiso personal en vez de una concesión a su pareja, ese día se logrará la verdadera equidad. Los hombres cortan el cesped, pintan la casa y están un rato con los hijos, pero lo ven como una concesión.
Aunque la fórmula es sencilla, su camino a la práctica es una odisea. Aclara que aunque la fórmula en apariencia es sencilla, debe recorrer un camino sinuoso, minado por una cultura y educación que asigna a la niña recién nacida ropita color rosa y una recámara con muñecas y una sociedad que la ha obligado en las últimas tres décadas, a reducir su promedio de hijos de 5.6 (en 1970) a 2.4 (2000) y de invertir 20 años de vida al cuidado de los vástagos en la década de los setentas a menos de cinco años en la actualidad.
-En vez de pensar en la mujer o en el varón, pensemos en la familia, en nuestros hijos: actualmente el promedio de vida de los matrimonios mexicanos es de diez años y, repito, México no podrá salir adelante siendo un país de Pedros Páramos y mujeres abandonadas, con un 22.5% de las familias jefaturadas por divorciadas, abandonadas, viudas y solteras -señala.
Patricia Espinosa destaca que precisamente entre los retos para lograr una mayor participación política y social de la mujer está el aspecto cultural, porque se deben modificar viejas estructuras que permanecen inalteradas no obstante que desde la década de los ochentas las mujeres comenzaron a abandonar la casa para compensar los ingresos familiares.
-Ahora se habla mucho de la participación de la mujer ¡Participación siempre ha habido, lo que no hay es su reconocimiento!. Revisen la historia que nadie difunde, por ejemplo, que son las mujeres las que promueven el voto activamente con las vecinas, que ellas ocupan mayoritariamente los cargos de funcionarias de casilla... que son ellas las que menos cargos de toma de decisión tienen en los partidos políticos, que son nominadas para candidatas en las ciudades o distritos más reñidos o como suplentes para cumplir un requisito legal.
-Con un mayor reconocimiento del papel de la mujer en la sociedad, sin restringirlo a su papel de madre y brindándole espacios para un desarrollo integral; con mayores y mejores opciones de educación, empleo y acceso a la salud; buscando el combate a la pobreza y la violencia intrafamiliar y revalorando su imagen estamos luchando por eliminar los obstáculos que limitan nuestra participación en un plano de igualdad -concluyó.
