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Puebla, PUE.- Los directivos del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) reiteraron su postura de rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) porque, a su juicio, pone en riesgo las economías frágiles de pueblos de América Latina.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Uruguay, Pablo Galimberti de Vietri, expresó que la Iglesia Latinoamericana ha fijado su posición con respecto al ALCA alertando contra ese proyecto.
Expuso en rueda de prensa que la difusión en ese tema no ha sido amplia porque los documentos se manejan de manera privada pero se han dado pronunciamientos de inconformidad por parte de iglesias como las de Argentina y Brasil.
Explicó que los obispos de América Latina están en contacto con los de Estados Unidos, donde también se ha declarado cómo el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) había impactado de manera negativa en Canadá.
Galimberti de Vietri indicó que para la Iglesia Católica sigue siendo un desafío la dignidad y en ese sentido el ALCA violenta aspectos diversos la dignidad humana, por lo que buscan defender todos los Derechos Humanos.
Es una lucha constante de la iglesia no sólo en América Latina sino en todo el Continente, donde bajo un mundo globalizado se considera al ser humano como un simple consumidor que vale sólo por su etapa productiva.
A su vez el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Baltasar Porras Cardozo, expresó que en muchas democracias frágiles la participación política de las mayorías es mediatizada, manipulada y en algunos casos no respetada ante fraudes en procesos electorales.
A eso se suma la falta de formación ciudadana de muchas comunidades que presentan altas tasas de abstención en participación en procesos democráticos, comentó.
Hace 25 años los obispos latinoamericanos advertían sobre el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres con aquella frase: “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”.
Agregó que ahora no sólo hay más pobres económicamente sino que también están los pobres en educación, en acceso a servicios básicos, en acceso a novedades tecnológicas y todo eso redunda en el alto grado de exclusión que existe en los pueblos.
La iglesia plantea la posibilidad de un encuentro continental en 2006 para poner en común todas estas inquietudes y problemas, así como proponer a la sociedad en general caminos que garanticen el respeto a la dignidad del ser humano.
