Los donantes de semen deben tener entre 18 y 30 años y una buena salud física y psicológica.
La inseminación artificial tiene entre 85 y 90% de probabilidades de éxito, aunque para ello haya que intentarlo varias veces; ahora que, por intento la posibilidad se limita a 25% y difícilmente se logrará en la primera inseminación, razón por la cual debe repetirse en 4 ó 5 ocasiones a lo largo de un año, tras lo cual, de no conseguirse, deberá emplearse otro método
La inseminación artificial consiste en colocar en el interior del útero o del canal cervical de la mujer, el semen del varón previamente preparado.
Para ello, es preciso realizar primero la monitorización de un ciclo menstrual con el fin de detectar el momento de la ovulación.
El material seminal procede de un donante anónimo, que debe seleccionarse en función de la mujer que solicita la inseminación artificial.
Los donantes de semen deben tener entre 18 y 30 años y una buena salud física y psicológica. Estos dos aspectos se comprueban mediante la realización de una historia clínica, una analítica general y una exploración física.
Todo ello se completa con una entrevista personal en la que se aclaran algunas cuestiones, entre otras, si han tenido intervenciones quirúrgicas, antecedentes psiquiátricos, consumo de drogas, alcohol o tabaco. El estudio incluye, además, enfermedades hereditarias como Síndrome de Down, espina bífida, hemofilia, diabetes, cáncer o fibrosis quística, entre muchas otras.
Si el paciente pasa esta primera fase, está obligado a firmar una declaración en la que consta que no mantiene relaciones homosexuales ni con personas enfermas de sida o con anticuerpos del VIH y que no se droga por vía intravenosa.
Los datos del donante se introducen después en un ordenador del banco de semen. Una clave secreta y códigos internos impiden a personas extrañas acceder a esta información confidencial.
En la ficha consta, además del nombre, la dirección, los estudios y las aficiones del donante, sus características fenotípicas, como talla, peso, grupo sanguíneo y Rh, color de la piel y de los ojos, el pelo y su textura.
Las receptoras del semen no pueden elegir un donante determinado aunque, eso sí, los médicos intentan que se asemeje lo más posible a las características del padre.
La mujer debe tener un estado de salud que no desaconseje el embarazo. Tiene que firmar una hoja de consentimiento informado, como indica la Ley de Reproducción Asistida, y también cumplimentar una hoja con las características físicas y el grupo sanguíneo, con el fin de seleccionar el donante más adecuado.
Suelen ser necesarias dos o tres consultas. Cuando los controles indiquen una adecuada respuesta ovárica, se induce la ovulación y se programa la inseminación artificial, que tendrá lugar a los dos días del último control ecográfico.
Se empleará el semen elegido y la inseminación se realiza en este mismo día, una vez preparada la muestra.
El proceso no dura más de una hora y no resulta, en ningún caso, molesto o doloroso para la mujer.
Después de un corto reposo ya se puede marchar a casa. Quince días después se realiza un test de embarazo en sangre para determinar si el embarazo ha tenido éxito.
Las ventajas
A diferencia de otras técnicas de reproducción asistida, como la fertilización in vitro, en el que el porcentaje de fracaso es más alto, la inseminación artificial presenta otras ventajas a considerar por parte de la pareja:
Al llevar al espermatozoide hasta el óvulo hay más posibilidades de lograr la fecundación.
Durante una concepción normal participan de 5 a 10 millones de espermatozoides, mientras que mediante la inseminación la cantidad se reduce a 2 millones, con grandes posibilidades de éxito.
Se puede seleccionar el esperma, de acuerdo a las características del donador.
La técnica para preparar al semen (capacitación) deja de lado a los espermatozoides débiles, que tienen poca movilidad, y por tanto, pocas posibilidades de concepción.
En el mismo proceso se depuran (lavan) de virus o bacterias y se les deja absolutamente sanos.