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La magia de la Santa Muerte

MEXICO (AP) .- Alejandro Acosta, preso por robo, tenía muchos enemigos que lo querían matar dentro de la cárcel; una amiga le recomendó elevar una plegaria para obtener protección.

Acosta, de 33 años, así lo hizo durante el año que permaneció en prisión. Pero no le rezó a cualquier santo, sino a una figura que la Iglesia Católica no reconoce y que cada día suma más adeptos: La Santa Muerte.

"Ella me protegió", asegura Acosta, quien deposita un ramo de tulipanes frente a un altar erigido a la Santa Muerte en una calle del corazón de la capital.

Como Acosta, cientos de personas acuden por lo menos el primer día de cada mes al altar, emplazado en el barrio de Tepito, considerado por las autoridades como uno de los más violentos y centro de distribución y venta de mercancía, mucha de ella de contrabando, robada o falsa.

"Es un culto subterráneo que se propaga por el México actual... un México supersticioso con raíces prehispánicas fuertes", comenta el escritor mexicano Homero Aridjis, quien acaba de presentar el libro "La Santa Muerte", la primera manifestación literaria sobre el tema.

Aunque dice que no hay opiniones coincidentes sobre el origen del culto a la Santa Muerte, afirma que es una mezcla del cristianismo y la cultura prehispánica que rendía culto a los señores del "Mictlán", la región de los muertos.

Aridjis comenta que es un culto al que se han plegado narcotraficantes, ladrones, presos, niños de la calle, ancianos, prostitutas, pobres. No hay cifras sobre el número de fieles, pero asegura que aumentan cada día.

"Hay extremos en su culto: desde el poder político y empresarial hasta la población marginada", añade el escritor a quien se le ocurrió el libro hace unos cuatro años cuando, dice, asistió a una fiesta de narcotraficantes en la que se rindió culto a la Santa Muerte.

El culto se manifiesta en un país donde más del 90% de los 100 millones de habitantes son católicos.

El altar en Tepito se alza sobre la acera, frente a la casa de Enriqueta Romero, de 58 años, y su esposo Raymundo Olvera, de 57. El matrimonio lo erigió hace dos años y medio cuando su hijo les regaló la figura de más de un metro.

La imagen de la Santa Muerte se alza detrás de un cristal, flanqueada por imágenes suyas, veladoras, billetes, dulces, chocolates, cigarros y puros a medio acabar. Y flores, muchas flores.

La Santa Muerte es representada por una calavera cubierta con una capa; en la mano izquierda sostiene el mundo y en la derecha una guadaña y una balanza.

Romero explica que la guadaña es para cortar los males y la balanza para lograr justicia. El planeta alude a que "ella es la reina del mundo; no hay a quien no se lo lleve", añade.

"Hay muchos altares _por lo menos 15_ en Tepito, pero el más concurrido es éste", afirma Alfonso Hernández, cronista del barrio.

"La gente ya ha dejado de creer en los partidos, en los políticos y lo más próximo (a la gente) en un barrio como éste es 'La Flaca"', asegura Hernández.

A la Santa Muerte se le conoce como "La Flaca", "Chiquita", "Santísima", "Niña"... "Cada quien le dice como le nace del corazón", asegura Romero.

El primer día de cada mes se reza un Rosario durante el cual se pide salud para los enfermos y para todos los presos.

Junto al altar la gente puede comprar imágenes, dijes, escapularios, veladoras, figuras y hasta un manual para iniciarse en el culto de la Santa Muerte

En el manual denominado "Los poderes mágicos de la Santa Muerte" se advierte que las personas deben prepararse y documentarse antes de iniciar el culto, porque "existen riesgos" que se pueden traducir en enfermedades, trastornos y "extrañas sintomatologías".

El texto contiene oraciones y fórmulas para atraer al ser amado, proteger el hogar, solucionar problemas familiares, protegerse, atraer la suerte, conseguir dinero, evitar robos, cuidar el negocio, conservar el trabajo.

"Dicen que no hay imagen más poderosa después de Dios que la muerte", comenta Aridjis, quien asegura que el culto se ha extendido a varias localidades como Tijuana y Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.

"Es una imagen muy fuerte de doble filo: protege, pero también destruye. Es muy vengativa", advierte el escritor.

Jacqueline Castro, un ama de casa de 42 años de Tepito, comenta que hace dos años comenzó a rendirle culto.

"Sabía que la Santísima era milagrosa pero me daba miedo porque dicen que es muy celosa, que tienes que consentirla", asegura la mujer.

Yara López tiene 12 años y estudia en la secundaria. Su hermana la condujo a rendirle culto y afirma que le ha hecho muchos favores, aunque se niega a revelarlos porque "no puedo".

"Nada más le rezo a Santa Marta. No puedo creer en la Virgen; además se molestaría conmigo", dice.

Alejandro Acosta se persigna frente a la imagen y antes de retirarse asegura que a su hija, un bebé aún, también le enseñará a creer en la Santa Muerte.

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