“En dos mil años sólo habrá tres cosas por las que se recuerde a los Estados Unidos: la constitución, el jazz y el beisbol”.
Gerald Early
Dos equipos de beisbol han atraído desde hace años mi entusiasmo y mi lealtad: los Cachorros de Chicago y los Medias Rojas de Boston.
Esta simple declaración hará que duden de mi salud mental quienes siguen de cerca la pelota de las grandes ligas. Los Cachorros y los Medias Rojas son dos de los más antiguos equipos de las ligas profesionales, pero ambos han estado agobiados por maldiciones. Juntos pueden vanagloriarse de no haber ganado una Serie Mundial en 182 años.
La última vez que los Cachorros conquistaron la Serie fue en 1908. La última vez que los Medias Rojas lo hicieron fue en 1918, derrotando, paradójicamente, a los Cachorros.
Para los fanáticos de los Cachorros la maldición es innegable. La sequía de triunfos en Series Mundiales se inició en 1908, pero la maldición se concretó en 1945, la última vez que el equipo llegó a la Serie. En esa ocasión un inmigrante griego llamado William Sianis fue expulsado del Wrigley Field por llevar una cabra que olía mal. Al salir de mala gana del estadio lanzó una sonora maldición al equipo, el cual perdió esa Serie Mundial frente a los Tigres de Detroit y nunca más volvió a ganar siquiera un campeonato de liga.
Por un momento en 2003 pareció que los Cachorros romperían la maldición. Con una ventaja de tres juegos a uno en el campeonato de la Liga Nacional, el pase a la Serie Mundial parecía ya al alcance de la mano. Pero la maldición continuó precisamente porque un fanático de los Cachorros, Steve Bartman, tuvo una bola al alcance de la mano. Los Cachorros ganaban tres a cero en la octava entrada con un “out”, cuando Luis Castillo de los Marlines de la Florida elevó un “foul”.
De manera instintiva Bartman extendió la mano para tomar la pelota, pero al hacerlo impidió que el jardinero Moisés Alou hiciera un out que hubiera virtualmente sellado la victoria de los Cachorros. Este incidente hizo que se desplomara el ánimo del equipo, que perdió no sólo ese juego que aparentemente ya estaba en la bolsa sino también los dos siguientes.
La maldición quedó ratificada en este 2004. A fines de septiembre Chicago estaba a punto de ingresar como equipo comodín a la postemporada, pero perdió siete de sus ocho últimos juegos. ¿Increíble? Quizá para otras escuadras, pero no para los Cachorros. La maldición de los Medias Rojas se remonta a 1920 cuando el dueño del equipo, Harry Frazee, vendió a su jugador estrella, Babe Ruth, a los Yanquis de Nueva York por 125 mil dólares. Frazee, se dice, necesitaba el dinero para financiar una obra musical en Broadway para su novia. El hecho es que el Bambino ayudó a los Yanquis a empezar lo que sería la trayectoria más brillante de cualquier equipo de ligas mayores en la historia; desde entonces los Mulos del Bronx han ganado 26 Series Mundiales, muchas más que cualquier otro equipo. Los Medias Rojas, ninguna.
El año pasado pareció también que la maldición de Boston estaba a punto de terminar. En el séptimo y decisivo juego de campeonato de la Liga Americana contra los odiados Yanquis, los Medias Rojas estaban arriba por cinco a dos. Pero todo empezó a desmoronarse al final y los Medias Rojas fueron derrotados en “extrainnings” por seis a cinco.
Este año la maldición parecía continuar. Los Medias Rojas perdieron los tres primeros juegos del campeonato de la Liga Americana contra -por supuesto- los Yanquis. Nunca antes un equipo había remontado tres derrotas en una serie de campeonato o Serie Mundial de siete juegos. Pero yendo de milagro en milagro, los Medias Rojas lograron tres triunfos consecutivos, dos de ellos de manera dramática en “extrainnings”. El miércoles por la noche, finalmente, conquistaron el definitivo séptimo juego.
Quienes saben de beisbol saber que este es un triunfo simplemente milagroso. Pero ¿significa que se ha roto la maldición? Habrá que esperar al final de la Serie Mundial para saberlo.
Mientras tanto casi todos los fanáticos de los Cachorros han encontrado que este año respaldarán a los Medias Rojas en la Serie Mundial. Después de todo, si Boston logra romper la maldición del Bambino quizá los Cachorros puedan dejar atrás la que en 1945 les infligió el macho cabrío de Sianis.
Cuentas alegres
Claro que sí. Démosle el uno por ciento del PIB a la investigación y el ocho por ciento a la educación y el cinco por ciento a la salud y el tres por ciento al campo. Sólo que esto ya es 17 por ciento del PIB y toda la recaudación fiscal de la federación asciende apenas al 12 por ciento. ¿Cómo se pagará la diferencia? Y ¿de dónde se sacará el dinero para cubrir otras obligaciones gubernamentales, como la seguridad pública, el Ejército, las relaciones exteriores, la ayuda a los pobres y todas las demás?
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