¿Promesa política o realidad?
El pasado siete de enero, el presidente Bush propuso un status legal para la fuerza laboral migrante que se encuentra en los Estados Unidos. Bush anunció su propuesta, convocando a la prensa acreditada en la Casa Blanca, dentro de la cual se encontraban más de doscientos reporteros latinos, entre ellos un lagunero. El tema lo volvió a plantear en su discurso ante el Congreso Norteamericano sobre el estado de su Gobierno el pasado martes 20. Este tema, que parecía olvidado después del Septiembre 11, va dirigido a ocho millones de inmigrantes indocumentados que se encuentran dentro de los Estados Unidos, de los cuales la mayoría son mexicanos, compatriotas nuestros, que han dejado nuestro país por falta de oportunidades, problemática compleja de las que ya hablamos en pasado artículo.
Bush reconoció que Estados Unidos les ha fallado a esos ocho millones de inmigrantes “que viven con miedo de ser deportados y que son abusados y explotados” por buscar el sueño americano y propuso “leyes de inmigración más racionales y humanas”. Tranquilizó a sus compatriotas que se oponen a medidas de esta naturaleza, la mayoría republicanos, diciéndoles que “cuidarían que estas leyes no pongan en riesgo su estilo de vida”.
¿Pero en qué consiste el plan migratorio que propone Bush?
Primero aclaremos que no consiste en una amnistía, medida que implicaría un status legal inmediato de ciudadanía para todos ellos, la cual dice Bush, “es imposible otorgar, ya que se premiaría un delito, como es el haber ingresado ilegalmente y lo más grave, seguiría animando la inmigración ilegal”.
Su propuesta consiste, en un plan al que llama “Trabajadores Temporales”, que permitiría a los inmigrantes indocumentados, que se encuentran ya trabajando en el vecino país, ser contratados legalmente. Para tal efecto se les otorgaría un permiso temporal para laborar, por un período de hasta por seis años, (por tres años primero y renovación del mismo por otros tres), con la condición de que estén contratados, es decir que ya se encuentren trabajando. Al término de este lapso, el trabajador estaría obligado a regresar a su país de origen. El programa igual contempla la oportunidad de tener una especie de bolsa de trabajo para todos aquellos que se quieran ir a trabajar a los Estados Unidos, a trabajos que hayan sido primero ofrecidos a ciudadanos norteamericanos y que éstos los hayan rechazado. En el primer supuesto, los inmigrantes que ya se encuentran allá, pagarían una cuota por el permiso temporal, en el segundo no tendrían que pagar la misma. Un requerimiento muy importante de este programa, es que los empleadores, en ambos casos, tendrían que demostrar que ningún ciudadano americano quiso o quiere, el trabajo del que goza el trabajador ilegal, o al que aspira el que se sujeta a la bolsa de trabajo.
¿Qué bondades ofrece el programa?
Para mí la principal, es que el trabajador puede ir y venir sin dificultad hacia su país de origen y llevarse legalmente con él a su familia, aunque le ponen como condición que compruebe que puede mantenerla con el salario que percibe. Este salario por supuesto no podría ser menor al salario base que legalmente se establece. Gozaría a su vez de todas las prestaciones de las cuales goza un trabajador ciudadano, seguro médico, programa de vivienda, entre otras. Si nos vamos al campo espiritual que si bien lo contempla el programa, pero no lo dicen, la autoestima sufriría un cambio importante; serían personas más felices, libres y productivas.
Los detractores del programa tanto en los Estados Unidos como aquí en México, no se han dejado esperar. Han dicho mil cosas, todas las que ya hemos leído o nos hayamos podido imaginar, que son imposibles de enumerar; sin embargo, quiero hacer referencia a una de ellas que a muchos inquieta. Es año electoral y muchos temen que Bush buscando el voto latino, no tenga la intención de llevar a cabo este programa sino solamente cacarearlo y con ello hacerse de algunos o muchos votos. Por ello, el senador Republicano John McCain del estado de Arizona, quien formuló una propuesta similar, le solicitó que aprovechara su informe sobre el estado de Gobierno del martes 20, para que emplazara al Congreso a resolver la propuesta antes de agosto de 2004. Ya vimos que no lo hizo con la puntualidad que planteó McCain, lo que pudiera ser que realmente no existe más interés que el discurso político electoral para este tema tan importante para México.
No nos queda más que esperar y desear que las fuerzas internas de los Estados Unidos que reconocen la aportación de los inmigrantes al desarrollo económico de ese país y que evalúan lo injusto de tener a esa población trabajando mucho, viviendo en condiciones prácticamente clandestinas, con salarios menores a los legales, sin prestaciones, sin poder reunirse con sus familias, se impongan a los conservadores para quienes éstos, “no existen como personas”, ni les reconocen derechos, pero eso sí, aceptan la riqueza que ellos crean y que en términos de explotación se transfiere a los sectores más pudientes de ese país.
Como hija de migrante, espero que esta medida se cristalice. Es importante. En los próximos quince años, dicen los que saben, México no tiene ni tendrá la posibilidad de ofrecer los trabajos necesarios para nuestros jóvenes que van creciendo y aspirando entrar a la fuerza laboral. Nuestros vecinos con esa economía aplastante que tienen nos necesitan. Qué mejor que se vayan tomando medidas que si bien no son las ideales, son medidas que dan respuesta a ambos países. Sigo pensando que el empoderamiento de un espacio es muy difícil de despojar. Vendrán otros tiempos y otros Gobiernos y se tomarán medidas legales, no de seis años sino de toda la vida para nuestros migrantes. Este hecho nos lo comprueban las migraciones históricas. Ojalá así sea.
