Pocas veces como ahora una elección presidencial había sido tan incierta en los Estados Unidos.
A menos de un mes del supermartes dos de noviembre las encuestas de preferencias marcan un día favorito a George W. Bush y al otro día se inclinan por John Kerry.
De acuerdo a la agencia Gallup, los candidatos mantenían un empate del 49 por ciento al día siguiente del reciente debate lo que evaporó una ventaja de ocho puntos que Bush alcanzó en un sondeo del 26 de septiembre.
La revista Newsweek consignó una ventaja de Kerry por 47 por ciento contra 45 por ciento de Bush, también al día siguiente del encuentro televisado, mientras que una encuesta telefónica de la empresa Zogby arrojó una superioridad de un punto –46 contra 45- del Presidente republicano sobre el candidato demócrata.
¿Qué significa este vaivén de opiniones ante una elección presidencial tan crucial al interior de la primera potencia del mundo?
Pues simple y llanamente que los electores están hoy en día más confundidos que nunca por la situación internacional y nacional tan adversa.
Kerry se llevó de calle el debate de la semana pasada por sus críticas certeras y puntillosas en torno a la invasión de Estados Unidos en Irak.
Ello a pesar de que los simpatizantes de Bush juran y perjuran que la caída de Saddam Hussein así como su batida en contra del terrorismo son sus principales fortalezas.
Los especialistas anticipan que George W. Bush ganará el debate del próximo viernes cuya temática será libre, mientras que Kerry deberá llevarse cómodamente el encuentro del miércoles 13 en donde se discutirán los temas domésticos como la economía, salud y seguridad social.
Vistas así las cosas el Senador por Massachussetts ganaría dos de los tres debates lo que podría acercarle al triunfo definitivo.
Pero no hay que comer ansias porque el presidente Bush tiene en sus manos el poderoso aparato oficial que en las próximas semanas habrá de poner toda la carne al asador a fin de asegurar el mayor número de votos para el inquilino de la Casa Blanca.
Hace cuatro años se vivió en Estados Unidos una de las elecciones más reñidas y dudosas de la historia, en aquella ocasión el demócrata Al Gore tuvo más votantes a su favor pero quedó atrás en el conteo por delegados que arroja cada estado.
En esta ocasión se podría vivir una situación similar siempre y cuando John Kerry logre reposicionar su imagen en los próximos debates.
La figura del senador demócrata es todavía vista como débil por muchos ciudadanos que quisieran ver a un Kerry más agresivo y más dinámico tanto en sus críticas como en sus futuros planes de Gobierno.
Recordará usted que Bill Clinton tomó esa posición como aspirante presidencial que unida a su carisma y a la baja popularidad de George Bush padre lo llevó a un triunfo sonoro en 1992.
Kerry tiene mucho por dónde atacar en los siguientes debates como es el tema del empleo, habida cuenta que no se ha conseguido recuperar los empleos perdidos a raíz de los sucesos del 11 de septiembre de 2001.
Amplios sectores de la población viven muy afectados por una economía que no logra tomar su paso al tiempo que no se ha frenado la ola de recortes en materia de salud y educación.
El recuerdo del “boom” económico que se vivió con Bill Clinton es una buena arma que pueden explotar los demócratas con todo y que es muy difícil que regresen esas épocas.
Pero a final de cuentas será el conflicto de Irak el que defina las elecciones del dos de noviembre tal como ocurrió con la guerra de Corea y la de Vietnam.
Los norteamericanos someterán a juicio las decisiones de George W. Bush, quien de un ataque terrorista metió a Estados Unidos en una guerra muy costosa, trágica y hasta ahora inexplicable para buena parte de la humanidad.
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