Vicente Fox, como hombre devoto, no sólo de las deidades del catolicismo sino también de los dioses del dinero y sus representantes –el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial-, ha llamado en México a sus nuevos guerreros (panistas y elbistas) a tomar la espada para defender la Fe Neoliberal, sin importar que tengan que dar una o cien o mil batallas y al grito de ¡No nos vencerán!
Tienen razón quienes señalan lo inadecuado del tono beligerante adoptado por el presidente Fox, ante el rechazo que sufrió su propuesta modificada de Reforma Fiscal. Por muy interesado que estuviera en sacarla adelante, en su calidad de jefe de Estado debió evitar hacer evidente su enojo y respetar la decisión tomada por la mayoría de diputados en la Cámara, por lo que considero fue un error de su parte incurrir en descalificaciones hacia los legisladores y los distintos actores políticos que no compartieron su visión y su propuesta.
Es preocupante que después de la derrota política sufrida el pasado 11 de diciembre, el Presidente, su partido y sus aliados se presenten ante la nación con un lenguaje y una posición intransigente, incluso de amenaza. No es lo que deberíamos esperar de un Primer Mandatario que se comprometió a velar por los intereses de Todos los mexicanos y a respetar la soberanía del Congreso de la Unión. Quiero explicarme su actitud, pero nunca justificarla, a partir de esa combinación que se da en él de religiosidad católica y de fundamentalismo económico, lo que lo convierte en cabeza muy visible de una especie de Nueva Cruzada, con reminiscencias medievales.
Vicente Fox, como hombre devoto, no sólo de las deidades del catolicismo sino también de los dioses del dinero y sus representantes –el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial-, ha llamado en México a sus nuevos guerreros (panistas y elbistas) a tomar la espada para defender la Fe Neoliberal, sin importar que tengan que dar una o cien o mil batallas y al grito de ¡No nos vencerán!
Un ingrediente que no podía faltar en esta Nueva Cruzada es el maniqueísmo, que coloca a los buenos y fieles del lado Principal Cruzado y a los malos infieles y herejes en la oposición. Recordemos que ya el hombre blanco y barbado, Señor Santiago Creel, hizo pública la identificación de unos y otros, por lo que se pudiera ofrecer. A los infieles habrá que denostarlos, atacarlos y un efectivo instrumento para ello son algunos medios electrónicos y ciertas plumas comprometidas con el poder. Todo sea por cumplir la superior misión encomendada al Presidente y sus guerreros por los dioses del dinero, sin que importe el sacrificio de la población.
Lamentablemente para el Presidente y sus aliados, todo indica que esta Nueva Cruzada en pro del Neoliberalismo está condenada al fracaso, pues nuevamente fue rechazada la propuesta del Ejecutivo en materia de Reforma Fiscal, sólo que ahora la presentó como propia el Partido Acción Nacional sin encontrar el respaldo suficiente en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. Otra derrota en la cuenta de Vicente Fox, quien califica la decisión como “error histórico” y se reserva el derecho a defender sus convicciones como Presidente de la República.
Nadie puede cuestionarle tener convicciones, pero es importante que él conozca y reconozca la existencia de otros que también las tienen y las defienden que merecen respeto. Por ello conviene destacar que en la manera de actuar del presidente Fox se hace presente un cierto mesianismo ideológico, que pone en peligro la necesaria armonía entre los actores políticos y los sectores sociales. Hay una tendencia a ofender y atacar a quienes no se subordinan a su línea política, lo cual constituye una amenaza de enfrentamientos constantes que no ayuda a construir las condiciones para garantizar la gobernabilidad y el desarrollo al que aspiramos todos los mexicanos.
Ojalá que con los efectos de la Navidad y la proximidad de Año nuevo, el jefe del Ejecutivo haga efectiva una tregua en la guerra de declaraciones y descalificaciones, en su lucha casi personal contra los opositores que parecen empeñados en no permitirle la imposición a todos de su credo económico neoliberal. Lo que se requiere es otra verdadera nueva Cruzada con carácter ciudadano, plural y buscando construir un proyecto distinto al neoliberal, que nos han querido presentar como el único posible. No basta con la resistencia frente a ese modelo económico con políticas depredadoras, hay que pasar a demostrar la capacidad organizativa de los ciudadanos y los movimientos sociales. Esta otra Nueva Cruzada no tiene nada qué ver con fundamentalismos económicos: se deberá orientar a la defensa de los derechos de los trabajadores del campo y la ciudad, así como a la defensa de la infraestructura científica y cultural del país, de la industria eléctrica y del petróleo, de la escuela pública, de la seguridad social, de los municipios, barrios y comunidades, con sus tradiciones, usos y costumbres.
En estas fechas propicias para los buenos deseos, es bueno pensar que “otro mundo es posible” y que podemos unirnos para tener un México mejor, con menos pobres, menos desempleados y menos injusticias.