Las medidas extremas de seguridad para proteger a los norteamericanos no son nuevas, iniciaron hace unos treinta años en las embajadas y consulados en el extranjero a raíz del terrorismo en Medio Oriente y las guerrillas en Centro y Sudamérica.
En aquel entonces se reforzaron los edificios y oficinas de Estados Unidos en el exterior, además de las medidas de seguridad personales y en las residencias de los embajadores, cónsules y funcionarios en general.
Pero nunca habían llegado estas acciones al nivel que hoy se vive en territorio norteamericano a raíz de los fatídicos atentados del septiembre 11 de 2001.
Además de los controles en aeropuertos, estadios, puentes y fronteras, las autoridades norteamericanas llegaron esta semana al extremo de implantar el programa US Visitor and Immigrant Status Indicator Technology que no es otra cosa que un “fichaje” de cada turista que entra y sale de los Estados Unidos por la vía aérea y porturia.
Aparte de las dificultades que hoy existen para obtener visas para ingresar a terrritorio norteamericano, en lo sucesivo cualquier viajero que llegue a este país tendrá que estampar sus huellas digitales y tomarse su foto para quedar de por vida fichado en los archivos de seguridad de la primera potencia mundial.
El objetivo final es implantar el programa en todos los puntos de ingreso para tener absoluto control de las entradas y salidas de cada visitante y/o turista, saber cómo, cuándo y por dónde llegó además de la fecha y lugar de su salida del país.
Curiosamente algunos países han quedado exentos de esta medida como los europeos y algunos asiáticos, pero no los latinoamericanos lo que significa que los vecinos del Norte siguen sin confiar en nosostros a pesar de que ningún latino ha participado en los atentados terrroristas en contra de Estados Unidos.
Esta nueva medida puesta en marcha por el Departamento de Seguridad Doméstica que dirige Tom Ridge, hace recordar los tiempos del comunismo soviético y del nazismo de Hittler, cuando existían férreos controles para el ingreso y salida de sus territorios.
Para que la foto sea idéntica sólo faltará que las autoridades apliquen sistemas rigurosos de control interno para sus ciudadanos, esto es que en el país de las grandes libertades cada individuo tenga que identificarse constantemente y explicar con amplitud cada una de las actividades que realice.
La verdad no falta mucho para llegar a ello, por ahora los controles de los ciudadanos y residentes norteamericanos a través de los distintos documentos oficiales como licencia, seguro social y pasaportes es por demás efectivo.
Pero el miedo no anda en burro y es evidente que conforme Estados Unidos se consolida como la gran potencia militar, económica y política del mundo, crece el temor de los norteamericanos así como el asedio de grupos terroristas por atacar y debilitar al gran imperio.
Por desgracia las medidas de encerrarse y convertir a ese gran país en una jaula de oro no son las mejores ni seguramente las más efectivas. A pesar de la invasión de Afganistán y de la captura de Saddam Hussein, las autoridades norteamericanas están más temerosas que nunca de sufrir nuevos ataques terroristas.
El juego asumido por Estados Unidos es demasiado peligroso porque está fincado en la fuerza militar y policíaca para poner un dique a la amenaza terrorista, pero por ningún lado ha abierto puentes para encontrar una salida pacífica o política al conflicto.
Hace unos días el papa Juan Pablo II sostuvo que mientras no se ataquen las raíces del terrorismo internacional, será prácticamente imposible controlarlo.
No se trata de negociar con los grupos terroristas ni de ofrecerles canonjías, pero sí de conocer el fondo de sus demandas que en ocasiones son más de carácter social y religioso que económicas y políticas.
España controló al terrorismo abriendo puertas al diálogo a los grupos vascos, lo mismo se hizo en Centroamérica e incluso en México en los años setenta cuando se permitió el registro de partidos de izquiera radical que apoyaban los movimientos armados.
Será prácticamente imposible contener a tantos musulmanes radicales con más ataques armados y nuevos controles fronterizos cuando existen odios y rencores ancestrales de estos grupos radicales en contra del mundo occidental capitalista.
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