La constante en el sexenio de Vicente Fox ha sido responsabilizar a la prensa de los errores cometidos por el Gobierno. De esta forma, los medios de comunicación fueron los “culpables” de las aspiraciones de Marta Sahagún de ocupar la silla presidencial, así como de las promesas de campaña que hasta el momento han sido incumplidas.
Es tal el enojo que provoca la prensa crítica y responsable en el Presidente de la República, que incluso en una ocasión recomendó no leer los periódicos para tener una vida feliz.
Según Joseph Brandt, presidente del Departamento de Periodismo para Graduados de la Universidad de California, “ninguna profesión que no esté al alcance del hombre reviste de tanta trascendencia para el bienestar de la sociedad como la del periodista”.
Sin embargo, dicha afirmación en la actualidad resulta incómoda para la clase política. En los últimos días, la tendencia de responsabilizar a los medios de comunicación de los errores o falta de habilidad se ha hecho presente en la región.
Para los panistas de Gómez Palacio, es más fácil culpar a la prensa de la derrota de su candidato a la alcaldía que el reconocer errores en campaña, así como de estrategia.
En Ciudad Lerdo, Luis Fernando González Achem se pregunta el porqué de los señalamientos y críticas a su gestión, los cuales según él allanaron el camino a Rosario Castro Lozano para ocupar por segunda vez la alcaldía.
Por el lado de Coahuila, el secretario de Obras Públicas, Jorge Viesca, se molesta por los cuestionamientos respecto a las irregularidades y falta de información acerca del Distribuidor Vial Revolución.
Ante este panorama sólo queda apostarle a la madurez de la clase política, ya que la obligación de los medios de comunicación, como escribiera la periodista colombiana, Carolina Ortiz Ariza, es “la de presentar los hechos dentro de una situación y en un momento determinado, en un aquí y en un ahora, no danzando al son de los compases de los estamentos del poder, sino al compás de la música de las realidades sociales, de los pensamientos reales, representando tan fielmente como les sea posible las relaciones existentes en el seno de la organización social y los conflictos que surgen, se desarrollan y cambian en el ámbito de la realidad”.
Finalmente, la comunicación es un servicio público y la información un bien público. No es de nadie en particular.