“Muchos alabamos la honestidad, pero la dejamos morir de hambre.”
Juvenal
Andrés Manuel López Obrador ha escogido una estrategia curiosa para enfrentar el escándalo de los videos que muestran a dos colaboradores suyos en actos de corrupción. Para empezar ha tratado de enfocar la atención en la forma en que los videos llegaron a la televisión y no en su contenido. Ha ofrecido además una lista interminable de responsables de una supuesta conspiración en su contra. Ha anunciado que el próximo jueves presentará las pruebas de esa conspiración. Y finalmente ha recurrido al antiguo expediente priista de organizar un acto multitudinario en el Zócalo para demostrar que tiene apoyo popular.
¿Puede funcionar esta estrategia? Es difícil saberlo en este momento. No hay duda de que el PRD se encuentra en su peor momento en 15 años de historia. Pero también Andrés Manuel está en un momento crucial en el que debe demostrar si realmente es “indestructible”.
La estrategia de enfocar la atención en el mensajero y no en el mensaje tiene una larga tradición en los medios políticos. En la antigüedad era muy común que los gobernantes ejecutaran a los mensajeros que les traían malas nuevas. Hoy suelen culpar a quien revela la información antes que a quien ha cometido algún acto incorrecto. Este tipo de estrategias funciona solamente algunas veces. Ya la trató de emplear Jorge Emilio González, el presidente del Partido Verde Ecologista, cuando en lugar de concentrarse en el contenido del video que lo mostraba pidiendo un cohecho de dos millones de dólares para apoyar un proyecto en Cancún afirmó que todo era producto de una conspiración montada desde la Secretaría de Gobernación. La gente, sin embargo, no pareció cambiar su opinión sobre el dirigente de los Verdes . Habrá que ver qué es lo que logra Andrés Manuel con su estrategia.
Por lo pronto, aun cuando los miembros del PRD se rasguen las vestiduras y se ataquen unos a otros, los electores mexicanos, acostumbrados a la corrupción de los políticos, no parecen inquietarse demasiado por las situaciones exhibidas en los videos de Bejarano y Ponce. Una encuesta telefónica de TV Azteca muestra que, si bien el 48 por ciento de los entrevistados consideran que López Obrador debió haber estado involucrado en el proceso que llevó a las entregas de dinero de Carlos Ahumada a Bejarano, eso no significa que Andrés Manuel sea deshonesto. De hecho, el 25 por ciento de los entrevistados ven a López Obrador como el político más honesto del país. Ésta es una magnífica noticia para el jefe de Gobierno.
El problema es que el único político que lo supera en percepción de honestidad es el presidente Vicente Fox, a quien el 33 por ciento de los encuestados consideran honesto. Es muy probable que Andrés Manuel esté aplicando la estrategia equivocada en estas circunstancias. De alguna manera él ya ha tomado las medidas necesarias para distanciarse del escándalo. López Obrador podrá haber culpado al presidente Fox, al ex presidente Carlos Salinas de Gortari o al Gobierno de Estados Unidos y a la DEA de sus problemas, pero el hecho es que destituyó de inmediato a Gustavo Ponce de su Gobierno y le retiró su respaldo a Bejarano.
Éstas eran las acciones adecuadas en este caso. Con sus propuestas para esta semana, sin embargo, Andrés Manuel mismo está complicando su escenario. El jueves de esta semana tendrá que presentar pruebas de que efectivamente hay una gran conspiración en su contra y que eso explica por qué un Gobierno honesto como el suyo se ha visto manchado por conductas corruptas de sus colaboradores. Más adelante organizará una manifestación para demostrar su apoyo popular. Mientras hace todo esto mantendrá el tema de la corrupción de su gente en el candelero en lugar de permitir que se desvanezca. No es ésta la primera vez que López Obrador recurre a una estrategia de este tipo. En el caso de su chofer Nico, él mismo se encargaba en sus conferencias de prensa matutinas de mantener vivo el tema. El esquema hasta ahora le ha resultado fructífero. El hecho es que Andrés Manuel sigue siendo considerado un político honesto. Pero hay un riesgo importante en seguir atizando el tema de Ponce y Bejarano. Es verdad que la gente se ha acostumbrado a la corrupción de los políticos. Pero sería conveniente no recordarle constantemente el tema, para evitar que en algún momento pierda la paciencia.
Partidos
Después del escándalo de los videos, el PRD sigue teniendo una percepción de honestidad. Una encuesta telefónica de TV Azteca señala que el 47 por ciento de la gente piensa que el PRI es el partido más corrupto, el seis por ciento el PAN y el cuatro por ciento el PRD. El 35 por ciento dicen que todos son igualmente corruptos.
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