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México, DF.- Para el publicista mexicano Carlos Alazraki, su trayectoria marcada por campañas políticas del PRI no limita sus aspiraciones de manejar la imagen pública de los panistas Santiago Creel y Carlos Medina Plascencia, o de los perredistas Ricardo Monreal y Cuauhtémoc Cárdenas.
Se muestra como un hombre realista y sostiene que el mundo político “está devaluadísimo: no lo levantas con publicidad. Tienes que hacer la publicidad para las campañas políticas porque se necesita dar a conocer a los candidatos, pero no lo levantas ni con una grúa”.
Subraya que a la publicidad no se le puede poner el adjetivo de milagrosa ni de alquimia; sólo de informativa y creativa, aunque ésta puede ser básica para tomar una decisión por parte del electorado.
Publicista “de cabecera” del dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Roberto Madrazo, e identificado por la clase política como simpatizante priista, Alazraki anuncia su total interés por trabajar en campañas de imagen para otros personajes públicos, abanderado por los colores del “apartidismo”.
“Del PAN, me encantaría llevar a Santiago Creel, Carlos Medina Plascencia y, por supuesto, Marta Sahagún, quien me resulta sumamente interesante. Del PRD, a Ricardo Monreal y Cuauhtémoc Cárdenas, por supuesto, quien es muy buen ser humano”, externa el experimentado publicista.
El actual presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Publicidad (AMAP) tiene en claro que la publicidad política “no es la panacea” para su gremio; sin embargo, advierte que estará presente en “por lo menos cuatro” de las 14 contiendas electorales por gubernaturas, a efectuarse en el presente año.
A unos días de celebrarse dos importantes eventos de marketing político en el Distrito Federal, enfocados a las campañas previas a los comicios de 2006, Alazraky se propone entrar a la competencia por ese mercado que le resulta por completo atractivo no sólo en materia económica, sino también como un reto personal, de poder, de ganar.
“A mi agencia no vienen panistas ni perredistas a solicitar servicios; sólo vienen el PRI, PVEM y PT. El PRD me queda claro que no me va a invitar nunca porque le caigo pésimo; con el PAN me llevo muy bien, aunque no te contratan los partidos sino los individuos”, aclara.
Los personajes de quienes más disfruta llevar su publicidad son los gobernadores del Estado de México, Arturo Montiel; de Hidalgo, Manuel Ángel Núñez “-que es un encanto-”, y de Veracruz, Miguel Alemán, “quien también me encanta”.
Asegura que nunca le ha dicho “no” a ningún cliente ni a ningún político: “Esta agencia de publicidad tienen 114 colaboradores y es una empresa de servicio, como lo son los médicos, abogados o arquitectos”.
Hacerlo, dice, sería muy poco ético. “No habría ética de mi parte en decirle a un cliente: no vengas porque eres del PAN o del PRD, porque con ello estaría rompiendo el principio de una agencia de servicio”.
Sin embargo, exlica que si existiera la ocasión de ser convocado para hacer la campaña de un candidato “que no me guste”, no lo haría.
“Lo que no me gusta de alguien es su historia como político, sus antecedentes, su personalidad”.
Omite el nombre y, no obstante, habla de su trabajo actual: “Ahorita tengo un precandidato que es más ególatra que Tom Cruise y estoy a punto de batearlo, porque empieza a dirigir los comerciales que yo dirijo, que porque tiene una sombra en el ojo y que no se ve tan guapo.
“No tengo tiempo para estar en esas discusiones; le explico antes de empezar a filmar: tú dedícate a ser candidato y yo me dedico a lo mío, que tengo mucha experiencia en ello”, relata.
Afirma que sus parámetros para aceptar una cuenta de campaña política incluyen creer en la persona y en su propuesta pero, si de antemano sabe que éste no va a ganar, simplemente no tomo el riesgo.
La premisa se tambalea ante la evidencia de las recientes elecciones en Mérida, Yucatán, donde manejó la imagen de Víctor Cervera Pacheco y con quien carga la derrota en las urnas.
Se defiende con las investigaciones del mercado electoral que su agencia practicó con antelación: “En primer lugar, con Cervera Pacheco las encuestas indicaban que iba a ganar por cuatro puntos”, revela.
Insiste: “Yo siempre veo con los candidatos vasos medio llenos, nunca medio vacíos; veo oportunidad. A mí me gustó mucho la mezcla de Cervera, que lo quieren muchísimo en Mérida, a diferencia de lo que se cree al respecto en el centro de la República”.
Narra que las investigaciones le dijeron que Cervera iba ganando por cuatro puntos. “Además, quiero decir otra cosa, la plaza de Mérida es súper panista y era un reto muy atractivo tratar de ganarla con un buen candidato”.
Aunque el objetivo final no se cumplió en la capital yucateca, Alazraki está satisfecho: “Nos fue muy bien, crecimos 28 mil votos y son muchos, perdimos por ocho mil”.
No siente ninguna responsabilidad cuando gana o pierde un candidato. Su único deber, como agencia de publicidad política, es fácil y lo ha entendido muy bien.
“A mí me paga cualquier candidato para que yo venda sus ideas y sus propuestas de gobierno; lo que hago es respetar su personalidad y hacer esas propuestas lo más atractivas y creativas posibles para convencer al electorado.
“Número dos, no soy yo quién para inventar programas que el gobernador o candidato no va a cumplir y, lo único que hago, es informar al público y presentarle los antecedentes, la trayectoria y las propuestas del candidato lo mejor posible para que la gente vote por él, nada más”.
Pese a la evidencia de ese resultado en Yucatán, Alazraki está convencido de que la publicidad llegó a la política para quedarse, ya que ésta será una parte de vital importancia para crear opinión, todo a partir de la imagen.
Admite que en años anteriores sólo se hablaba de la propuesta de un candidato, de sus cualidades o defectos y ahora se habla siempre de la imagen, de su publicidad.
Cree que la llegada de la publicidad a la política es buena porque constituye, a la vez, un acercamiento con el electorado.
Aclara que es mentira que la publicidad haga ganar o perder una campaña, ya que la elección se gana o se pierde lo últimos cinco días, dependiendo de la movilización del partido.
“Tengo 56 años y sé muy bien que una campaña política te dura de 12 a 15 semanas y, además, ya sabes quién gana o pierde a la semana 15; es una adrenalina fantástica por las angustias, la reducción del tiempo”, comenta.
Al realizar sólo un determinado número de campañas publicitarias de tipo político, el creativo las califica como “un gran hobby” para él, aunque ello de ninguna manera signifique que sus honorarios sean menores.