Cine

La Terminal

OMAR KHAN

Director: Steven Spielberg

Actores: Tom Hanks (Viktor Navorski), Catherine Zeta-Jones (Amelia Warren), Stanley Tucci (Frank Dixon), Chi McBride (Joe Mulroy), Diego Luna (Enrique Cruz), Barry "Shabaka" Henley (Ray Thurman), Kumar Pallana (Gupta Rajan), Zoë Saldana (Dolores Torres), Eddie Jones (Salchak), Michael Nouri (Max), Jude Ciccolella (Karl).

Género:Comedia, drama, romance.

Clasificación: A

Duración: 128 min.

País de Origen: Estados Unidos

Idioma: Inglés

SITIO OFICIAL: http://www.theterminal-themovie.com/

SINÓPSIS

Es un ciudadano ‘duty free’. Tom Hanks vive atrapado en una terminal cuando su país desaparece y se convierte en obligado inquilino del aeropuerto. Es la nueva película de Steven Spielberg

Gedamou Abeb Sileshi es un ciudadano etíope que, desde julio de 2003, “vive” en el aeropuerto de Barajas. Un banco de la terminal 1 es su casa y en un carrito de equipajes tiene todas sus pertenencias. Tiene una visa francesa caducada (goza de estatuto de refugiado político desde 1983) y para renovarla tiene que presentarse personalmente pero se niega a pisar suelo francés. Los servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid le han ofrecido trasladarlo a un albergue pero también se niega. Su versión es peculiar. Dice que es el presidente elegido de su país pero un golpe de Estado lo dejó fuera de juego y lo único que desea para abandonar Barajas es un pasaporte diplomático que le permita llegar hasta su patria y gobernar su pueblo.

Merhan Karimi Nasseri, un ciudadano iraní de 42 años, llegó desde su país hasta al aeropuerto Charles De Gaulle, de París, en 1988, con la intención de conectar con un vuelo a Londres pero no llevaba pasaporte, así que se quedó varado en tránsito. Se ha adueñado de un banco rojo, al que llama cariñosamente su hogar. Todos le dicen Alfred, ha hecho amistad con los empleados y su estatus de ciudadano de ninguna parte no le permite salir del aeropuerto.

Víktor Navorski, un ciudadano de Krakozhia, en Europa del Este, está en la cuarentena. Cuando viajaba hacia Nueva York ocurrió un golpe de Estado en su país, así que llegó al aeropuerto Kennedy con el pasaporte de una nación que ya no existe. Las autoridades de aduana no le pueden dejar pasar pero al mismo tiempo no existen posibilidades de regresar pues los vuelos comerciales hacia su país están suspendidos hasta que se aclare la situación política. En cualquier caso, Estados Unidos no reconoce al nuevo gobierno. De forma que se ha quedado atrapado en la terminal, donde lleva nueve meses “viviendo”. Se pasea en bata de casa cada mañana por los pasillos, ha aprendido inglés y lo mejor que la ha ocurrido es que se ha enamorado de una azafata de American Airlines.

Un asunto verídico

Los tres casos son similares. Situaciones extremas en las que tres personas “pierden su pertenencia oficial a un lugar” y se quedan en esos espacios neutros, absurdos y sin restricciones burocráticas que son las zonas de tránsito de los aeropuertos. Ciudadanos de ninguna parte que moran en ninguna parte. Gente que descubre el limbo, personajes duty free. El caso de Gedamou, presidente de Etiopía, es bastante reciente e insólito. El de Merhan no es menos asombroso y parece de película. El de Víktor es también peculiar pero bueno, ése, literalmente, es de película. Inspirado en el caso de Merhan, Spielberg decidió volver a los terrenos de la comedia (“comedia seria”, dice él) y levantar la historia de La Terminal, en la que Tom Hanks interpreta a este Viktor Navorski, ciudadano de un país imaginario de Europa del Este, que vive durante nueve meses en el aeropuerto JFK, un microcosmos que es una metáfora del macrocosmos que es EE UU.

Experto en personajes aislados y desolados (recuérdese Náufrago o Forrest Gump), Tom Hanks hace una nueva construcción insólita, la de un personaje que no sabe hablar bien el inglés, que es ajeno a la cultura norteamericana y que es obligado a esperar y esperar en un sitio tan impersonal como un aeropuerto. Sin embargo, y aquí está la moraleja (muy a la americana, claro), en esos nueve meses le es posible entender no solamente el idioma sino aquella sociedad, en la que aun atrapado en el aeropuerto, es posible construir el sueño americano y comprender exactamente por qué a Estados Unidos le dicen el país de las oportunidades. Se trata de la tercera colaboración del afamado actor con el reputado Spielberg, después de Salvar al soldado Ryan y Atrápame si puedes.

En sus largas horas en la terminal, Víktor se cruzará con un puñado de personajes que cambiarán su vida pero también él tendrá alguna influencia en ellos. Su encuentro con Amelia, una azafata interpretada por Catherine Zeta Jones, será determinante. Ella tiene un conflicto con su amante mentiroso, un tipo casado (Michael Nouri) que le hace promesas que nunca cumplirá, y encuentra en el extranjero un confidente perfecto del que terminará enamorada. Como en toda comedia, hay también un antagonista, el encargado del aeropuerto (Stanley Tucci), que ve en Viktor un peligro para su probable ascenso. No puede darle luz verde para entrar al país pero tampoco puede echarlo, pese a lo que más desea es no tener a ese tipo pululando por la terminal en bata cada mañana. Al mismo tiempo, un empleado de catering (Diego Luna) ayudará al extranjero con comida a cambio de que le haga de celestina ante la empleada de aduanas (Zoe Saldana) a la que ama… En fin, Viktor en sus nueve meses de vida aeroportuaria terminará transformado pero también transformando a los que, para bien o para mal, con él se relacionan.

Un nuevo Spielberg

De alguna manera, Steven Spielberg da continuidad en esta comedia complaciente a una línea que inició con Atrápame si puedes (de hecho coinciden en tener a Jeff Nathanson como guionista), película con la que La Terminal guarda cierta relación, no tanto temática como estética. “Hoy en día necesitamos sonreír más y se supone que la misión del cine de Hollywood es hacer eso por la gente cuando se vive una época difícil”, ha declarado. Sin embargo, en el fondo, Spielberg sabe que la comedia no es su fuerte. Tanto así que, contrariamente a esta declaración, sus próximos proyectos se alejan de esta línea blanda y sonriente. Por un lado, se dice que ha iniciado los preparativos de Vengeance, que relata la peripecia de un espía del Mossad (la policía secreta israelí) que trata de llegar hasta los terroristas palestinos que asesinaron a once atletas judíos en las Olimpiadas de Munich; y por otro, además del ansiado deseo de producir de una vez Memorias de una geisha, ultima junto a Clint Eastwood Flags of Our Fathers: Heroes of Iwo Jima, que se ubica en su vertiente de cine bélico-reflexivo tipo Salvar al soldado Ryan o La lista de Schindler.

La Terminal parece una película de bajo presupuesto pero, cuidado, que es un Spielberg y viene amparado por la maquinaria del Hollywood de las posibilidades. Los actuales (y brutales) mecanismos de seguridad en los aeropuertos de verdad y la guerra de Bush contra el terrorismo no hacen concesiones, ni siquiera al autor de E.T., así que el equipo de producción se planteó lo impensable: construir, a escala real (al inicio, cómo no, hubo maquetita, pero sólo para hacer pruebas) la terminal de un aeropuerto, incluidos ascensores. En un hangar de Palmadale, California, se erigió el edificio, escenario único de toda la película y auténtico protagonista (el título, sin ir más lejos, le hace homenaje). Por primera vez en la historia del cine un equipo de ingenieros se encargó de la fiabilidad de la construcción del peculiar decorado, en el que el cartón piedra no tenía ninguna posibilidad y entró en su lugar el hormigón y los cristales, desde donde se veía la famosa pantalla azul que, más tarde, por efectos digitales, colocaría los aviones que aterrizan y salen del ficticio aeropuerto.

Para el director de fotografía Janusz Kaminski, un habitual de Spielberg (como lo es el compositor John Williams que aquí vuelve a repetir) fue una bendición, pues pudo planificar la iluminación previamente a la construcción del decorado y no al revés como suele ser. La luz del día se simuló con paneles de focos de alto voltaje ubicados tras los cristales y se pudo crear una luz inteligente que tiene colores fríos y neutros de aeropuerto al inicio del filme, cuando Viktor llega, y se va haciendo cálida hasta convertirse en “una luz de hogar” cuando el personaje convierte la terminal en su casa. Un total de 35 tiendas “de las de verdad” montaron sus locales dentro, incluso algunas llevaron a sus vendedores a hacer de extras. Hugo Boss, Godiva, Burger King, Starbucks y, faltaría más, una potente Duty Free, entre otras, dieron credibilidad a este juguetito de Spielberg.

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