Ahora que los ejidatarios festejarán sus aniversarios del reparto agrario de 1936 un seis de octubre, en octubre y noviembre los ejidos comarcanos estarán de fiesta, sin duda en algunas comunidades sólo se harán presentes los recuerdos de las cosechas gordas y los días gloriosos del Banco Rural (Bandidal) y la memoria perdida entre los eriales del otrora cultivable campo lagunero.
Sin embargo para no perder la costumbre cabalgarán como tétricos fantasmas algunos lidercillos de la CNC, los mismos que sin empacho agacharon el testuz y levantaron el dedo cuando el orgullo de los PRIistas, Carlos Salinas, borró (literalmente) el artículo 27 constitucional.
El día de aniversario en cada comunidad o ejido se llevarán a cabo los honores a la bandera y un desfile por las accidentadas calles del poblado con la participación de las escuelitas del lugar, más un representante del presidente municipal en el acto y a comenzar la fiesta.
En algunos ejidos sólo el nombre les queda, la tierra y el agua (los derechos y la noria) fueron vendidos, después de 68 años volvió a sus dueños otra vez, le podrán echar la culpa al Gobierno, al Banco Rural, al tiempo, al cobro del fluido eléctrico, a Dios y hasta el PRI, pero la verdad es que les ganó la pesadez y el populismo que por años los protegió, ese paternalismo del que muchos ejidos dependieron.
Roberto Blanco Moheno escribió una vez (Revista Siempre! 1970), “que el campesino lagunero no vivía de lo que producía, sino que sobrevivía del Banco Rural y que el campesino lagunero no estaba en el ejido para producir alimento, sino votos para el PRI”. El jarocho Blanco Moheno exponía sus razones y entre los argumentos que esgrimía, decía que el cultivo del algodón era muy costoso y no rendía lo suficiente, aunque sí se empleaban muchos campesinos en su cultivo y recolección, sin embargo los encargados del agro lagunero robaban a manos llenas y se calculaba que por cada 38 campesinos había un líder, sin descartar los inspectores, clasificadores y las compañías fumigadoras que en vez de Malatión y Partión (veneno, polvo de avión, como se le conoce en la región) se usaba cal en las fumigadas que llegaron a ser hasta 17 por cultivo en el algodonero, es decir una fumigada por semana.
Total que la debacle del campesino está vigente y a 68 años del Reparto Agrario por el “Tata” Cárdenas, del ejido lagunero sólo quedan vestigios, los hijos y los nietos de los primordiales emigraron a las ciudades o los pueblos grandes los absorbieron, otros son maquileros, cambiaron el sombrero por una gorra de beisbol, el caballo o burro fue sustituido por la bicicleta, la pala y azadón fueron transmutados por máquinas de coser y tijeras en las maquilas, el madrugar con el gallo lo opacó la televisión y radio mañaneros, los frijoles, chile en molcajete y las tortillas de maíz, son ahora cambiadas por las condimentadas hamburguesas y pan en bolsa, el campesino lagunero y nacional se globalizó, ya no toma sotol, mezcal o tequila para platicar de sus penurias y las ingratas tareas en el campo, ahora grita con la espumosa y mexicana alegría al ritmo cumbanchero o dispara su pistola al aire en las orillas del poblado cuando escucha un narcocorrido del conjunto que ameniza el festejo del aniversario del ejido.
Pronto, entrando el mes de octubre comenzarán las tragedias que continuarán en las comunidades y rancherías y en cada fiesta paradójicamente en vez de alegría muchos hogares se vestirán de luto.
Aquí uno que otro presidente municipal con el uso y costumbre del populismo no perderá la oportunidad de decir en alguna comunidad: “Estoy con ustedes los jodidos” (de los dientes para fuera)... y los más ganones en estos aniversarios son los monopolios cerveceros que se disputarán su lugar y preferencia para estar presentes con su espumosa alegría, de paso desplumar y despojar del paupérrimo salario a los incautos campiranos en esta muy lamentable y triste realidad que vive el agro nacional y el campo lagunero en particular...
Por otro lado los organismos empresariales y otras ciudadanos “light” se desgreñan por la construcción de unas presas o reguladoras en el Río Aguanaval... ¿p’os desde cuándo les ha interesado el campo a estos empresarios? Dice Domitilo Chacón Saucedo, campesino con 89 años que aún siembra de temporal, recolecta leña y trae pastura en el lomo de su burro, Domitilo es del ex ejido Salitrillo.
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