En 1959, triunfa la Revolución Cubana luego de tres años de lucha, hasta derrocar a Fulgencio Batista, que ostentaba el poder en la hermana isla caribeña. Antes, Fidel Castro fue condenado a prisión en 1953, luego de un intento fallido de asonada y más tarde, exiliado en México, recibió todo tipo de apoyos a su persona; desde educación hasta alimentación. Fue aquí donde fundó el movimiento “26 de Julio” que le permitió consolidar al grupo guerrillero de Sierra Maestra, con el que derrotó a la dictadura hasta entonces de su país.
Sólo los mexicanos reconocimos de primera intención la legitimidad de su Gobierno y únicamente nosotros le dimos apoyo en los momentos en que el resto del mundo se lo negó; aún durante el siglo pasado, le dimos crédito para la compra de petróleo (aún nos debe) y otros suministros varios para subsistir. Hoy, por el cambio de las circunstancias políticas y las conveniencias olvida esos antecedentes.
Aquel supuesto hombre seguidor de ideales, que en la primera mitad del siglo anterior se apoyara en México para llegar al poder, se ha convertido en un viejo dictador (el último de la historia) que con evidente deterioro en su sistema nervioso se mantiene con un dominio férreo, basándose en cuadros políticos y militares constituidos y fortalecidos con decenas de años de represión, durante los que ya han acudido hasta al asesinato para sostenerse.
Hoy día, luego de más de 45 años en el poder, ve cómo la modernidad mundial lo rodea y hasta asfixia, negándose a entregar la autoridad y responsabilidad de los destinos de su pueblo a los más jóvenes y mejor preparados en el arte-ciencia de la administración pública.
Viene lo anterior al caso, cuando de nueva cuenta arremete contra México declarando: “El Gobierno mexicano es una mafia al servicio de los Estados Unidos y el prestigio que ha logrado en el extranjero se ha reducido a cenizas”.
Desde luego que usa la mezcla de verdades y mentiras que le permiten hacer afirmaciones temerarias; arte de demagogo, capacidad que ha demostrado a través de los años. Oculta su trampa al intentar fraccionar a los mexicanos hablando del “Gobierno”, olvidando que vivimos un sistema democrático y que el citado “Gobierno” fue elegido por la mayoría de nosotros, a quienes nos debe respeto y agradecimiento. Recuerde que ya antes había juzgado a nuestros niños como ignorantes de la historia al afirmar que: “Conocen más a Mickey Mouse que a los héroes de la Patria”.
Claro que el presidente de los Estados Unidos Mexicanos (que no se nos olvide), Vicente Fox Quesada, cometió un grave error diplomático por su falta de prudencia, inexperiencia política y quizá hasta inteligencia social con aquello de “comes y te vas”, frase que ya se ha hecho famosa, gracias a las grabaciones clandestinas del marrullero Fidel. Ahora participa en las disputas de los escandalosos videos mexicanos, juzgando y tomando partido en las politiquerías de nuestros politiqueros.
Es más que evidente su enojo y deseos de revanchismo contra el Gobierno de México, (no pierda de vista el nacionalismo que nos debe orientar) por haber votado en su contra, al pedirle que acepte una comisión de Derechos Humanos en visita de inspección a la isla caribeña.
En su habilidad de confundir esconde sus propios crímenes a la humanidad: reprocha a los Estados Unidos de Norteamérica las violaciones cometidas contra los soldados de Irak (que son graves y extremas, según fotografías difundidas) y se olvida, convenientemente, de la represión que en forma sistemática ejerce contra su pueblo; expulsa al corrupto Ahumada en una maquiavélica jugada para meter en aprietos al Gobierno Federal y calla sobre las acusaciones que le han hecho por la protección dada a otros criminales y políticos, incluidos ex presidentes latinoamericanos, quienes a través de la historia han encontrado refugio en Cuba.
Quienes hemos tenido la oportunidad de trabajar con cubanos nos hemos sorprendido con las macabras historias de abusos y atropellos que el régimen castrista ejerce. De nuevo el contrasentido: impide la salida de los mejores cerebros de su país, que intentan ejercer su derecho humano de libertad individual, llegando hasta a amenazarlos con la supresión de la poca calidad de vida de sus familiares y cuando le es propicio, deja “escapar” a los menos preparados y a los enfermos improductivos (recuerde a los famosos “Marielitos”) que representan una carga para su muy deteriorada economía.
Los mexicanos tenemos graves problemas con la memoria y el nacionalismo; somos deficientes para aprender de la historia y del cómo la división de nuestras fuerzas nos ha llevado a perder territorio y capital; simplemente le cito tres hechos trascendentes: La Independencia, la “venta” del norte de México y hasta la Revolución Mexicana inconclusa.
Dice Enrique Flores Cano en su libro “El Nuevo Pasado Mexicano” que la Revolución Mexicana fue peleada por diferentes Ejércitos (zapatista, villista) con intereses distintos (derecho a la tierra, justicia social) y que los fines de la misma no se alcanzaron por cuidar más los particulares y de grupo, por encima de los nacionales. El estado actual de nuestra patria inclina la balanza hacia la aceptación del juicio dado.
Ya en otros “Diálogos” hemos tratado el asunto de la corrupción; de las graves deficiencias de la administración federal en el uso de la diplomacia, comunicación y la pérdida de credibilidad; comentado sobre la nueva oposición mexicana que se ha desgastado hasta llegar a la grave fractura interna, persiguiendo intereses grupales; o de los errores de previsión y visión en términos de economía y producción, incluida la lucha por el poder, llevada a “la arena” de lo fiscal sin que importen los pobres.
Lo que no podemos aceptar es que en esa lucha interna, de grupos con intereses encontrados, lleguemos hasta buscar alianzas (léase crear compromisos) con extranjeros, llámense como se llamen; sean Bush o Castro.
Como bien decía el poeta “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, también pudiéramos repetir aquello de “Cría cuervos y ...” para el caso del dictador que agrede a México (no a Fox), aunque nos queda claro que el tirano está luchando por demorarse en su muerte política y física, como el buen gladiador que es.
Lo inadmisible es la traición a la patria, aceptando o permitiendo injerencias de extranjeros en nuestros asuntos nacionales con tal de derrotar al opositor mexicano y hacer valer las posturas políticas o intereses particulares. El fin no justifica los medios.
Le insisto que con este “Diálogo” no pretendo influenciarlo a favor de unos u otros contendientes mexicanos; le pido reflexione y que juntos nos demos cuenta de quiénes son aquellos que verdaderamente merecen representarnos. Recuerde la letra de “Mexicanos al grito de guerra...” y lo que inspira nuestro himno: el nacionalismo que debemos rescatar. ¿Le parece bien que cerremos las filas por México?
ydarwich@ual.mx