Los resultados que arroja hasta el momento el proceso electoral en el Estado de Veracruz, confirman la apertura de una nueva era de intensa competencia política en nuestro país.
De acuerdo a los resultados disponibles hasta el momento, la coalición de partidos que apoyó al priista Fidel Herrera Beltrán se alza con el triunfo a la gubernatura, por un escaso margen menor a un punto porcentual. El candidato del Partido Acción Nacional Alejandro Buganza y la coalición del Partido Convergencia que postuló a Dante Delgado, compartieron con el PRI la preferencia del electorado por terceras partes, con escasas diferencias.
A ello se debe que la oposición al PRI haya obtenido la mayoría de las posiciones en el Congreso Veracruzano y que más de la mitad de los municipios hayan quedado en manos del PAN, incluyendo algunos de los más importantes. La pluralidad democrática en nuestro país es una realidad.
Los resultados obligarán al Gobierno entrante a concertar un pacto de gobernabilidad con la oposición, con vista al bien común al que tiene derecho el pueblo veracruzano, que se ha manifestado participativo y plural.
El hecho de que se haya disipado en este y otros procesos recientes el fantasma de la violencia y que en este caso el porcentaje de votación haya rebasado el cincuenta y seis por ciento de los electores, constituyen datos positivos que indican que estamos en el camino correcto.
Lo anterior es pertinente comentarlo, ante la innegable presencia de odiosos vicios de nuestra clase política, que suelen desalentar la participación ciudadana.
El gasto inmoderado en las campañas, la manipulación del voto, la falta de independencia de las autoridades electorales locales en algunos casos y la persistencia de un grado mayor o menor de abstencionismo según la región del país de que se trate, constituyen asignaturas pendientes que es necesario atender.
El proceso veracruzano ofrece resultados alentadores en la medida en que la sociedad y el resto de los protagonistas resultaron ganadores: Se consolidan el ejercicio democrático, la autonomía municipal y el sistema de equilibrio de los poderes públicos.
De hecho en Veracruz salen derrotados el autoritarismo, el sistema de carro completo y el centralismo, propios del viejo régimen y se comprueba que en la democracia no existen bastiones inexpugnables porque es el pueblo el que pone y quita. La tormenta del cambio despinta la fachada del viejo régimen en Veracruz y emerge el mosaico de pluralidad que subyace.
En cuanto a que el gobernador Miguel Alemán Velasco haya salido fortalecido o debilitado del proceso electoral, de cara a la carrera hacia la Presidencia, todo depende del color del cristal con que se mire. Si se observa como una figura ligada al viejo sistema, sale debilitada, si se visualiza en una perspectiva moderna y actual, sale fortalecida.
A despecho de quienes insisten en que las cosas en nuestro país no han cambiado, el proceso veracruzano ofrece un botón de muestra, respecto de que los mexicanos estamos empeñados en una revolución pacífica, que esperamos sea la verdadera y definitiva.
Los resultados electorales en el Estado de Veracruz y otros recientes, hacen prever que la elección presidencial del año dos mil seis será también competida y que de dichos comicios surgirá una figura presidencial sanamente acotada y necesitada del apoyo de todos los elementos moderados. Es necesario que las fuerzas políticas nacionales asuman esa realidad desde este momento, pues de lo contrario las minorías extremistas que actualmente frenan el cambio estructural que el país requiere continuarán haciéndolo, en perjuicio de las mayorías que piden acelerar el paso.