Gómez Palacio

?La vida así es?

CECILIA AGUILAR ACUÑA

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- Mercedes Chávez Aguilera, con su negocio ambulante de verduras, frutas y pan, ubicado en el mismo lugar durante 40 años, ha presenciado el desarrollo del centro de esta ciudad.

Unos ojos azul profundo parecen estar presenciando la actividad comercial de antaño. Recuerda cuando por la avenida Victoria transitaban a comparación de hoy, muchos carritos jalados por mulas. Sin embargo, más era la gente que iba y venia a pie.

Sentada en un banco de madera entre la esquina de la avenida Victoria y calle Juárez, Mercedes, con una amplia sonrisa, atiende a su clientela. Bolsitas de plástico con nopal finamente cortado, ordenadas al lado de otras con guayaba, mandarinas, manzanas y tomate constituyen parte de su vendimia.

Afirma que antaño era todo mejor que ahora. La gente procuraba más lo sano y por eso vendía mucho: ?Hace diez o 15 años, para las 12 del día, ya había acabado con todo, ahora son las dos de la tarde y me llevo la mitad de mi mercancía?.

También vende panecitos de azúcar y gorditas de horno que parecen ser las favoritas de su clientela, Mercedes platica que la gente no le perdona que no tenga estos productos en existencia.

A sus 70 años a Mercedes no le ?duele nada?. No padece de ninguna enfermedad que le impida estar a temprana hora atendiendo su negocio. Llueva o truene, ella siempre está ahí.

?He pasado unos fríos tremendos, pero aquí he estado en el mismo lugar donde una vez llegué, luego que la policía me corrió a mí y a otras vendedoras del mercado José Ramón Valdés?, comenta.

Relata que empezó vendiendo solamente nopalitos, que los corta del corral de su casa en el ejido San José del Viñedo, ?pero sólo en tiempo de Semana Santa se dan, , los compro en la Alianza de Torreón?.

Quedó viuda muy joven y con diez hijos que mantener. Sin embargo, de sus retoños, solamente le sobreviven tres.

Sus ojos ahora son de un azul cristalino, pues las lágrimas afloraron al recordar la manera trágica en que murieron dos de sus hijos: ?Me los asesinaron?. Un silencio prolongado que motivó al respeto, se estableció por un momento.

?Uno de ellos era judicial y tenía 24 años. Luego de cumplir con su servicio, entró a una cantina donde alguien lo acribillo con diez balazos; el otro en una riña fue asesinado por un vago, quien le aventó al cuello un cuchillo...?.

Con un pañuelo blanco seca sus lágrimas y poco a poco, su sonrisa se aprecia en su rostro, ?la vida así es y no tiene uno más seguir, aquí a diario conozco gente, que cuando me platica su historia, no hago más que comprobar que mis problemas no han sido tan fuertes como los de ellos...?.

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