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VIENA, AUSTRIA.- Irán ha desafiado la presión internacional y reanudó las pruebas de una instalación para la conversión de uranio, una parte esencial en el proceso de enriquecimiento del elemento que puede ser utilizado como combustible o en una bomba nuclear, dijeron ayer diplomáticos.
Los “tres grandes” de la Unión Europea (UE) -Francia, Gran Bretaña y Alemania- criticaron duramente a Irán cuando este probó las instalaciones en marzo, al decir que envió un mensaje equivocado y que haría más difícil que Teherán recupere la confianza internacional.
Las tres naciones de la UE tenían previsto reunirse ayer en París con funcionarios iraníes para discutir el programa nuclear de Teherán.
Estados Unidos dice que Irán le está tomando el pelo a la comunidad internacional con conversaciones sobre su programa nuclear mientras gana tiempo para fabricar una bomba atómica.
Irán niega las acusaciones estadounidenses y dice que solamente está interesado en la generación de electricidad.
Aunque Irán dijo en abril que tenía la intención de realizar pruebas en su instalación de conversión de uranio cerca de la ciudad central de Isfahan, la decisión dio la espalda a un pedido de no llevar adelante las pruebas que hizo la agencia de inspectores de actividades nucleares de la ONU.
Las pruebas producirán una pequeña cantidad de hexafluoruro de uranio, el gas que se inyecta en las centrífugas para obtener uranio enriquecido, dijo un diplomático occidental.
“Están probando los equipos. Como producto derivado se produce un poco de UF6 (hexafluoruro de uranio)”, agregó.
La agencia de inspectores de la ONU, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), no realizó comentarios.
Irán prometió en octubre a los tres grandes de la UE que suspendería todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento de uranio.
Sin embargo Irán dice que aún tiene derecho de producir hexafluoruro de uranio y construir centrífugas. El OIEA dijo que la suspensión implicaba las dos actividades.
Tensión en Norcorea
Corea del Norte acusó a su vecino del Sur de cometer “secuestro premeditado y terrorismo” al acoger esta semana a cerca de 450 disidentes del régimen comunista, por lo que será responsable de cualquier consecuencia.
En una declaración difundida por la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA), la Comisión de Reunificación Pacífica advirtió que Norcorea “no permanecerá impasible ante este crimen y querrá saldar cuentas”, según los reportes conocidos en esta ciudad-Estado.
La llegada de alrededor de 450 norcoreanos a Seúl, en dos grupos entre el martes y miércoles pasados, “es un secuestro organizado y planeado y un crimen de terrorismo flagrante por parte de Seúl”, agregó el órgano oficial encargado de las relaciones intercoreanas.
Aseguró que ante este hecho, “Corea del Sur será responsable de las consecuencias y las otras fuerzas que apoyaron (a las autoridades surcoreanas) tendrán que pagar un precio muy alto”.
La declaración condenó la acción surcoreana como la “mayor hostilidad” contra el régimen de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), que viola la Declaración Conjunta aprobada en la histórica cumbre de junio de 2000.
Dicha declaración fue firmada por los líderes de ambas Coreas en la cumbre celebrada en Pyongyang y marcó el inicio del proceso de reconciliación.
Analistas estimaron que una primera consecuencia de la actuación surcoreana podría ser la cancelación por parte de la RPDC de una ronda bilateral a nivel de ministros, programada para la próxima semana en Seúl.
Las autoridades surcoreanas se han negado a revelar detalles sobre el país que sirvió de tránsito, al argumentar que así lo solicitaron las autoridades de esa nación, del sureste de Asia, posiblemente China.
De acuerdo con los reportes, los disidentes -en su mayoría mujeres y niños- serán interrogados durante un mes antes de recibir un curso de ocho semanas sobre su adaptación a su nueva vida en Surcorea.
Más cinco mil norcoreanos viven refugiados en Corea del Sur desde que ambos países libraron una guerra de tres años en 1950. El año pasado, el número de disidentes alcanzó los mil 285, 145 más que en 2002 y que los 583 registrados en 2001.
En el primer semestre de este año, las autoridades surcoreanas acogieron a 760 disidentes del vecino régimen comunista.