La situación está candente. ¿Hubo o no un acuerdo con nuestras autoridades que permite a los policías gringos usar en contra de ilegales mexicanos armas de fuego cargadas con balas de goma que al golpear dejan escapar gas pimienta?
Esto se supo a raíz de que se hizo un escándalo al acusarse a los guardianes de la frontera del uso indebido de esos proyectiles contra los nuestros. De entonces a acá ha habido declaraciones, desmentidos y aclaraciones. Lo que no se ha dicho es quién firmó por el lado mexicano el acuerdo respectivo, si es que efectivamente alguien lo hizo. Los actuales dijeron que es un tratado que viene de lustros atrás cuando el priismo dominaba el escenario político en este país. Hay otra versión que habla de que el actual Gobierno avaló el uso de dicho método mediante un acuerdo.
Ante esto, me digo: que no los dejen pasar, que los arresten por falta de documentos en territorio estadounidense, que sean repatriados, sin mayor trámite que ponerlos en un avión. Pero que se les dispare, ¡uf! no veo la razón para esa salvajada. Se justifica diciendo que se usaría el arma únicamente contra los narcotraficantes que pusieran resistencia a su detención. Una excusa que no tiene sustento en la práctica pues si eso sucede no creo que unos disparen balas de goma mientras los otros hagan fuego con balas de plomo. De ser cierto que nuestro Gobierno aceptó el uso indiscriminado de ese material, caerá por tierra la defensa que se dice se hace de los connacionales que arriesgan sus vidas para obtener un mejor modo de vida.
Se alega que los disparos de estas balas de goma se harán en dirección de los pies de los indocumentados. Que sólo se disparará si los aspirantes a trabajar en aquellos lares hacen resistencia. ¿Usted lo cree? Lo que explicaría el endurecimiento de las medidas para atrapar a quienes se introducen a territorio de los hot dogs, las hamburgers y los billetes verdes, es que actualmente subsiste la idea de que los terroristas pueden disfrazarse de ilegales y tener acceso a sus ciudades. La manera de disuadir a los auténticos migrantes es amenazándolos con dispararles sin matarlos. Eso se considera como un avance a su favor, pues ya no se utilizará armamento convencional, ahora tan sólo les dispararán con balas no letales. (¿?)
Bien, lo que esto descubre, el endurecimiento traducido en material usado para impedir que se cuelen indocumentados por la frontera, revela el desasosiego en que viven nuestros primos que ven en cada persona que camina por los desiertos a un enemigo que les llena el espíritu de espanto y pavor. Han levantado a su alrededor los muros de una fortaleza para impedir el paso de extraños, que a su vez es una prisión en la que viven condenados a esperar que en cualquier momento, hoy o mañana, se produzca un atentado de proporciones inimaginables. Eso, no me digan que no, es morir en vida todos los días. ¿Es ése el american dream, al que aspiran nuestros paisanos? ¿Estar esperando tras una trinchera, que es refugio y cárcel, a que cualquier mal día surja un hongo que extinga la vida en los rascacielos? Si no fuera por el hambre, que no por gusto van al otro lado. Les acucia el deseo vehemente de una vida mejor, donde encuentren trabajo remunerado, siquiera para que sus escuincles coman frijoles. En fin, estemos tranquilos, nosotros no les disparamos, únicamente los empujamos con nuestra incuria para que sirvan de tiro al blanco.