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Las cloacas del infierno/Del tintero

Fidencio Treviño Maldonado

De pronto un muro más oscuro que la noche se

interpuso, era la cárcel.

J. De Sagarra

(Sin delito concebido)

Llegar por cualquier motivo a un Cereso de la República Mexicana, es entrar en el Valle de Josefat, es lidiar con Minos (un diablo que dictaba sentencia de acuerdo a las vueltas que le diera con su cola al condenado y era al círculo a donde mandaba a purgar su condena en el infierno. La Divina Comedia, Dante).

Perdido y podrido por el lado que se le vea está nuestro sistema penitenciario, desde luego por el efecto de los encargados y donde no existe la readaptación social de los que ahí por algún motivo purgan una condena.

El sistema penitenciario es parte del engrane corrupto nacional desde sus directores hasta los más bajos custodios hacen su agosto todo el año. En nada ha cambiado el modo o el uso al endilgarle a las cárceles el rimbombante nombre de Cereso (Centros de Readaptación Social) si el sistema y los barrotes son los mismos, sólo que ahora estos locales carcelarios de tenebrosos, se volvieron pinguüs negocios llenos de terror y de consideraciones preferenciales para los presos adinerados, es decir lo mismo o peor de cuando se le llamaba cárcel, penitenciaría, tambo, bote, chirona, jaula, etc.

Entrar a un penal en días de visita, es estar en una fiesta pueblerina, mujeres, niños, bebidas gaseosas, visitas conyugales y hasta bailes, el ocio que es la madre de todas las cárceles de México, la venta de alcohol y drogas es común, de ahí algunos penales con brote de enfermedades como la hepatitis (San Pedro de las Colonias) y algo peor otros con Sida.

Pero más allá de que a las autoridades les sea de poca importancia lo que sucede en estos centros penitenciarios, está la corrupción que existe dentro de los muros o alambres, el chantaje, las dádivas, los status de los reos y su trato, celdas con tele y DVD, telefonía celular, drogas y armas y el autocontrol (autogobierno) que se da por las mismas bandas (gambas) en todos las prisiones, esto último solapado por los directores de los penales, es decir un “Estado dentro de otro Estado”, evidenciadas cuando hay asesinatos, fugas o amotinamientos dentro de un penal.

Las cárceles de Alta Seguridad se volvieron de Alto Riesgo, así se le quiera echar la culpa a la sobrepoblación y hacinamiento lo que predomina es la corrupción y inoperancia de nuestro sistema carcelario, vigente desde tiempos inmemoriales y donde sólo se ve los efectos y nunca los remedios.

El caso reciente de fugas y asesinatos son sólo un botón de la variada mercería de podredumbre que impera, desde La Palma y Puente Grande, con circuitos cerrados y otras medidas de seguridad hasta la cárcel de Apatzingán o el centro Juvenil de Sinaloa, donde escaparon toda una banda y la liberación de un mozalbete por parte de una partida de sicarios (“comando”) otros de Neza-Bordo, donde a punta de balazos se fugó toda una banda (seis reos).

¿Y qué decir de la cárcel de alta seguridad de Almoloya de Juárez? que ya sobrepasó la población de reos por la que fue construida y en la actualidad se ha convertido en una residencia de lujo para presos exclusivos. La cárcel de Topo Chico y la de Laredo albergan en su interior “clientes” selectos donde es común ver televisiones panorámicas, el uso de drogas y vinos de exportación para los presos que puedan pagar por esos servicios. Las declaraciones de los directores de estos penales a nivel estatal y nacional son tontas excusas y triangulaciones llenas de boberías que en nada remedia un sistema penitenciario en crisis y lleno de corruptelas.

El ataque a prisiones es por parte de las bandas organizadas un método infalible y de éxito seguro como ha quedado demostrado y peor es que dentro de las prisiones de máxima seguridad existan estas bandas y tengan acceso a usar armas de fuego para llevar a cabo asesinatos dentro de estas cárceles.

Los legisladores de nuestro H. Congreso de la Unión en vez de andarse desgastando en pleitos pueriles y obedeciendo a sus Tótems deberán a la voz de “hoy” hacer algo para frenar la severa crisis que impera en estos círculos dantescos, terminar con tanto director corrupto que toma como dueño la prisión y promover, promulgar y poner en vigencia un nuevo código carcelario donde el recluso en verdad cumpla el castigo a que se hace merecedor según el delito, se regenere y regrese a la sociedad como un ciudadano y no como un maleante profesional con título otorgado por las universidades del crimen en lo que sin duda se ha convertido el sistema penitenciario nacional.

Esto claro sería imposible en un país donde los bandidos de cuello y corbata son impunes a la justicia y la Ley les importa un bledo... Bueno si en educación y en prevención de los delitos al Gobierno y recuas que le acompañan no le interesa, como está comprobado, ¿creen mis tres lectores que en algo le van a interesar los penales?

Correo electrónico:

inga_1031@hotmail.com

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