El Siglo de Torreón
El Colegio Cervantes fue concebido a partir de las necesidades climatológicas, constructivas y culturales de Torreón.
TORREÓN, COAH.- Cuando Antonio Vigatá Simó (Q.P.D.) llegó a La Laguna procedente de España y fundó en 1940 el Colegio Cervantes de Torreón en la antigua casona de la avenida Morelos número 25 poniente, difícilmente imaginó contar algún día con un plantel como el que ahora lleva su nombre en el oriente de la ciudad.
La Unidad Profesor Antonio Vigatá Simó, ubicada en la calzada José Vasconcelos número 545 en la colonia Ex Hacienda Los Ángeles y cuya construcción inició hace 13 años, es motivo de orgullo para los nietos del fundador, Jaime A. Méndez Vigatá, director general del Cervantes y Antonio Méndez Vigatá, arquitecto creador del proyecto.
“Cuando pensábamos en hacer un nuevo edificio, deseábamos crear algo muy dinámico, interactivo, que diera una sensación de movimiento a los alumnos”, explica Antonio, quien confiesa haber concebido la obra a partir de “un cuidadoso análisis de las necesidades (...) y condicionantes climatológicas, constructivas y culturales propias de nuestra región...”.
El plantel brinda servicio a cerca de mil 200 estudiantes de kinder, primaria, secundaria y bachillerato, además de que los 800 alumnos de la Unidad Bosque de la calle Juan Pablos número 150 norte pueden hacer uso de las instalaciones.
Dentro de las características particulares de la obra, Méndez Vigatá destaca el uso de tecnología, materiales y mano de obra propia de la región. “Era importante que fuese una arquitectura adaptada a nuestra región, tanto bajo un punto de vista arquitectónico como en cuanto a su funcionalidad e imagen y que a la vez fuesen contemporáneos”.
Otro factor importante es la adaptación a las condiciones físicas, climatológicas y socio culturales de La Laguna, además de que el edificio, por los materiales con los que está hecho (terrazzo, ladrillo y klinker, por ejemplo) requiere de poco mantenimiento.
“Asimismo, buscamos aprovechar la iluminación y ventilación naturales y adaptarnos a las más recientes teorías pedagógicas que demandan una aproximación espacial diferente de la que se realizaba en el pasado”.
Los hermanos Méndez Vigatá comentan que contrariamente a lo que se plantea en otras escuelas, ellos buscan que los salones no estén completamente aislados de lo que sucede en el exterior de manera que el estudiante pueda desarrollar su capacidad de concentración a pesar de los distractores.
Este hecho se comprueba en un recorrido en el cual, las autoridades del Colegio Cervantes explican los detalles de la Unidad Profesor Antonio Méndez Vigatá Simó dentro de las aulas, en donde los niños parecen ni siquiera inmutarse por la presencia de los visitantes y brindan su atención a la maestra.
El campus consta actualmente de tres complejos arquitectónicos (pre-escolar, primaria y secundaria) y uno más que está en proceso (preparatoria).
El edificio que alberga el jardín de niños se erige sobre una base circular y la estructura simula dos brazos abiertos. “Quisimos dar esa sensación de protección para los niños de kinder hasta primero de primaria”, que son quienes son educados en las aulas de este complejo.
Un detalle muy relevante es el hecho de que la planta baja y los dos pisos superiores se unen a través de un corredor en espiral ascendente con una pendiente mínima que es accesible a todos los pequeños. Las ventanas de los salones son figuras geométricas que marcan la diferencia entre cada nivel. “Esto da una referencia abstracta a los niños y fomenta su capacidad de orientación”, comenta Antonio Méndez Vigatá.
El edificio de primaria tiene la forma de dos manos ligeramente encorvadas con las palmas de frente, también en señal de protección y seguridad. Los patrones generales de la planta del jardín de niños se conservan, como la rampa-pasillo, las columnas, los materiales; no obstante, en el detalle se encuentran diferencias.
Lo mismo sucede con la planta de secundaria, en donde también estudian los alumnos de sexto de primaria.
“Para nosotros es importante que cada edificio presente una imagen diferente de los demás sin por ello dejar de armonizar”, plantea el creador del proyecto. Además, expone, cada uno de los complejos responde a las necesidades e inquietudes de los alumnos que acoge.
Sobre la cuestión estética, Antonio Méndez Vigatá comenta: “muchas de mis soluciones provienen de un análisis de la arquitectura de nuestra ciudad, un ejemplo de ello son las cornisas, mismas que se inspiran en algunos edificios de Torreón de los años veinte”. La torre reloj, la cual puede observarse desde todos los puntos del plantel, encuentra su inspiración en estas referencias.
Por otra parte, “(...) un uso similar del ladrillo al que hice en este proyecto se presentó en casi todas las ciudades del norte de México y del sur de Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX”, explica.
En la Unidad Profesor Antonio Vigatá Simó del Colegio Cervantes de Torreón se percibe el equilibrio entre funcionalidad, ingenio estético, dinamismo e integración con su entorno.
“Estoy seguro de que si hubiese realizado un proyecto para un colegio con las mismas necesidades funcionales y especiales en otra región o en otro país, mi propuesta hubiera sido totalmente distinta, pues hubiera dado respuesta a las condicionantes de la localidad”, confiesa el arquitecto.
El sello
Antonio Méndez Vigatá, arquitecto de la Unidad Profesor Antonio Vigatá Simó del Colegio Cervantes de Torreón, confiesa algunos de los detalles de la obra en donde plasma su sello personal.
En el edificio de secundaria, la columna que sirve de soporte a la rampa-pasillo sobresale de la estructura exactamente el tamaño del director Jaime A. Méndez Vigatá. “Es un homenaje que le hago a mi hermano”, dice.
Otras marcas del creador se refieren a sus recuerdos infantiles. El techo del edificio de preparatoria es de lámina y tiene una forma cóncava similar a las antiguas industrias y despepites laguneros, los cuales, Antonio observaba en sus paseos en bicicleta.
Desde el último piso de este edificio puede observarse el suelo de la entrada a la Unidad. Cuadros en color rojo y gris intercalados y líneas curvas serpenteadas se revelan ante el espectador. Méndez Vigatá da su explicación:
“Cuando era niño y entraba a lugares en construcción observaba que dejaban cuadros como en forma de tablero de ajedrez... y cuando pasaba con mi bicicleta sobre la arena dejaba una marca en zigzag y por eso quise yo dejar esos recuerdos en esta obra”.